Trump activó una nueva estrategia de EE UU en Israel y Marruecos

Las banderas de Israel, Marruecos y EE UU con la mano de Fátima.
Las banderas de Israel, Marruecos y EE UU con la mano de Fátima.

El estado de Israel tendrá que hacer muchas concesiones también, porque si no lo hace las dos partes nunca se sentarán en la misma mesa para negociar con transparencia y buena voluntad.

Trump activó una nueva estrategia de EE UU en Israel y Marruecos

La cuestión de Israel mueve sobre todo a los sentimientos de unos y otros más que al buen sentido o al realismo para observar y concluir que una Palestina independiente no es hoy viable dadas las realidades sobre el terreno, donde hay dos territorios, Gaza y Cisjordania, separados no solo por Israel en medio sino también por dos ideologías y visiones de cómo seria su estado independiente.

En este contexto, cuando se habla de Donald Trump, inequívocamente, nadie se queda indiferente ante lo que representó su manera atípica de gobernar. En un mundo global decir “América primero” da miedo y revoluciona la imagen consensual en política exterior de EE UU, todo ello agravado por un divorcio consumado con prácticas pasadas en donde el estatus quo se volvió negativo y cegó a muchos miembros de la OTAN al no tomar posiciones claras para solucionar los conflictos en su vecindad, tales como la cuestión palestina, libia o del antiguo Sáhara español.

Trump cambió la configuración del mundo entero en donde la alianza clásica se arrinconó en su esquina de confort y no quiso ver los cambios chillantes en la balanza de fuerzas a nivel internacional, sus riesgos y la incertidumbre a medio y largo plazo. Trump pudo ver lejos y por consiguiente forzó los cambios necesarios para secar este pantano que se está tragando despacio a esta parte del mundo.

Nueva estrategia de EE UU 

EE UU quiere poner en marcha un nuevo plan estratégico de consolidación con las alianzas clásicas poniendo fin a los conflictos estériles que obstaculizaban la nueva visión de EE UU. En este sentido, Trump buscaba establecer un frente común con EMEA para afrontar los retos internacionales inminentes. Las últimas maniobras políticas de Trump quieren forzar la estabilidad en dos regiones importantes para la estabilidad de Europa; por ejemplo, el reconocimiento del Sáhara Occidental como territorio nacional marroquí y los acuerdos de Abraham, cuando las NU no pudieron aportar soluciones decisivas por la complejidad y longevidad de estos dos problemas.

Estados unidos tapizó la ruta hacia la estabilidad y la paz de acuerdo con sus planes por venir. Discutiblemente, la noción de legalidad internacional fue creada para mantener una especie de presión sobre los perdedores de la época colonial, y por lo tanto se focaliza insistentemente en párrafos legales más que hechos históricos o de sentido común. Cada país vio en este inmovilismo la posibilidad de sacar provecho en temas económicos o políticos, pero hoy en día esta estrategia de inherencia da más vigor a las potencias que compiten con la alianza clásica del oeste.   

La ONU se convirtió en una especie de burocracia mundial que pone como prioridad dejar a todos sus miembros contentos sin verdaderos avances, engrinchándose en reuniones interminables de inacción. En este caso la potencia dominante tuvo que maniobrar para poner un poco de orden en la arena internacional.

El caso de Israel

La cuestión de Israel mueve sobre todo a los sentimientos de unos y otros más que al buen sentido o al realismo para observar y concluir que una palestina independiente no es posible ni viable dadas las realidades sobre el terreno en donde hay dos territorios, Gaza y Cisjordania, separados no solo por Israel en medio sino también por dos ideologías y visiones de como seria su estado independiente. Desde 1948 no hubo ningún avance; Yassir Arafat, el líder emblemático que quería la paz con Israel mediante la creación de un estado palestino, se convirtió en un dictador y la gran causa de desunión de sus seguidores al intentar guardar todos los poderes entre sus manos, según Mahmoud Abbas mismo. Según Jacques Neriah en este artículo, Arafat dejó la gestión económica del territorio bajo su control en manos de su mujer Suha Arafat que hizo todo salvo beneficiar a los palestinos.

