Trescientos mil españoles colgados del Brexit

El Brexit inicia formalmente este mes.
El Brexit aparta al Reino Unido de la Unión Europea.

El Reino Unido es el primer destino de las inversiones españolas en el extranjero, somos su primer mercado turístico y la balanza comercial nos es favorable. Son intereses que valen un potosí.

Trescientos mil españoles colgados del Brexit

El escritor y dramaturgo inglés Douglas William Jerrold emitió una sentencia, allá por mil ochocientos y pico, que sigue vigente: “Si un terremoto hubiera de tragarse mañana a Inglaterra, los ingleses se las arreglarían para reunirse y cenar en cualquier parte, entre escombros, para celebrar el acontecimiento.”

No sé si todos, pero una buena parte de los paisanos de gente tan ilustre como Wiliam Shakespeare o Winston Churchill, o Bobby Charlton, han comenzado el particular festín del Brexit, una juerga de viandas con elevadas dosis de toxicidad e impredecibles consecuencias. Y todo porque un premier obtuso, el conservador David Cameron, se empecinó en un referéndum que, como todos los asuntos de riesgo en manos de estúpidos, concitó a los demonios en las urnas.

Cameron quería la permanencia, pero no calculó la fuerza de un populismo que inoculó en el pueblo un radical sentimiento soberanista, y hasta la actual premier, Theresa May, ha girado a favor de un Brexit que combatió con firmeza en la campaña previa a la consulta, aunque de su actitud se pueden deducir otros objetivos ocultos, a los que, sin embargo, no cabe atribuirles ninguna rentabilidad a corto o medio plazo.

Europa necesita al Reino Unido, pero el Reino Unido necesitas más a Europa si quiere que Londres siga siendo el gran centro financiero y sus bancos y gestoras de fondos operen con la pujanza y resguardo que han tenido hasta ahora.

Su retirada propicia el reforzamiento del eje franco-alemán, en el que Angela Merkel, ahora más que nunca, lleva la voz cantante. Sin el contrapeso del Reino Unido, con todos sus desvaríos y contradicciones, los demás estados de la Unión serán aún más dependientes de los dictados de Alemania.

La UE se mantendrá porque interesa sobremanera al país del Deutsche Bank y la Mercedes, y porque concierne hasta los tuétanos a los restantes socios, todos ellos con economías subordinadas a los imperativos de Bruselas. Para bien, por lo bueno que ha aportado y aporta, y para lo menos bueno o malo, que también se incluye en el precio.

¿Permitirá Bruselas la negociación de acuerdos bilaterales? Misterio. Nadie sabe nada, ningún mandatario ni experto de consideración se atreven a dar un pronóstico.

Alemania, Francia, incluso Italia, tuercen el gesto con ánimo de revancha y escarmiento ante el desafío británico, pero tienen recursos para afrontarlo, pero… ¿y España?

El Reino Unido es el primer destino de las inversiones españolas en el extranjero, somos su primer mercado turístico y la balanza comercial nos es favorable. Son intereses que valen un potosí.

¿Permitirá Bruselas la negociación de acuerdos bilaterales? Misterio. Nadie sabe nada, ningún mandatario ni experto de consideración se atreven a dar un pronóstico. Solo los burócratas mandamases de la Comisión se atreven a proclamar que el Brexit ha servido para salvar a la UE del colapso, ¡qué otra cosa van a decir!

De momento, por la parte que nos toca, ochocientos mil británicos en España –más de cuatro millones en Europa– y unos trescientos mil españoles en el Reino Unido conforman el colectivo más próximo de posibles víctimas de una situación que sin duda marcará un antes y un después en la Unión Europea. Una vez más, los ojos de la Historia se han detenido en las islas británicas. ¿Por qué será? Yo creo que les encanta.

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