Transformar la pandemia en eje del debate político es una irresponsabilidad

Isabel Díaz Ayuso. / @IdiazAyuso
Isabel Díaz Ayuso. / @IdiazAyuso
Tras 50.000 muertos y una segunda oleada no por previsible mejor controlada, el debate político consiste en arrojarse los muertos a la cara sin adoptar las medidas anticipadoras y correctoras que ya son conocidas
Transformar la pandemia en eje del debate político es una irresponsabilidad

La cantidad de páginas que ocupa Trump en la prensa española, siempre críticas cuando no denigratorias, no se corresponde con las enseñanzas que nos depara su país. Por ejemplo, Estados Unidos ha reaccionado ante la crisis sanitaria subordinando la salud a la economía. La consecuencia ha sido un gigantesco número de víctimas mortales pero una incidencia menor en la economía que registra un porcentaje mínimo de desempleo.

En España y otros países europeos, no todos, la prioridad ha sido inversa, primero la salud y luego la economía. Pese a lo cual tenemos algunos de los peores datos de fallecidos cualquiera que sea el parámetro aplicado mientras que asumimos también las peores cifras económicas. No es que algo haya ido mal, sino que la situación es catastrófica. Además se ha puesto de manifiesto que si Trump es histrión, nuestra clase política como conjunto es irresponsable.

No merece otro calificativo cuando tras 50.000 muertos y una segunda oleada no por previsible mejor controlada, el debate político consiste en arrojarse los muertos a la cara sin adoptar las medidas anticipadoras y correctoras que ya son conocidas. El ejemplo de Madrid, transformado en campo de batalla político mientras registra los peores datos, es la definición de irresponsabilidad que nos domina. La obviedad, que se soslaya, es que Madrid está como está por su tamaño, mientras que la capacidad de respuesta de su gobierno regional es tan limitada como la de todos los demás. Ahora bien, Gobierno central y PP quieren hacer de Madrid el campo de batalla, a costa de la salud de sus habitantes.

Todo lo que la ciencia sabe de la pandemia es irrelevante para nuestros gestores políticos. Sabemos que es un virus peligroso, de propagación directa a través de las mucosas, por lo que se debe ser especialmente cuidadoso con las aglomeraciones. Frente a ello,  se han restringido los espectáculos hasta hacerlos inviables pero se ha permitido que la aglomeración domine en bares y transportes. El virus no distingue ideologías pero las circunstancias citadas lo hacen especialmente incisivo en hogares con mayor hacinamiento, que se corresponden con menores rentas, que son además los principales usuarios del transporte público.

En su momento el Gobierno estatal planteó un confinamiento absoluto, aunque las cifras ya indicaban una notable asimetría entre territorios. La medida reforzó al Ejecutivo que la prolongó cuanto quiso pero como consecuencia liquidaba la economía. Las Comunidades que levantaron la voz en contra, sufren ahora las consecuencias de la imprevisión, descoordinación e insuficiencia de la política sanitaria. El sistema sanitario ha sido cuestionado por la realidad, como lo ha sido el reparto competencial y en general el entramado institucional. Sin embargo en el debate político los argumentos científicos están ausentes y las medidas de gestión son secundarias: mayor número de especialistas, rastreadores, tests..., en boca de los responsables gubernamentales son medidas a la orden del día. Como los gobiernos disponen de mayor capacidad de comunicación que los propios medios, la información oficial es prácticamente imposible contrastarla. Valga por todas, la cifra de muertos por la pandemia.

De las medidas de política sanitaria acordadas en el Congreso, poco o nada se ha desarrollado. Las voces profesionales que han pedido un análisis externo y científico, han sido marginadas. El tamaño gigantesco de nuestro sector público lejos de ayudar a la solución de problemas se ha transformado en un campo de obstáculos e inercias, de pequeñas cotas de poder que ni se comparten ni se coordinan. Saldremos de la crisis arruinados, dejando a muchos atrás, con mayor desigualdad y con un número de muertos insoportable. Pero seguiremos hablando de Trump. @mundiario

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