Setenta años desde la victoria aliada en Europa en la Segunda Guerra Mundial

El General Eisenhower. / history com
El General Eisenhower. / history com

Durante más de cinco años, los violentos combates hicieron estragos en todo el continente. Madres, padres e hijos fueron asesinados en los campos de concentración.

Setenta años desde la victoria aliada en Europa en la Segunda Guerra Mundial

Durante más de cinco años, los violentos combates hicieron estragos en todo el continente. Madres, padres e hijos fueron asesinados en los campos de concentración.

8 de mayo: se cumple un aniversario histórico: 70 años desde la victoria aliada en Europa en la Segunda Guerra Mundial. En el día de la Victoria en Europa, después de la rendición nazi, la gente salió en masa a las calles de Londres y París y Moscú, y la nube de temor que acechaba al continente durante tantos años finalmente se disipó. Aquí en casa, desde los pueblos más pequeños hasta Times Square, multitudes de personas se congregaron a celebrar, cantar y bailar de alegría. Todavía quedaban tres meses más de enfrentamientos mortales en el Pacífico. Pero durante unas pocas horas, el mundo se alegró por la esperanza de la paz.

El General Eisenhower anunció la noticia sin demasiada fanfarria. "Las fuerzas aliadas", dijo, "han cumplido su misión". Pero este simple mensaje daba una impresión falsa de la extraordinaria naturaleza de la victoria aliada y de las pérdidas humanas. Durante más de cinco años, los violentos combates hicieron estragos en todo el continente. Madres, padres e hijos fueron asesinados en los campos de concentración. Para cuando callaron las armas en Europa, aproximadamente 40 millones de personas habían perdido sus vidas en ese continente.

Hoy rendimos tributo a todos los que sirvieron a nuestro país. Eran patriotas, como mi abuelo, quien sirvió en el ejército de Patton: soldados, marineros, pilotos, marines, guardacostas, marinos mercantes, además de las mujeres de las WAC y las WAVES y todas las demás divisiones. Arriesgaron sus vidas y entregaron sus vidas para que nosotros y las personas del resto del mundo pudieran vivir en libertad. Eran mujeres que se pusieron al servicio de su país en cantidades sin precedentes para encargarse de cuidar la retaguardia y, como mi abuela, para construir bombarderos en líneas de montaje.

Esta fue la generación que salvo al mundo, literalmente: los que acabaron la guerra y forjaron la paz.

Esta fue la generación que guardó sus uniformes y obtener una educación universitaria con el fin de casarse con su media naranja, comprar un hogar, criar a sus hijos y formar la clase media más fuerte que ha existido sobre la faz de la Tierra.

Esta fue la generación que incluyó héroes como los aviadores de Tuskegee, los locutores de claves navajos y los estadounidenses de ascendencia nipona del Regimiento 442: una generación que continuó luchando por la libertad aquí en nuestro país, expandiendo la igualdad y las oportunidades y la justicia para las minorías y las mujeres.

Estaremos eternamente agradecidos por lo que hicieron estas mujeres y hombres extraordinarios, por la gracia abnegada que mostraron en uno de nuestros momentos más sombríos. Pero en la celebración de este septuagésimo aniversario, no nos limitemos a conmemorar un hecho histórico. Volvamos a consagrarnos a promover las libertades por las que pelearon ellos.

Asegurémonos de seguir luchando para hacer realidad los ideales de nuestra fundación como nación: que somos un país en el que, independientemente de quienes seamos o de dónde vengamos o de la apariencia que tengamos o a quién amemos, si trabajamos duro y asumimos la responsabilidad que nos toca, todos los que aquí vivimos tenemos la oportunidad de hacer lo que queramos de nuestras vidas.   

Mantegámonos unidos con nuestros aliados, tanto en Europa como en otros continentes, en nombre de nuestros valores compartidos: libertad, seguridad, democracia, derechos humanos y el imperio de ley alrededor del mundo, y contra todas las formas de odio e intolerancia para dar sentido a aquella promesa: "Nunca olvidemos. Nunca más.”

Y, por sobre todo, honremos una vez más a esa generación de compatriotas cuyo coraje y sacrificio hizo posible que nos encontremos hoy aquí, en paz y en libertad. Su espíritu está vivo en los valientes hombres y mujeres de uniforme (y sus familias) que continúan defendiendo las mismas libertades por las que lucharon nuestros padres y abuelos. Las personas que vivimos en Estados Unidos debemos estar agradecidos por su servicio y honrarlos de verdad, tanto en este día especial como cada día del año, expresándoles nuestra debida gratitud y brindándoles el respeto que se merecen.

Que Dios los bendiga y que siga bendiciendo a Estados Unidos de América.

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