Santiago de Compostela: viaje desde los baches a la conquista de El Dorado

Pazo de Raxoi, sede del Ayuntamiento de Santiago de Compostela. / Wikipedia
Ayuntamiento de Santiago de Compostela. / Wikipedia

El triunfo del PP era un Titanic previsto, teniendo en cuenta los antecedentes empresariales y financieros del capitán del buque. Pero no estaba escrito un hundimiento semejante.

Santiago de Compostela: viaje desde los baches a la conquista de El Dorado

El triunfo del PP era un Titanic previsto, teniendo en cuenta los antecedentes empresariales y financieros del capitán del buque. Pero no estaba escrito un hundimiento semejante.

No es la primera vez que al PPdeG le sucede el fiasco de hundirse en una alcaldía con mayoría absoluta. Antes de llegar a la insólita situación de Santiago de Compostela, los conservadores gallegos ya probaron de esta cicuta en Vigo. La mayor ciudad industrial de Galicia era un feudo del puzzle de la izquierda desde la primera corporación, en la que el entonces líder socialista Manuel Soto fue capaz de poner de acuerdo a tirios y troyanos para gobernar frente a la extinta UCD. Le correspondió a otro Manolo, Manuel Pérez Álvarez, conseguir para el PP el ansiado trofeo. Y fue dentro de su partido donde se fraguó la pérdida del bastión con enredos de comedia bufa, falta de programas eficaces, luchas intestinas por el poder y otros condimentos al uso. Ahora no levantan cabeza.

El triunfo del PP en Santiago de Compostela era un Titanic previsto, teniendo en cuenta los antecedentes empresariales y financieros del capitán del buque. Pero es bien cierto que no estaba escrito un hundimiento de las características que ahora presenciamos en 3D y pantalla panorámica. Estamos ante una versión modernizada de “La venganza de don Mendo”, de Pedro Muñoz Seca, tragicomedia en verso, donde muere hasta el apuntador. Claro que, en el caso de Compostela, la concha del escenario estaba llena de apuntadores con los teléfonos pinchados. 

Durante casi tres décadas de gobiernos de izquierda, la burguesa y levítica ciudad de Compostela alcanzó cotas de consenso, bienestar, progreso y prestigio desconocidos en su historia desde los tiempos de Diego Xelmirez en el siglo XII. La capital de Galicia era una manzana ansiada por el PP, que en poco más de dos años de gestión con mayoría absoluta la ha transformado en titular preferente para las páginas de sucesos y tribunales, además de anclarla en el desgobierno. Desde el robo del Códice Calixtino los compostelanos tienen la sensación de que el Apóstol prefería a los socialistas en la alcaldía. Y puede que sea un espejismo cierto.

¿Por qué triunfa el PP en las últimas elecciones municipales? La respuesta más elemental es: “por la inercia del desgaste de 28 años de gobierno”. Sin embargo, tanto socialistas como nacionalistas debieran profundizar en un análisis más realista y político, que aún no han hecho. El PP ganó sin programa, con un candidato desprestigiado, con un equipo dividido y con fecha de caducidad inmediata. El talento de su campaña se basaba en contar baches. Luego hemos sabido por los juzgados que también se trataba de una carrera frenética hacia El Dorado, con impulsos mediáticos y empresariales bien coordinados. Les fallaron el capitán y los apuntadores.  

Ahora la realidad es caótica y el futuro incierto, no solo para el gobierno sino también para la oposición. A los primeros simplemente les queda la esperanza de un buen morir. Pero, para colmo de males, los segundos están cifrando en ese deceso su resurrección. Una lamentable táctica que difícilmente respaldarán los votantes de centro y de izquierda. 

¿Qué hemos hecho en la capital de Galicia para merecer esto y cómo saldremos? Esa es la interrogante más escuchada en la plaza pública. No existe respuesta o solo puede ser irónica, porque mientras unos se encomendaron al Apóstol para llevarse el cepillo y ganaron, los otros confundieron hacer política con dar abrazos por las aceras. Y ahí seguimos.

Comentarios