En Gaza hay Hamas que tiene un fondo ideológico islamista y está fuertemente apoyado por irán y Hizbola en el Líbano, sin contar con la infinidad de facciones armadas que cada una quiere algo diferente. Luego, tenemos a Fatah que oficialmente lleva las negociaciones de paz y que también esconde su lote de corrupción financiera a espaldas de la miseria de los palestinos.

Estos grupos nunca llegaron a estar de acuerdo sobre la morfología del estado que quieren o como gobernar por causa de sus influencias externas; más aún, están atascados en soluciones y acuerdos que pudiesen realizarse en su tiempo, si no hubiese tanta discordia entre sí, por ejemplo cuando Fatah llegaba a algún avance Hamas sintiéndose fuera del proceso perpetraba  ataques terroristas contra Israel para boicotear el proceso, y esta situación se repitió desde el comienzo del conflicto; tampoco nadie minimiza la responsabilidad de Israel en esos conflictos armados sin fin.

Soluciones sobre la mesa

Ahora es el tiempo de ser pragmáticos y sobre todo realistas. ¿Qué soluciones hay sobre la mesa? Los palestinos piden un estado independiente según el acuerdo de armisticio de 1949 (PDF por Arie M. Kacowicz)  pero hay muchas cuestiones por resolver como el regreso de los refugiados, el estatuto de Jerusalén, la seguridad de Israel que no acepta un estado palestino armado, o como conectar los dos territorios palestinos.

¿Cómo se regirá la política extranjera de la Palestina? ¿Cómo crear una economía local? ¿Habrá elecciones democráticas? Y esto si todas las fuerzas palestinas consiguen entenderse. Son solo ejemplos para mostrar apenas la parte visible del iceberg de este conflicto, los otros problemas que no comenté nos llevarían a concluir que es imposible llegar a un acuerdo cuando hay tantas partes con las que hay que negociar.

En 1948 la filósofa Hannah Arendt propuso una solución que vuelve con fuerza como la única solución viable y es la integración de Gaza y Cisjordania bajo soberanía israelí. La versión propuesta por Arendt se asemeja a la versión moderna de autonomía extendida bajo la soberanía de Israel. Esta es una buena base para negociar con las dos partes que tienen intereses políticos y económicos diferentes.

Israel deberá hacer concesiones

El estado de Israel tendrá que hacer muchas concesiones también, porque si no lo hace las dos partes nunca se sentarán en la misma mesa para negociar con transparencia y buena voluntad.

Hoy en día, hay muchos palestinos que trabajan en Israel, inscritos sus escuelas y siguen tratamiento en hospitales israelís, también utilizan el Shekel (la moneda de Israel) en sus transacciones diarias hasta tienen representantes en el parlamento judío (Knesset). Cuando hay buena voluntad siempre habrá soluciones aceptadas en favor de la paz y de la prosperidad.

Dos autonomías largas serian la mejor base para negociar una solución duradera puesto que ni las armas ni la ideología han logrado ganar hasta hoy. Israel, tendrá que cambiar muchas nociones para ser un estado colectivo multicultural en donde todos tengan una patria. No es una utopía el intentar promover soluciones que guarden la dignidad de todos y mirar hacia el futuro con optimismo. Israel ya hizo los deberes en cuestiones de racismo puesto que en sus primeros años de creación hubo racismo evidente entre judíos sefardíes y askenazis que con el tiempo hubo aceptación mutua y pasaron la página. Hoy se solicita una nueva estrategia de ingeniería social para que las generaciones venideras vivan juntas o en sus provincias respectivas, si lo desean en paz anhelando un estado múltiple para todos sus habitantes.

Cada cambio conlleva su parte de resistencia, las dos partes ofrecerán batallas ganadas y perdidas, pero con el nuevo aliento que Trump trajo con los acuerdos de Abraham para llegar a una paz duradera con los países árabes; la solución de un estado múltiple parece más cerca que nunca. Por ejemplo, el acuerdo de reanudar las relaciones con Marruecos permitirá a Israel de reactivar un puente social y cultural con Rabat, puesto que casi un millón de israelís son de origen marroquí y esto puede servir de ejemplo a seguir por Israel al observar que Marruecos tiene una larga tradición en la que se aprecia la coexistencia entre las dos religiones bajo la misma bandera. Otro ejemplo a seguirle los pasos a Marruecos es el caso del los dos códigos civiles que toman en cuenta las exigencias religiosas de su población musulmana y judía. @mundiario

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