Un senador del Partido Popular llama gilipollas a los trabajadores

Gilipollas
Gilipollas.

Así lo manifestó en una fiesta con amigos, como si el ámbito privado pudiera exculparle de haber insultado a millones de españoles.

Un senador del Partido Popular llama gilipollas a los trabajadores

Disculpen por empezar así mi artículo de hoy. No es mi costumbre usar exabruptos, pero en esta ocasión parece justificado. Por si no se ha enterado, le hago un pequeño resumen. Durante un encuentro con unos amigos, el senador del Partido Popular, Eugenio Gonzálvez afirmó: "Haz como yo, retírate y sigue mandando, como yo mando, pero en la sombra, que trabajen los gilipollas". Es decir, usted y yo somos gilipollas. Asegura el señor Gonzálvez que todo está sacado de contexto, que el vídeo pertenece al ámbito privado y que el mensaje iba dirigido a un amigo suyo que celebraba su 65º cumpleaños. Dado el revuelo mediático, el senador ha pedido humildes disculpas por sus desafortunadas palabras por si alguien se hubiera sentido ofendido.

Pues sí señor Gonzálvez. Nos ha insultado. Ha insultado usted a los millones de afortunados españoles que nos levantamos temprano para ir a nuestro trabajo. Ha insultado usted a los millones de parados que hay en nuestro país. Ha insultado usted a las personas que están sin empleo y cobran la Renta Activa de Inserción y tienen que mantener a sus familias. A los que no tienen que comer hoy. A los que no han podido encender la calefacción porque no pueden permitírselo... Se ha mofado de ellos y después, se ha fumado un puro. Otra de gambas para el señor senador. Todo por hacer una chanza con sus amigotes en sus francachelas. Espero que se haya quedado satisfecho. Ha plasmado en una frase la realidad social de España. Los políticos viven bien mientras el pueblo es un panoli.

No voy a molestarme en hacer un alegato acerca de la inutilidad del Senado. Eso ya es más que evidente. Todos los sabemos, incluso los mandamases, pero lo mantienen para poder colocar así a las viejas glorias y que sigan dándose la vida padre sin dar golpe. La justificación del señor Gonzálvez, en este caso, es que todo ocurrió en el ámbito privado. Hay que tener la cara como el cemento armado. Como si eso pudiera eximirle de la culpa. Si en un ámbito privado yo, o cualquier empleado de este país se mofara de la violencia de género, de los homosexuales, de la desnutrición... y se enteran los jefes —y no olvide que los jefes de los políticos, somos usted y yo— mañana estaríamos en la calle. Pero ya sabe cómo funciona la política. Tras una pifia, el susodicho pide disculpas con la coletilla de por si ha podido molestar a alguien, y a otra cosa, mariposa. Es decir, hasta que haya otro escándalo que haga olvidar mi metedura de pata. O en su defecto que el árbitro no pite penalti a favor del Madrid o del Barça. ¡No señores políticos! Si usted se equivoca de gravedad, pide disculpas... y entrega el acta de diputado, de senador, o lo que sea menester. Abandona la política y a trabajar. A doblar el lomo, como hacemos los demás. Ya que somos gilipollas, que lo seamos todos. No siempre los mismos...

Piensen. Sean buenos.

 

La canción regalo de hoy viene de la mano de Fräulein Gesundheit. Beat on the brat. Sacude al mocoso. Por más que hemos pensado canciones, no consideramos que el señor Gonzálvez se merezca otra. Con todos ustedes: ¡Ramones! 

 

 

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