La solución no es despodemizar al PSOE, sino repsoecializar a sus desertores

Javier Fernández.
Javier Fernández.

Javier Fernández no necesita a un exorcista para expulsar al podemismo del PSOE, sino a un psicoterapeuta que elimine el “síndrome de Estocolmo” que padece una parte de sus militantes y sus votantes seducidos por el nacional-populismo.

La solución no es despodemizar al PSOE, sino repsoecializar a sus desertores

Javier Fernández, mi tocayo asturiano elegido para reproducir una especie de milagro de Lázaro, mejor dicho, de un horror de Lázaros, ¡levantaos y andad!, ha pronunciado su primer sermón desde lo alto de la montaña socialista con una malaventuranza: “El PSOE está podemizado” Ha sido escuchar su voz clamando en el desierto socialdemócrata, y los hombres y mujeres de la Gestora se han puesto a deambular como locos por los pasillos de Ferraz, 70, rumiando entre dientes uno de aquellos trabalenguas con los que nuestros mayores nos ponían aprueba cuando éramos pequeños: “el despodemizador que lo despodemice buen despomedizador será”. De manera que el problema del PSOE no es encontrar un costurero/costurera, ni un desbloqueador/desbloqueadora, ni un mirlo o una mirla blanca o, en su defecto, echar mano de una Blanca Paloma, como esa que ustedes y yo estamos pensando, a ver si me entienden, cuya capacidad de convocatoria para hacer camino al andar hacia El Rocío termina y acaba, fundamentalmente, en Andalucía.

Pero la solución no es encontrar un despodemizador, que viene siendo una profesión con poco futuro, sin pasado y con un presente en el que todavía no se ha abierto la matrícula en las universidades de las cuales, curiosamente, han salido ya licenciadas y doctoradas cum laude generaciones de podemizadores, sino un psicoanalista especializado en recuperar socialdemócratas a los que se les ha ido la olla, dicho sea sin ánimo de ofender y con todos los respetos.

Lo que busca Ferraz es un exorcista

El flamante Presidente de la Gestora ha emitido un diagnóstico con la misma expresión de gravedad con la que, in illo témpore, se declaraba a un ser humano endemoniado, poseído talmente por el demonio, vamos, perdido para la causa de poder aspirar a entrar en el reino de los cielos que, en la litúrgica política, viene siendo el paraíso de La Moncloa, de los Consejos de Ministros, del BOE, del Poder y el asunto ese de pertenecer a los que mandan y evitar pasarse toda la vida, o sea, una eternidad, condenado a quemarse, día tras día, en ese infierno donde habita la gente corriente, las decenas de millones de mandados por las siglas de las siglas.

Lo que necesita el PSOE es un psicoterapeuta

Hombre, hubo un tiempo, cuando la ciencia peregrinaba todavía por la sombra hacia los siglos de las luces, en el que los casos y las cosas peculiares se consideraban siempre cosa de Lucifer. Hasta que se fue civilizando la humanidad, Sigmund Freud empezó a tumbar al personal en el diván, se depuró la técnica del psicoanálisis y los comecocos, y acabamos descubriendo el autismo, la bipolaridad, el complejo de Napoleón, las fijaciones de Edipo y Electra y el amplio abanico de defectos de fabricación con la que venimos al mundo los seres humanos, incluidos el padre y la madre que nos parió. Quiero decir que, la podemización, no es cosa del diablo vestido de Prada, ni de Pablo Iglesias, ni de Íñigo Errejón, ni del Pablo El-Che-nique, ni de unas como Ada Colau, ni de Oltras como la de Valencia y demás diablillos de esos que resulta sencillo averiguar de qué pie cojean. A mis escasas luces, la podemización es un coctel sociológico de síntomas propios de la época. Pedro Sánchez, Luena, Hernando, Borrell y muchos de esos enardecidos militantes de aquella noche de los cuchillos largos del PSOE, por ejemplo, han padecido un episodio agudo de Síndrome de Estocolmo. Y una numerosa parte de la población española, en mi humilde opinión, está abducida por los ultrasonidos que emiten sutiles y sofisticados flautistas de Hamelín. Y los NiNiNis (ni estudian, ni trabajan, ni quieren trabajar), son conmovedoras víctimas de un Complejo de Emperador sin imperio que, a su vez, contagia a sus progenitores y los progenitores de sus progenitores de complejo de padres y abuelos de Emperador. Y, bueno, con toda franqueza y sin el menor temor de ser tachado de políticamente incorrecto, será casualidad, pero les recuerdo que las dos cabezas visibles de los dos partidos emergentes de eso que llaman, que llamamos la Nueva Política, son hijos únicos, reyes de sus casas, versiones contemporáneas de aquel muchacho “Mi idolatrado hijo Sisi”, al que describió y psicoanalizó magistralmente Miguel Delibes, el Nobel de Literatura que nos robaron los suecos al pueblo español.

Menos coplas a lo Marifé de Triana y más Cante Hondo a lo Camarón

De manera que ¡menos lobos, caperucita! ¡Que no cunda el pánico Javier Fernández! No hace falta un despodemizador, ni un exorcista, ni acudir a Lourdes a pedir un milagro. Llega y sobra con buscar un socialista menos iluso que ZP, menos obtuso que Pedro Sánchez y que no practique la pegadiza copla a lo Marifé de Triana, ay, sino el cante hondo a lo Camarón.

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