La fusión de los ayuntamientos coruñeses de Oza dos Ríos y Cesuras abre expectativas

Casa consistorial de Oza dos Ríos, en A Coruña.
Casa consistorial de Oza dos Ríos, en A Coruña.
El Diario Oficial de Galicia del pasado viernes publica algo más que un simple Decreto, incluye una página de la historia reciente referida a la fusión de los ayuntamientos coruñeses de Oza dos Ríos y Cesuras. Pero todo lo que la rodea provo
La fusión de los ayuntamientos coruñeses de Oza dos Ríos y Cesuras abre expectativas

El Diario Oficial de Galicia del pasado viernes publica algo más que un simple Decreto, incluye una página de la historia reciente referida a la fusión de los ayuntamientos coruñeses de Oza dos Ríos y Cesuras. Pero todo lo que la rodea provoca en mí sentimientos diferenciados:

Un sentimiento de alegría y satisfacción, ya que sus alcaldes han demostrado lealtad a sus vecinos, anteponiendo las necesidades de estos a sus propios intereses políticos, partidistas y particulares, llevando a cabo un proceso que, desde el punto de vista social, se trata de una cuestión de supervivencia para los pequeños ayuntamientos, de gestión de fondos públicos y de garantía en la prestación de servicios básicos, y desde el punto de vista político, de adelantarse a lo que irremediablemente debe abordarse no sólo en Galicia sino en toda España. Y no ver esto es no querer darse cuenta de la realidad en la que vivimos.

Un sentimiento de tristeza por comprobar que el Partido Socialista de Galicia no está a la altura de las circunstancias históricas, pretendiendo recurrir esta fusión a pesar de la jurisprudencia constitucional que respalda al informe del Consello Consultivo, lo que sabe el Sr. Caamaño, o debería saber ya que hasta hace poco fue Ministro de Justicia. Sin perjuicio de que es indefendible un Estado en el que los microayuntamientos pueblan toda su geografía y donde el mantenimiento de la actual planta local responde más a los intereses de los alcaldes y sus partidos que a la voluntad de resolver los problemas y satisfacer las necesidades reales de sus vecinos. Y un partido con voluntad de Gobierno, tanto autonómico como estatal, debería tener mayor altura de miras.

Un sentimiento de escepticismo por la tibieza de la Xunta de Galicia. Es cierto que su Presidente anima a que sigan las fusiones y su Vicepresidente anuncia discriminación positiva durante 10 años en las ayudas a los ayuntamientos fusionados, pero siempre que estos, voluntariamente, acuerden dar el paso. Y creo que se equivocan. Para la fusión de Oza y Cesuras no hizo falta ninguna discriminación positiva ya que sus trámites se iniciaron antes de este anuncio, lo que quiere decir que los motivos que los llevaron a ello no tenían nada que ver con estos incentivos. La fusión voluntaria e incentivada dilatará en el tiempo el proceso hasta hacerlo inviable, como sucedió en Francia, además de que esas agrupaciones no se guiarían por los principios de ordenación y racionalización sino de afinidad o empatía, lo cual no siempre garantiza la bondad del resultado. En este tema, aunque resulte incómodo y políticamente incorrecto, se debe actuar de forma valiente, acometiendo las fusiones de forma ordenada pero obligatoria. Y quizás este sea un buen momento para hacerlo, no sólo en Galicia sino en el resto de España, ya que debe ser un proceso general y no sólo autonómico y aislado, pero que podría abanderarse desde aquí.

Y un sentimiento de tristeza porque nadie se ha referido a los efectos perversos que va a suponer la reforma local que pretende el Gobierno Central y que dejará en agua de borrajas esta fusión histórica, pues al no alcanzar los 20.000 habitantes es muy posible que sus servicios sean asumidos por la Diputación exactamente igual que si no se hubieran fusionado, con lo que fomentará las dudas entre los vecinos de ambos municipios del por qué de todo este lío así como supondrá el mayor desincentivo a los demás para seguir sus pasos. Por ello quizás desde la Xunta de Galicia, la Fegamp y la propia Diputación de A Coruña, que tanto han alabado, y con acierto, esta fusión, deberían acometer las acciones políticas que les corresponda, con más firmeza que hasta ahora, para convencer al Ministerio de Hacienda que la reforma que pretende es el mayor ataque al municipalismo de la historia de este país, así como que supone un auténtico revés a cualquier proceso de fusión, terminado o en proyecto, y a la necesaria reforma del mapa de planta local que tanto necesitamos en este país.

Comentarios