¿Tenemos derecho a que las pensiones sean justas, dignas y garantizadas?

Una pareja de jubilados. / Dreamstime
Jubilación. / Dreamstime

Tenemos todo el derecho del mundo porque lo decidimos nosotros, el pueblo soberano, que somos los que fijamos las prioridades del gasto y no los politicos, que son nuestros  empleados, escribe este autor.

¿Tenemos derecho a que las pensiones sean justas, dignas y garantizadas?

Miren Extxezarreta, una catedrática de economía e intelectual de izquierdas ligada a movimientos sociales, nos habla de esto, del "Estado del bienestar en el siglo XXI", un libro que se plantea serias dudas sobre las afirmaciones que se vienen haciendo desde los intereses que fomentan los fondos privados, no porque no sean útiles si se tratan bien fiscalmente como en el caso se la famosa mochila austríaca, sino porque el Estado no puede ni por esa ni por ninguna otra razón, olvidar su compromiso con los contribuyentes. Cierto que es necesario revisar el sistema de pensiones pero tomando como base de partida que siempre existirán y además serán justas y suficientes. Esto que los políticos y sabios de este país pretenden que suene a disparate, carece de alternativa porque los ciudadanos nunca permitirán una alternativa diferente.

Los argumentos en contra son lo realmente insostenible. No se trata de cuantos trabajadores hay soportando el sistema sino de cuanto producen porque cada vez producen más y la riqueza creada por cada trabajador sigue subiendo. Llegará un día en que casi toda la producción estará automatizada pero eso no implica la tragedia que quieren dibujarnos, simplemente que tocaremos a menos horas de trabajo y más de ocio, pero la riqueza habrá que repartirla de forma justa y seguir pagando las pensiones a los que ya no trabajan porque en caso contrario no habría consumidores y el sistema quebraría, algo que los dueños de los medios de producción no van a consentir por su propio interés ni los ciudadanos tampoco porque consideran cubrir sus necesidades básicas un derecho inherente al ser humano. Pintar una sociedad con unos cuantos ricos, muchos pobres, y dejar a nuestros mayores en la indigencia no es admisible.

Todos los argumentos a favor de congelar las pensiones, alargar la vida laboral, o incluso recortarlas, carece de otro fundamento que pagar menos a las personas dependientes para que otros cobren mucho más, y no precisamente los trabajadores. La mayor de todas las mentiras es el argumento de la pirámide invertida, la que afirma que como nacen menos niños no habrá trabajadores para sostener a los jubilados. Es cierto que la población española está decreciendo (bajó a 46,7 millones) pero se debe fundamentalmente al retorno de inmigrantes a su país de origen, los mismos que vienen cuando hay trabajo. Si algo no falta en el mundo son trabajadores ¿que más da donde hayan nacido?. Otra mentira es hablar del déficit de la Seguridad Social cuando es algo que solo depende de la cotización (en España el 28,3%) y de habernos inventado un sistema de Caja Cerrada cuando en realidad es solo un sistema de reparto de la carga impositiva, de hecho en casi todos los países esa Caja es abierta y las pensiones tienen otras fuentes de financiación con cargo a los Presupuestos Generales. La mentira se completa diciendo que pagamos pocos impuestos, que en Dinamarca tienen el techo en el 53%, pero nos olvidamos de su casi despreciable cotización a la Seguridad Social, de que la baja de maternidad es un año, o que los niños reciben un salario hasta los 18 años además de tener universidad gratuita, por ejemplo.

Por todo, las pensiones no deben perder poder adquisitivo y además las prestaciones deben subir hasta donde permita el PIB del País, al menos mientras se siga gastando dinero en cosas manifiestamente prescindibles. Mientras veamos que un jubilado no oye, no ve, no puede masticar o desplazarse por falta de cobertura de la Seguridad Social o del Estado, algo no marcha bien. En la lista de cosas a las que se tiene derecho debe figurar la educación y la salud sin restricciones para el que lo necesite, pero también las pensiones dignas para las que se ha cotizado, y subvenciones justas para los temas mencionados que hoy no se cubren. Lo que sobre después de gastar eso, para otras cosas porque lo primero siempre debe ser la dignidad de las personas tengan la edad que tengan. No queremos que España sea un país dependiente de Cáritas, no queremos caridad, queremos derechos.

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