Sánchez espera un gran beneficio de las elecciones que afirma no desear

Albert Rivera, líder de Ciudadanos; y Pedro Sánchez, presidente de Gobierno. RR SS.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos, y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / RR SS.
Nadie decía querer un nuevo proceso electoral que culpase del fracaso negociador a los votantes. Mientras, el CIS susurraba al oído de Sánchez que el PSOE subiría y Podemos bajaría.
Sánchez espera un gran beneficio de las elecciones que afirma no desear

Es difícil de creer que ese panorama no resultase atractivo al PSOE. Nada menos que aumentar los escaños y por lo tanto la recaudación, hundír a ese incómodo rival llamado ahora Unidas Podemos, la única reminiscencia del marxismo en España, y ya de paso soñar con esa predicción de que un descenso de escaños en Ciudadanos, Vox, y quizás el PP, le permitiría gobernar en solitario sin el apoyo de los incómodos nacionalistas e independentistas a los que parece que les hizo la lengua un fraile, como se decía antiguamente. Solo con el apoyo de Podemos que trataría de no desaparecer devorado por Errejón, los anticapitalistas andaluces, y los soberanistas de las Comunidades.sería suficiente para formar gobierno, y si no cuaja siempre le quedaría aceptar las condiciones de Albert Rivera según como vayan las cosas.

Claro que a veces los sueños sueños son y el PSOE, que tiene más imputados que nadie y se le juzga por un importe mayor del que se juzgó al PP, podría tener su octubre negro. Es el mes en que debería salir la resolución del caso de los EREs y que podría llevar a Sánchez a dimitir si es una condena dura y sigue las exigencias que él mismo hizo al PP, claro que quizás logre seguir retrasando la sentencia pero aún así hay que contar también en el próximo mes con la sentencia del intento del golpe de estado de la Generalitat y la amenaza pública por esta Institución de provocar una revuelta de consecuencias imprevisibles. Si estos sucesos se producen como parece evidente, la formación de la mesa que Rivera exigió como una de las condiciones para abstenerse, tendría que constituirse con urgencia e incluso lamentarán no haberlo hecho antes porque a la puerta de las elecciones no sería adecuado, y además esta mesa sustitutoria de un gobierno estable de amplia mayoría, se encontraría más pronto que tarde con un Estatuto Vasco soberanista y apoyado por Bildu, quien sostiene el insostenible Gobierno de Navarra.

Lo que no está tan claro es lo que haremos los españoles en las urnas porque si bien es cierto que el electorado es ahora tolerante con la falsedad y la corrupción, antes no fue así y en cualquier momento puede dejar se serlo porque es una posición a la que se llega por tolerancia con el paro, el separatismo y permitiendo que compitan por los dos primeros puestos los lideres de esta dejadez, los partidos del bipartidismo, pero que puede darse la vuelta porque la historia dice que tenemos mal despertar. Claro que para poner fin al bipartidismo sería necesario que otros repuntasen al estilo francés o de cualquier otro país que se ha visto obligado a formar gobiernos de coalición o concentración al estilo alemán o en la propia UE, aunque en ninguno de estos países los medios de comunicación públicos estaban en manos de un único partido aficionado a utilizar el dedo más que el consenso.

Lo que más cuesta entender es porqué el PSOE se negó a aceptar las tres únicas exigencias de Ciudadanos si como dicen Calvo y Sánchez ya las cumplen.,pues se dice que si y adelante, pero los españoles, o gran parte, estamos convencidos en que el CIS había despertado en Sánchez unos sueños a los que no quería renunciar.

Muchos españoles lo tienen claro, las sentencias de los EREs, del procés, el Estatuto Vasco, las revueltas Catalanas, el Brexit de consecuencias imprevisibles en manos del alocado Johnson, y las locuras de Trump, exigirían más consenso, más concentración, más sentido de estado, y menos ambición y protagonismo. Atravesamos unos tiempos de renuncia al futuro donde se resucita el pasado para construir el presente, un procedimiento que está restando credibilidad a la clase política, inseguridad al inversionista o ahorrador, al cotizante, que hasta baja la natalidad. Cada vez hay más convencidos de que la clase política defiende mas sus intereses que los nuestros aunque eso lleve a una división entre derechas e izquierdas, entre ricos y pobres, entre nacionales y nacionalistas, entre creyentes y agnósticos, entre norte y sur, entre hombres y mujeres....¿Se puede dividir más?

De momento el paso más sensato son las listas conjuntas del PP y Cs para evitar que un partido tenga solo la mayoría en el Senado que controla el 155, cosa que ahora sucede con el PSOE y antes sucedió con el PP. El ciudadano no quiere mayorías aunque los partidos las deseen. @mundiario

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