¿Será Feijóo quien reoriente y fije la nueva política autonómica del PP de Casado?

Alberto Núñez Feijóo y Diego Calvo. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo y Diego Calvo. / Mundiario

El PPdeG tiene razones para estar preocupado ante la posibilidad de que Casado pretenda reorientar al nuevo PP hacia planteamientos recentralizadores con el fin de recuperar los votos que por ese lado haya podido arrebatarle Ciudadanos, con su discurso españolista.

¿Será Feijóo quien reoriente y fije la nueva política autonómica del PP de Casado?

Será en los próximos días, antes de la pausa estival de agosto, cuando sepamos qué papel asume Alberto Núñez Feijoo en el Partido Popular de Pablo Casado, si finalmente acepta la invitación que le lanzó incluso antes del congreso. No será un cargo relevante en la cúpula que está configurando el nuevo líder nacional. No tendría mucho sentido, después de haberse autoexcluido del proceso sucesorio. Puede que se trate más bien de una encomienda especial al margen de la estructura orgánica convencional, vinculada al ámbito en el que el presidente de la Xunta es un referente para los "populares": la política territorial. Eso es lo que sugiere, con conocimiento de causa, el número dos del PPdeG, Miguel Tellado, para quien está claro que su jefe no estará en el comité ejecutivo, porque el nivel de dedicación que un puesto de ese tipo requiere es casi incompatible con sus responsabilidades al frente del gobierno gallego.

En ese caso, Feijoo sería el encargado de coordinar un equipo de dirigentes regionales y de expertos que deberían elaborar un amplio documento con propuestas concretas para el rediseño del Estado de las Autonomías. Tales propuestas marcarían la estrategia de oposición del PP al Ejecutivo de Pedro Sánchez en el Parlamento, pero también incidirían, a la manera de un programa común, en la política autonómica del PP allí donde gobierna o aspira a gobernar. Sobre el papel es una tarea en la que Don Alberto tiene mucho que aportar, puede sentirse bastante cómodo y útil, sin menoscabar en nada la autoridad del flamante líder nacional y de que equipo de confianza.

El PPdeG tiene razones para estar preocupado ante la posibilidad de que Casado pretenda reorientar al nuevo PP hacia planteamientos recentralizadores con el fin de recuperar los votos que por ese lado haya podido arrebatarle Ciudadanos, con su discurso españolista y como abanderado del antinacionalismo, a partir de la crisis secesionista catalana. Feijoo es consciente de que goza de un amplio respaldo ciudadano (y de una holgada mayoría parlamentaria en O Hórreo) gracias en buena medida al galleguismo ligth y pragmático con el que el difunto Fernández Albor consiguió, en 1981, el primer gran éxito electoral de la entonces Alianza Popular (hoy PP). Un camino en el que profundizó Manuel Fraga con tanto fervor que hasta él mismo acabó transformándose en un autonomista convencido y convincente. Y una hoja de ruta que el titular de la Xunta asume como propia y considera ampliamente refrendada con sus sucesivos y rotundos triunfos en las urnas.

Los populares gallegos regresan satisfechos de un congreso extraordinario al que acudieron un tanto divididos, aunque sin fricciones aparentes. No les ha ido mal, dicen. Y sacan provecho del resultado. Varios peones de Feijoo estarán en la estructura de poder que ultima Casado. Entre ellos, el vicepresidente de la Xunta y "barón" del PP de Pontevedra, Alfonso Rueda, una de esas personas que por su cercanía y fidelidad a Don Alberto nunca daría un paso de ese tipo sin al menos su asentimiento tácito. Estando Rueda, y Diego Calvo, en la sala de mandos de Génova es como si estuviera allí el propio Feijoo, que, ojo, nada más conocer el resultado de la votación de los compromisarios, volvió a dejar caer el aviso a navegantes de que, si esta cita congresual se produjera dentro de dos años, él optaría a suceder a Rajoy. Más claro, agua. @mundiario

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