SUSPIROS DE EXPAÑA: España va por la historia a “Peñón fijo”

Vista de Gibraltar. / Mundiario
Vista de Gibraltar.

¿No sería mejor convertirnos en un Gibraltar gigantesco…? Entramos en guerra, nos rendirnos en 24 horas a la Royal Navy y nos declaramos Territorio de Ultramar Británico #godsavethequeen

SUSPIROS DE EXPAÑA: España va por la historia a “Peñón fijo”

Ya ha vuelto el Peñón, madre, a donde suele cada equis años. Ya tenemos otra vez a la “roca” dando el coñazo, como una de esas molestas chinas que se cuelan en los zapatos. España es tan cachonda, tan peculiar, tan “diferent”, que en vez de ponerse de acuerdo sobre cómo extirpar esa piedrecita que lleva 300 años provocando cólicos en nuestra historia, se dedica a marear la perdiz sobre su tamaño, su condición, los diferentes umbrales de dolor de mi pueblo y mi gente o si es un cálculo geográfico de naturaleza biliar, nefrítica o de periodicidad menstrual. 

Mismamente, con motivo de esta última crisis, los tertulianos, los partidos políticos, los columnistas, incluso mis coleguillas de vermut on the rock, llevan un horror de días discutiendo sobre distintas y distantes fórmulas de afrontar el problema. A la derecha genética, por ejemplo, el cuerpo le pide cirugía modelo Anatomía de Gray. A la izquierda de pana y caviar, su manual de medicina electoral ambigua le sugiere litotricia. Y luego está la izquierda patológica y derivados geográficos e ideológicos, obcecada con la política de tirar siempre piedras, incluso esa de Gibraltar, contra su propio tejado. Suponiendo que el tejado de España sea el tejado de todos los españoles, claro. El caso es que en mi país, y supongo que el vuestro, las piedras no molestan de la misma forma en el zapato derecho que en el zapato izquierdo, asunto que no deja de ser una peculiaridad anatómica.

Aquí, cuando nuestros ministros de Asuntos Exteriores son señores que se levantan con el pie izquierdo, se abre “la verja”. Pero, chico, en cuanto llega al cargo un señor de esos que se levantan con el pie derecho, se cierra. Y así por los siglos de las siglas, a “peñón” fijo, como si se nos hubiese rayado el disco de La Muralla, ya sabes: ¡Tun, tun! ¿Quién es? ¡Abre la muralla!, ¡cierra la muralla!, ¡abre la muralla!, ¡cierra la muralla…!, mientras van pasando generaciones y generaciones de españoles deshojando una absurda margarita interminable.

Si Gibraltar no puede ser español, que  España se convierta en Gibraltar

Lejos de mi la funesta manía de meterme en asuntos exteriores. Pero, como han pasado 300 años y los que te rondaré morena sin fluyan precisamente ideas sobre el enojoso asunto de Gibraltar, permítanme que sugiera una utopía que utilizan mucho los portugueses con su proverbial sentido del humor británico. Allí, cuando brota una crisis económica (con la misma reincidencia con la que aquí brotan las crisis del el dichoso Peñón), enseguida proponen que se le declare la guerra a EE UU con la seguridad de que van a rendirse en un par de días. Después, sólo sería cuestión de asumir el estatus de Estado asociado de Puerto Rico y vivir el sueño americano bajo la tutela de Tío Sam. Allí, claro, con su patriotismo, su respeto a la bandera, su fervor ante el himno nacional, su cosa, se queda todo en una coña. Pero, aquí, donde cada loco con su tema, con su bandera, con su constitución, con su independencia, compitiendo a ver quién pita con más intensidad cuando suenan las notas del himno ¿nacional?, no parece que hubiese problemas para aplicar tan ingeniosa y productiva solución. De manera que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y la Royal Navy por Rota, le declaramos la guerra a United Kindon, sacamos bandera blanca en tres días y nos declaramos Territorio de Ultramar Británico. O sea, una especie de Gibraltar a lo bestia, a ver si me entiendes, con un Picardo en vez de un Rajoy; el correspondiente Gobernador del Reino Unido, en vez de hombres de negro de Bruselas; nuestra Libra española susceptible de devaluación y tal, en vez del euro claustrofóbico; todo ello fuera de la unión aduanera de la UE, excluidos del PAC y exentos de IVA. ¡Coño, esto sería Jauja! 

El portaaviones “Illustrious” se nos va a poner a tiro

En unos meses, verás, nos aprendíamos el God Save the Queen, declarábamos  el “Spanglish” idioma oficial, nos hacíamos hinchas del Manchester o el Arsenal, euroescépticos, paraíso Turístico y Fiscal, sede de millones de empresas del planeta, miembros del selecto club de ciudadanos con alto nivel de renta per cápita, 47 millones de clones de los “llanitos”, vamos, y a vivir que son dos días. No, en serio. Ahora que estamos a punto de enviar al Príncipe de Asturias al desguace, que le preste un último servicio a la patria, hombre. Un último disparo, aunque sólo sea uno con el último obús que puedan permitirse nuestros Presupuestos del Estado que, si no da en el blanco por lo menos pase cerca del HMS “illustrious”, ya sabes, el buque insignia de la armada Británica que vamos a tener a tiro en aguas gaditanas. Por un lado sería un desagravio con varios siglos de demora para nuestra Armada Invencible. Y, por otro, la disculpa perfecta para rendirnos sin condiciones a David Cameron y ofrecernos como colonia, como territorio de ultramar, como cualquier forma de pasar a ser leales súbditos de su Graciosa Majestad Elizabeth II. Total, ¿qué más da que la capital de España deje de ser Berlín y empiece a ser Londres, eh? Aunque, conociendo a mis dos Españas, lo mismo se montaba un Gran Debate, una “Noche de la Sexta”, un “Cascabel al Gato”, una sesión parlamentaria, una interminable y retórica polémica mediática, con sesudos argumentos, naturalmente, para dilucidar entre la progresía y el conservadurismo cuál es la mejor forma de perder lo poco que nos queda de soberanía.

Una democracia cañí, de copla, de garrafón y de gallos de pelea     

Cierto es, señores del jurado, que si hoy es martes, esto es Bélgica. Pero si es lunes, martes, miércoles, cualquier día de la semana, y medio país está intentando no morir aplastado por los demagógicos, oportunistas y estériles argumentos del otro medio y viceversa, esto es España. Esto es ese pedazo de occidente, al suroeste de Europa, que ha inventado la democracia cañí del sarao mediático, la copla populista y lacrimógena, el botellón con ideologías de garrafón y las peleas de gallos televisadas, convenientemente remuneradas. Aquí, si suena el timbre de la puerta a las seis de la mañana, no es el célebre y flemático lechero de Churchill, sino Pedro Jota o Paco Maruhenda, Pablo Iglesias o Carlos Cuesta, Carmelo Encinas o Isabel Durán, Ada Colau o Edurne Uriarte, vendedoras y vendedores de humo de esos que van repartiendo por las casas “mala leche” con denominación de origen de una de las dos Españas. 

Mira, por lo menos esta última sobre Gibraltar, era mala leche on the rock, que siempre se agradece estos días de largo y cálido verano. Alguien está haciendo su agosto, mientras los incautos españoles nos rompemos la cabeza con el dichoso Peñón  de ahí abajo, duro como una piedra.

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