Las secuelas de Covid-19: estrategias que la UE puede desarrollar

Emmanuel Macron y Angela Merkel. / RFI
Emmanuel Macron y Angela Merkel. / RFI
El impacto de la Covid-19 en Europa pone de manifiesto la necesidad de un cambio radical de sus políticas sanitarias y económicas.
Las secuelas de Covid-19: estrategias que la UE puede desarrollar

Estas últimas semanas han colocado al planeta al borde de la desesperación. Estamos unidos, en efecto, pero en el desconcierto y la indefensión. Por más que algunos nos intenten convencer de que la evolución era previsible, hace un mes nadie sería capaz de emitir un pronóstico que se aproximase a esta devastadora realidad.

Repaso significativo de cifras

En un artículo anterior, me aventuré a realizar una proyección que resultó un error estrepitoso. Es interesante analizar las razones de la brutal desviación. En aquel momento, China superaba ya los 80.000 casos, pero tras tres semanas de crecimiento desbocado, los nuevos casos habían caído más de un 80%. En Corea del Sur, se apreciaba una evolución moderada; jamás entró en crecimiento exponencial. Si considerábamos otros países asiáticos, la incidencia del virus era –y sigue siendo–  poco más que anecdótica.

A día de hoy, los casos registrados en China suponen el 0,006% de la población (58 por millón) y en Corea el 0,018% (177 por millón). En ambos países, la situación está controlada. En España, los casos registrados suponen el 0,105% de la población a 25 de Marzo (1.051 personas por millón) y nadie sabe hasta dónde llegaremos.

Si hablamos en términos de fallecidos, la diferencia aún se acentúa más: 2,3 por millón en China; 2,5 por millón en Corea del Sur; 77 por millón en España (125 en Italia). Son cifras que exigen, como nunca antes, un análisis a fondo y una asunción de responsabilidades por los muchos errores que se han tenido que cometer para que la comparación resulte tan extraordinariamente aciaga.

¿Quién podría haber previsto que el efecto de la Covid-19 en España sería 20 veces más fuerte que en China o Corea, y creciendo?

Al comienzo de la epidemia, Luis Enjuanes, jefe del Laboratorio de Coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, uno de los mayores expertos en coronavirus de España, declaraba que el virus era "menos agresivo que los anteriores" y que la transmisión entre personas “no es fácil que se produzca”. La comparación se refería sobre todo al SARS que apareció en 2003 y que presentaba una composición similar al virus que lo ha cambiado todo en 2020. El SARS causó 774 muertos. Otro virus de naturaleza semejante, el MERS de 2012, causó 851 fallecimientos. Si tomamos el ébola, un virus de mayor letalidad, vemos que su brote más agresivo, entre 2014 y 2016, dejó algo más de 11.000 muertes. Son referencias, las tres distintas naturalmente, pero que deberían servir de referencia. Pues bien, a 25 de Marzo, la Covid19 ha sesgado la vida de 21.112 personas en el mundo y su techo de muerte aún se desconoce.

Reacción de la Unión Europea

No era sencillo realizar previsiones, de acuerdo. Italia y España, países más afectados, no representan un caso aislado en Europa. No vamos a aburrir con cifras; tan solo diré que Suiza muestra un mayor número de casos en términos relativos que Italia; naciones como Austria o Noruega presentan una evolución preocupante; los propios líderes de la Unión Europea, Alemania o Francia, multiplican por varios factores los números de afectados en cualquier país asiático. ¿Qué ha ocurrido en Europa?

Insisto: la situación requiere un análisis concienzudo y hasta el fondo. Pero hoy es 26 de Marzo y Europa tiene que reaccionar. No es fácil reforzar los sistemas sanitarios nacionales pero hay que hacerlo. Parece complicado acopiar el material del que se carece pero hay que buscar la manera. Resulta titánico atender las necesidades de los ciudadanos en tan inédita situación pero no queda otro remedio. Y las urgencias económicas, sobre todo de las familias con condiciones laborales precarias y menos recursos, serán tremendas.

Juntamos los factores anteriores y planteamos una ecuación de solución única: el Estado, los Estados, han de responder. Más recursos, más fondos, por tanto más deuda. Se tiene que resolver la hecatombe y se han de poner las bases para la recuperación, no solo sanitaria y económica, sino también social y anímica. La fuerza del Estado se pone en entredicho como nunca antes en tiempos de paz.

Propuestas

Una modesta contribución: la Unión Europea debe abrir tres frentes decisivos y con toda la determinación que la situación requiere.

> Primer frente: el sanitario. Nunca más un recorte de recursos sanitarios, Nunca más la privatización de los servicios de atención a la salud de las personas. Nunca más diezmar los sistemas públicos para beneficio de grupos privados. La Unión Europea debe promover una norma del máximo nivel en este sentido que se traslade a los respectivos cuerpos jurídicos de los Estados que la integran. Por razones vitales: la salud es lo primero (dicho popular de razón aplastante) y, ahora lo sabemos, la próxima pandemia puede resultar fatídica para la raza humana.

> Segundo frente: el tecnológico. La evolución tecnológica de las últimas décadas permite desarrollar soluciones que habrían servido de cortafuegos a la expansión del virus. Disponemos de la Internet de las cosas (IoT, “Internet of things”) y de los llamados “wearables”, aparatos que usamos (por ejemplo, el reloj; los propios móviles) capaces de monitorizar nuestras constantes, nuestros movimientos y nuestros contactos. Disponemos de capacidad de transmisión telemática y de almacenamiento de datos. Tenemos, precisamente, el big data y la inteligencia artificial. Tenemos el blockchain para el tratamiento de los registros clínicos y personales con la mayor seguridad. Lo tenemos todo para disparar las alarmas cuando sea necesario, para realizar el seguimiento de los casos sospechosos, para monitorizar, para gestionar. Europa debe poner en marcha los proyectos de telemedicina que hagan de todo esto una realidad en el corto plazo. La manera de contestar a la pandemia ha sido arcaica, chapucera y de espaldas a la tecnología A ella debemos recurrir en los momentos en que la humanidad la necesita con mayor apremio.

> Tercer frente: el financiero. Las crisis acentúan las desigualdades sociales, que no cejan en su ampliación año tras año. Los ricos se descubren más ricos tras cada nuevo balance, los pobres se revelan más en número y en grado de pobreza. La precariedad personal y familiar resulta insostenible por razones de justicia social y por razones económicas también, como se ha cansado de demostrar Thomas Piketty, por ejemplo. Si necesitamos un Estado más fuerte y mejor financiado, y precisamos reconducir el deterioro del nivel de vida de millones de ciudadanos, no queda más salida que aplicar una fiscalidad agresiva a las grandes fortunas. Piketty habla de una tasa del 90% a las rentas más altas. No sé cuál será el impuesto “justo”. Pero en estos momentos más que nunca, se requiere establecer, mejor a nivel de Unión Europea, una fiscalidad específica para los grandes patrimonios y las grandes rentas. Son los privilegiados de la sociedad los que más deben contribuir a salvarla.

Las medidas anticrisis y la discusión de los coronabonos ocuparán la cumbre europea. Creo que nuestros políticos deberían abordar cuanto antes estrategias transformadoras con repercusión efectiva en la calidad y en la humanidad de nuestras comunidades. @mundiario

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