El tablero cuadrado de Redondo

Pedro Sánchez e Iván Redondo. / TVE
Pedro Sánchez e Iván Redondo. / TVE
Iván Redondo y Pedro Sánchez han preparado un terreno de juego para repetir unas elecciones y en menos de 24 horas llegar a un acuerdo que no consiguieron en seis meses.
El tablero cuadrado de Redondo

Hace un año Iván Redondo era un héroe. El estratega político de Pedro Sánchez era un tertuliano claro y directo que explicaba a la perfección los movimientos estratégicos, un profesional de la comunicación política que nos mostraba y adelantaba los movimientos sociales y las nuevas tendencias en los partidos españoles. Era capaz de adivinar cómo Albert Rivera, Pablo Iglesias o el mismo Sánchez reaccionarían ante diferentes temas de actualidad y nos explicaba con claridad cómo líderes de otros países ganaban las elecciones con diferentes estrategias. Como se dice ahora, “un crack”.  Un auténtico fenómeno en su profesión, reconozco su gran capacidad para visualizar el terreno de juego y sobre él diseñar la estrategia adecuada. Es un gran profesional, pero todo tiene un límite.

La estrategia puede ser extrema para ganar unas elecciones, pero no puede ser extrema para gobernar un país, o para desgobernar un país. Si apostamos todo a la estrategia sin ser transparentes y realistas con los problemas del país, si el Gobierno prefiere ser guapo y moderno en lugar de tomar decisiones, si no nos sentamos a planificar el futuro de España, si sólo pensamos en la chaqueta, en el tono de voz, en las rede sociales y en las fotos en el extranjero, el país se desmorona, la política se deteriora y nos cargamos la democracia. Y eso es lo que ha pasado en España en los últimos meses. Iván Redondo y Pedro Sánchez han preparado un terreno de juego para repetir unas elecciones y en menos de 24 horas llegar a un acuerdo que no consiguieron en seis meses.

A Iván Redondo le diría que trabaja bien, que lo eché de menos muchas veces en el PP, pero también le diría que tanto a él, como a Pedro Sánchez, el juego se les fue de las manos, que han traicionado a los españoles, pero sobre todo a sus electores.

Redondo apostó todo al rojo en un tablero que se llama España, lo hizo para echar al azul, un color que avanzaba con rigor y con estrategia de gobierno y no sólo de marketing. Como no podía hacerlo solo, se unió al morado y al amarillo y así, juntos y revueltos, siguieron jugando con las personas, hasta que echaron también al naranja y le dieron cancha y espacio al verde.

El gran problema es que mientras jugaban con los colores y ya lo tenían todo decidido, 47 millones de españoles estuvimos esperando respuestas, un liderazgo fuerte, un Gobierno que atendiese a lo que realmente importa, decisiones que no pusieran en jaque la unidad de España, un debate en profundidad sobre la financiación, sobre la educación, un debate por todo lo que nos une.

Porque lo que tenemos ahora sobre el tablero es todo lo que nos separa, un panorama político con el complicado, muy morado y con un rojo descafeinado, que pierde el color a favor de una persona que se llama Pedro Sánchez.

Es interesante, importante y necesaria la estrategia política, la comunicación política y el discurso, pero no es lo único. A mí me gustaría que España dejase ser el tablero cuadrado de Redondo para convertirse en un gran país a la altura de lo que se nos exige en Europa, a la altura de lo que ha sido nuestra historia, pero en paz y mirando al futuro, no abriendo las heridas del pasado. @mundiario

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