¿Se está convirtiendo a los que operan en Ceuta en bisagra del terror yihadista?

Las detenciones en Ceuta de yihadistas vinculados a Al Qaeda revela una trama con conexiones en Irak y Siria, situando a la ciudad autónoma española en un posible eje de la yihad global.
¿Se está convirtiendo a los que operan en Ceuta en bisagra del terror yihadista?

Para nadie es una novedad la prioridad que para España tiene el norte de África, pero tampoco debería serlo insistir en ello, pues, a veces, podemos olvidar su valor intrínsecamente estratégico. Por proximidad geográfica, innegables lazos históricos y humanos, por la realidad nacional de nuestras ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, la colaboración constructiva con los países de la zona supone también reforzar los lazos con ellos, lo que supone una base sólida para dar apoyo y sostén al asentamiento cultural de la democracia y el Estado de Derecho en ellos para la adecuación temporal y estratégica de una respuesta firme a la amenaza del terrorismo yihadista.

La reciente detención en Ceuta de ocho individuos de nacionalidad española acusados de estar vinculados a Al Qaeda, que reclutaban a otros para cometer atentados en Siria a las órdenes de grupos integrantes de la red terrorista, debe poner en primera línea del interés público lo expuesto anteriormente, sin que por ello se deba caer en el alarmismo, dado que las detenciones son el fruto de investigaciones iniciadas por la Policía Nacional en 2009 y por la Guardia Civil en 2011. No obstante, hay una cuestión que debe centrar la atención no solo de los analistas, sino también de la opinión pública.

Teniendo en cuenta la situación de aislamiento de AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico) tras la intervención occidental en el África subsahariana con la participación de países de la región y la presión en el norte de África, la realidad del reclutamiento, adoctrinamiento y envío a Oriente Medio de ceutíes bien para participar en atentados, bien destinados a campos de entrenamiento y la implicación propagandista de AQMI (con la excusa de las detenciones en Ceuta), nos lleva a preguntarnos sobre el papel que ocupa la ciudad autónoma en el entramado del yihadismo global y sus conexiones en Irak, Siria y Marruecos, sin desdeñar el papel de la Turquía de Erdogan.

Con Pakistán y Afganistán lejos en el mapa, la actividad terrorista incesante en Irak y el conflicto civil en Siria, parece haberse desplazado el eje, el núcleo de las decisiones, en la que podría calificarse de nebulosa del terror que es Al Qaeda. ¿Se está convirtiendo a los que operan en Ceuta en bisagra del terror yihadista? En este asunto no solo debe prestarse atención a las organizaciones, sino también a los compañeros de viaje (financiación y propaganda) y a los que actúan en solitario, una amenaza más difusa, menos concreta y tal vez menos efectiva que la de aquellos que se organizan en células. Por otra parte, el control del adoctrinamiento en mezquitas, locales y a través de internet es otra de las facetas que componen el complejo poliedro de las acciones contra el terrorismo islamista.

Hay muchos ámbitos en los que potenciar la estrategia de lucha contra la amenaza que antes se nos mostraba más lejana y que ahora se nos revela en el corazón de nuestra sociedad.

Lo que arriesgamos ante ese desafío no es sólo la seguridad. Es, sobre todo, la libertad. Nuestra libertad.

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