¿Por qué todos los líderes centran sus campañas sólo en el medio urbano?

Un ganadero con sus vacas en una pista rural.
Un ganadero con sus vacas en una pista rural.

Que no visiten en Galicia 240 concellos rurales acorta su visión y les impide un conocimiento riguroso de la problemática del campo, con el precio de la leche en primer plano.

¿Por qué todos los líderes centran sus campañas sólo en el medio urbano?

Que no visiten en Galicia 240 concellos rurales acorta su visión y les impide un conocimiento riguroso de la problemática del campo, con el precio de la leche en primer plano.

 

Los “diarios de campaña” que publican los periódicos constatan que las caravanas electorales de los líderes de los partidos gallegos mayoritarios -PP, PSOE, BNG y Anova- hacen parada y mitin en las ciudades, en las villas y en algunos otras localidades, en total unos setenta concellos de la Galicia urbana que reúnen a más de la mitad de la población, lo que significa que no van a pedir el voto en unos 240 ayuntamientos rurales. 

Y ese mundo rural también existe. Ahí está la Galicia agraria que desde el ingreso en Europa afrontó una reconversión brutal: decenas de miles de labradores dejaron de cultivar sus pequeñas parcelas, se reagrupó el sector en medianas y grandes explotaciones equipadas con los últimos avances, se implantó la cuota láctea, aparecieron las industrias…

De tamaña revolución quedan 9.500 granjas que ahora trabajan en el nuevo escenario del mercado lácteo sin cuotas, lo que debería ser una oportunidad y, sin embargo, entraña una severa amenaza para su supervivencia. Hace tiempo que se quejan de la dictadura de las industrias que, vulnerando todas las normas, siguen fijando precios por debajo del coste de producción -“tenemos los precios más bajos de todo el Estado”, denunciaba hace pocos días un sindicato agrario- e imponen otras condiciones en contratos leoninos bajo la amenaza de dejar de recoger la leche, que lleva al sector gran inseguridad e incertidumbre.

Los productores de leche saben pelear dignamente en un mercado competitivo, pero les supera tener que luchar contra los potentes “elementos” de la industria que recoge y transforma ese producto. En esa lucha se sienten solos y desamparados por los gobiernos central, autonómico, por los concellos del rural, incapaces de organizar acciones conjuntas, protestas incluidas, y ahora por los líderes que toman las grandes decisiones. Entre todos deberían proteger a este sector estratégico en la economía gallega y exigir un trato digno para los trabajadores del agro.

Es verdad que los políticos en campaña no pueden llegar a todas partes, pero su ausencia del mundo rural les impide una visión de la “Galicia enteira” y un conocimiento riguroso de la problemática del campo que merece ser escuchado. Por la importancia de la agricultura en la economía gallega, por su aportación al PIB, por el empleo que genera y el volumen de población que aún sostiene. Y, sobre todo, porque vertebra lo que queda del medio rural gallego.

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