Moro deja el Ministerio de Justicia por cuatro días apurado por los medios

Sergio Moro, ex ministro de Justicia de Brasil. / Twitter
Sergio Moro, ministro de Justicia de Brasil. / Twitter

El juez vive sus momentos más difíciles desde hace un mes, cuando empezaron a correr acusaciones de que había tergiversado las investigaciones del caso Lava Jato.

Moro deja el Ministerio de Justicia por cuatro días apurado por los medios

Sergio Moro abandona la titularidad del Ministerio de Justicia de Brasil desde este lunes hasta el viernes 19 de julio, es decir por cuatro días. El popular funcionario brasileño ha justificado de forma pública esta renuncia parcial por "asuntos particulares". No obstante, el movimiento llega justo cuando se encuentra en el ojo del huracán por una cada vez más creciente sospecha de que tergiversó las investigaciones del caso Lava Jato cuando fungía como juez. La atmósfera alrededor suyo es tal, que el presidente Jair Bolsonaro no quiso poner las manos al fuego por él. "El pueblo dirá si estamos en lo correcto", dijo el mandatario cuando fue abordado por las acusaciones que ha difundido el diario The Intercept.

Bolsonaro y Moro estuvieron en el estadio Maracaná el domingo para ver la final de la Copa América entre Brasil y Perú. Ambos fueron recibidos tanto entre abucheos como aplausos, lo cual demuestra lo partida que está la sociedad brasileña hoy por hoy. El ambiente desatado en la final de la competición debería ser un jalón de orejas para el presidente puesto que fue abucheado por la clase media que tiene el suficiente poder adquisitivo para pagar una entrada a tremendo partido, es decir, justo el tipo de personas que le votaron en las elecciones. Uno y otro están recibiendo todos los truenos pues eran vistos por la sociedad brasileña como la panácea a la corrupción y el crimen organizado.

De acuerdo al medio Datafolha, el descontento con el presidente y el que fue proclamado como su ministro estella se fortalece cada semana. Para el 33% de los brasileños, reza un estudio del medio, la labor del actual presidente ha sido mala o pésima desde enero (cuando tomó posesión), un 31% la califica como regular y un 33% la ve como buena y óptima. Se trata del presidente peor valorado en sus primeros seis meses de Gobierno desde 1990.

Todo empezó hace un mes cuando The Intercept Brasil empezó a filtrar mensajes de texto que Moro había intercambiado con el fiscal del caso Lava Jato, Deltan Dallagnol. La noticia incendió rápidamente a todo el país y los medios tradicionales como Folha de Sao Paulo empezaron a difundir también estos mensajes, que se han filtrado desde una fuente anónima.

Presionado, Moro ha tenido incluso que presentarse ante el Organismo Legislativo y ha convocado a sus seguidores a marchar en las calles para defender su nombre. El ministro ha basado su defensa en que los mensajes, supuestamente enviados desde la aplicación Telegram, fueron manipulados. Glenn Greenwald, fundador del medio que lo inició todo, se presentará esta semana misma en el Senado para comparecer por los mensajes en cuestión.

Como sea, las revelaciones apuntan a demorar un buen rato en terminar. Lo que se ha hecho público hasta día de hoy es apenas una pequeña parte de todo lo que queda por delante. De momento se sabe, por ejemplo, que Moro habría ocultado información a un magistrado del Tribunal Supremo para evitar que el caso pasar a una instancia superior; también que se opuso a que la Fiscalía llegara a un acuerdo con Eduardo Cunha, exjefe de la Cámara de Diputados a fin de meter de cabeza a terceros y mitigara así su condena, siguiendo el sistema de delaciones premiadas. 

La imagen es tal, que Veja, uno de los diarios semanales que respaldaron a Moro al inicio de su gestión, tituló "Nuevos diálogos revelan que Moro orientaba ilegalmente acciones de la Lava Jato". Eso deja claro que las huestes empiezan a voltearse.

Moro y su gracia con Dellangol han llegado incluso a ensombrecer el proyecto de reforma de las pensiones que se discute actualmente en el Legislativo, el cual era sin duda uno de los grandes proyectos del Ejecutivo actual. Cuando menos su cabeza está todavía en su lugar porque un 54% de los brasileños no considera que deba dejar su puesto, de acuerdo siempre a Datafolha. @mundiario

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