Sin saber quiénes somos, difícilmente podremos decidir nuestro destino

Felipe González, expresidente del Gobierno. / elpais.com
Felipe Gonzalez. / elpais.com

El otrora líder del Partido Socialista Obrero Español concedió una entrevista al prestigioso diario El País en la que compartió su punto de vista sobre la actual crisis política.

Sin saber quiénes somos, difícilmente podremos decidir nuestro destino

Una de las muchas cosas interesantes que ha dicho Felipe González en la entrevista concedida esta semana  al diario El PAÍS, ha sido: “No sabemos ni a dónde vamos ni quiénes somos”,  sencilla frase que resume la situación en la que se encuentra España..

Hemos olvidado o dejado de lado –a muchos no se lo han enseñado en la escuela- quiénes somos, de dónde venimos, cuál es nuestra historia, nuestras raíces, nuestra cultura, nuestras señas de identidad. Y esto se explica, en mi modesta opinión, con: la escuela y el papanatismo. Niños y jóvenes no han sido sumergidos seriamente-como en un auténtico bautismo de españolidad- en el estudio de nuestras señas de identidad históricas, culturales y religiosas; por otra parte, se ha reescrito la historia, retorciendo hechos y personajes, para justificar determinados objetivos y generar unas expectativas irreales.

También ha influido en el olvido de “quiénes somos”, el hecho recurrente de aceptar con papanatismo, injustificada e irracionalmente en muchos casos, modas, costumbres, lenguaje, comportamientos y actitudes procedentes de culturas ajenas a la nuestra; respetables, desde luego, pero innecesarias para quien tiene un pasado, una historia: sus propias señas de identidad.

La segunda afirmación del ex presidente González –“ni a dónde vamos”- es tan importante como la primera. El hombre, por naturaleza, necesita dar sentido a su vida, saber a dónde va, tras haber analizado serenamente las posibles alternativas que tiene ante sí.

Y ahora, en este momento, olvidadas –o perdidas, o no enseñadas, o enseñadas torcidamente-, nuestras señas de identidad, es como si todos los españoles hubiéramos perdido la memoria y vagáramos por el tiempo como lo hacían por los páramos castellanos los cómicos de “Viaje a ninguna parte”. Y nos preguntamos, unas veces entre discusiones, llantos e incredulidad: ¿somos españoles de algo que se llamaba España, o somos sólo vascos, andaluces, catalanes, castellanos, gallegos,...?; ¿somos raíces de las raíces de una Europa enriquecida con la cultura romana, griega, y otras, o somos un verso suelto?; ¿alguna vez convivimos en paz creyentes de diferentes procedencias y no creyentes?, ¿es posible esta convivencia religiosa con respeto y tolerancia?; ¿estaremos poniendo en solfa, de forma permanente, si nuestra forma de Estado ha de ser la república o la monarquía?, ¿no es tan perniciosa una monarquía absolutista como una república en desorden?

Debemos recuperar la memoria de nuestras señas de identidad –para lo cual el sistema educativo es decisivo- para saber a dónde queremos ir, y evitar ese triste viaje a ninguna parte, en el que usamos el  azar o la pasión  cuando tenemos que decidir en  las encrucijadas de caminos que vamos encontrando.

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