La política no puede quedarse al margen de la Sociedad del Conocimiento
En la política es necesario conocer muy bien los cambios que tienen que realizarse. En la capacidad del ser humano de gestionar su conocimiento se encuentra la garantía de que sus decisiones puedan ser las mejores.
Continuamente observamos en los principales líderes políticos propuestas de cambio en diferentes ámbitos, pero cualquier transformación requiere profundas nociones de la realidad existente, del mismo proceso de variación y de las consecuencias principales que las modificaciones planteadas pueden tener.
Cuanto mayor «saber» y «saber hacer» se tenga en general de las diferentes cuestiones que se aborden, mejores decisiones podrán tomarse y medidas más adecuadas podrán ponerse en práctica en beneficio de toda la sociedad. Es, por tanto, el conocimiento un elemento fundamental en política que debería estar presente en todos los temas, para explicar la forma de aprovecharlo y potenciarlo.
Pero, si realizamos un breve análisis del debate celebrado el día 7 de diciembre entre los cuatro candidatos de los principales partidos políticos o el del pasado día 15 del mismo mes, organizado por la Academia de Televisión, observaríamos aspectos muy sorprendentes. ¿Cuántas veces podríamos encontrar la palabra conocimiento?.
De la misma manera, si analizáramos los programas de los diferentes partidos políticos, veríamos que hay tres palabras seguidas que están más desaparecidas que las arrugas en la superficie de una plancha: gestión del conocimiento. ¿No es importante incrementar la capacidad de las personas para organizar, asimilar, intercambiar o preservar los conocimientos clave?.
Los principios de la Sociedad del Conocimiento centran en el ser humano el núcleo de sus acciones y están dirigidos a gestionar el conocimiento y encauzarlo hacia los mejores fines para permitir el desarrollo de una sociedad más sabia, racional, responsable y comprometida con el progreso social.
En ella se da una importancia fundamental a todos los aspectos que favorezcan que pueda ser adquirido, asimilado y difundido de la forma más sencilla, eficaz y rápida. Dentro de sus principales actividades se encuentra promover el desarrollo de las técnicas más avanzadas que sirvan a estos fines, facilitando que puedan ser utilizadas por todas las personas, desde los niños pequeños en las escuelas, mejorando su aprendizaje, hasta los adultos de cualquier edad.
Por tanto, todos estos aspectos no pueden quedar al margen de cualquier líder que quiera gobernar un país incorporando cambios transcendentales. Las variaciones no deberían centrarse en modificar constantemente las materias educativas sino en introducir técnicas para facilitar la asimilación de las nociones impartidas. La productividad de las empresas públicas no se basa en reducir puestos de trabajo o reorganizar los departamentos sino, fundamentalmente, en implementar técnicas que posibiliten a los empleados aprovechar su experiencia, aprender de sus errores y generar ideas prácticas que mejoren sus actividades.
Una gran proporción de personas que van a votar en las próximas elecciones tienen más de 60 años y las medidas no pueden limitarse solamente a promesas de cambio en sus pensiones, sino también en evitar que muchos de estos grandes profesionales (abogados, economistas, investigadores, profesores...), igual que muchas personas que emigran fuera de España, desperdicien su conocimiento sin que este bien tan importante y caro no pueda aprovecharse.
En la sociedad española está el deseo de implementar cambios que mejoren la situación actual, pero antes hay que considerar las técnicas y avances que la Sociedad del Conocimiento posee. Solo pido esta reflexión y el pequeño capricho de que se utilicen en algún debate las tres palabras mencionadas anteriormente. No se preocupen, puedo garantizar que las últimas investigaciones realizadas han demostrado de forma tajante que su utilización no provoca ningún tipo de caries.
