Siempre se mató en nombre de Dios, solo que ya no comemos a las víctimas

Grupo armado. / lavanguardia.com
Más de 20.000 terroristas ingresaron en Siria desde 2011 para derrocar a Bashar Al-Assad.

Lo hacían los aztecas, los mayas, los cristianos, los judíos y los musulmanes. Todos mataron en nombre de Dios desde el principio del mundo, pero ya es hora de parar.

Siempre se mató en nombre de Dios, solo que ya no comemos a las víctimas

Las religiones primitivas exigían sacrificios a los Dioses que normalmente se realizaban con víctimas de otras tribus, a las que no les salvaba un cambio de creencias. No había una idea de proselitismo como tampoco la tenían romanos y griegos. Si tuvo esta idea la religión católica que trató de evangelizar a la humanidad entera y de paso exterminar a los herejes que supusiesen un riesgo a su hegemonía. El problema que ahora persiste es el que se basa es la religión musulmana, el Islam. También en esta religión hay discrepantes, exégetas, y radicales, los que tratan de imponer su creencia mediante la guerra Santa o Yihad. En este caso cualquier poder político o terrenal es solo un brazo ejecutor de Dios cuyas leyes están por encima de cualquier otra realizada por los hombres.

Conviene decir que todos los que se amparan en "somos el absoluto bien y los demás es el absoluto mal", es decir en el fascismo, tienen en común la es listón de todo diálogo. Lo que sí podemos afirmar es que integrista, nacionalista, radical, nazi, comunista o musulmán, por citar alguna de las posibilidades que existen, no se nace, es un tema puramente educacional que nada tiene que ver con la genética. Ayer se murió el segundo de los gemelos que habían sido separados al nacer y educados de forma diferente, uno como nazi participando ya en las juventudes hitlerianas, y el otro como judio. Sus genes eran exactamente los mismos, pero su vida fué muy diferente en función de cómo los educaron, de su mentalización. 

Esto nos llevaría a lo que dice Pablo Iglesias en nombre de Podemos, que él problema del terrorismo es social, y quizás tenga su parte de razón y si educamos con un criterio democrático en el colegio, en casa, y en la universidad, en 20 o 30 años el mundo será mejor. Habrá que hacerlo pero no podemos esperar todo ese tiempo mientras los terroristas, los soldados del IS que nos ha declarado la guerra para formar su califato, en el que por cierto se incluye Al Andalus, siguen atacando salvajemente a la población civil en su nueva forma de guerra. Hay una parte de gente que trata de emular a sus héroes, a aquellos que tiene éxitos por muy brutales que sean. Lo vemos en las oleadas de violencia machista que es más cuando más se la publicita, o de los francotiradores de moda en USA, y lo vemos también en aquellos que los éxitos de IS les deslumbran hasta hacerles perder el miedo con la ayuda de las promesas de su religión interpretada a su manera. Por esta razón se hace imprescindible que el Estado Islámico sea derrotado en su terreno, por fuerzas internacionales bajo el paraguas de la ONU. No se conseguirá solo con bombardeos como tampoco se había derrotado a ETA con bombardeos de sus zulos, depósitos de armas, o refugios, pero sin bajar a tierra.

No se trata ahora de analizar la actuación de Al Asad, o como se crearon los grupos terroristas, o porqué invadamos Irak. Sabemos que con Sadam Husein o Gadafi,  los terroristas no se pasearían por sus países, y que si las armas y municiones no llegasen a manos del IS, o no comprásemos su petróleo en el mercado negro, el problema sería otro, pero el tema es tan urgente que hay que tomar acción. Luego se convocará elecciones supervisadas internacionalmente y que gane el que quieran los Sirios, no el que quiera EEUU, Francia, o cualquier otro.

Por todo esto es loable la actitud de Ciudadanos pidiendo entrar en el pacto terrorista, y la idea apoyada por el PSOE para que entren todos. Podemos dice que entren las fuerzas sociales pero entrando todos los partidos, incluso los extraparlamentarios, la sociedad debería estar representada en ellos.

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