Rueda siempre votó a la derecha

Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Rueda. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Rueda. / Mundiario
Con Alfonso Rueda en San Caetano no habrá duda de que en Galicia gobierna la derecha, gallega y moderada, pero derecha.
Rueda siempre votó a la derecha

A diferencia de Feijóo y casi todos sus conselleiros, Alfonso Rueda es un pata negra del PP. Hijo de un senador popular, entró en el partido por la base, a través de la rama juvenil, las Nuevas Generaciones, organización de la que no tardó en ser presidente local, en su ciudad, en Pontevedra.

Además de su padre, el auténtico mentor del futuro presidente de la Xunta fue Xesús Palmou, amigo de la familia y uno de los más destacados dirigentes, fontanero de lujo, de aquel Pepedegá comandado por Fraga y Cuiña. Desde su juventud formaba parte del círculo de amistades de Mariano Rajoy, junto a Ana Pastor o Pilar Rojo. Son muchos años de militancia y de compromiso con las siglas y con las ideas.

A punto de cumplir los 54 años, y como recompensa a su constancia y a su entrega a la causa –y por los servicios prestados a Feijóo– en cuestión de días alcanzará dos metas que ni siquiera se había propuesto como quien dice hasta ayer: liderar el Pepedegá y presidir la Xunta.

Excepto en 1989, cuando su padre fue candidato de la Coalición Galega del escindido Barreiro Rivas, Rueda votó siempre PP. Votar a la izquierda, aunque fuese moderada, habría sido incongruente con su biografía y con la ideología que profesa.

Casi desde que se afilió ha formado parte del aparato del partido en una trayectoria ascendente en la que, paradógicamente, su falta de ambición personal siempre fue premiada en la misma medida que la lealtad a sus jefes orgánicos e institucionales. Fue sucesiva y a veces simultáneamente, cuando tocaba, fraguista, cuiñista y albertista. Eso sí, sin demasiado fervor, por  personalidad y por talante. Ante todo es un genuino "pepero", un conservador de manual, dicen en su entorno, de convicciones firmes, templado, para nada radical y sin embargo muy consecuente en lo cotidiano, en las relaciones sociales o en el plano familiar, con las ideas políticas que profesa.

Quienes mejor van a sintonizar con Rueda son los simpatizantes y militantes del PP que se sienten de derecha-derecha. Los mismos que en el fondo no perdonaban a Feijóo su recurrente confesión de haber votado a Felipe González en 1982 y 1986, por cuanto, entre otras cosas, suponía haber contribuido por pasiva al desahucio de Fraga de la política nacional o por evitar ser etiquetado como derechista de toda la vida. Claro que esa misma gente, que tenía sus recelos, le perdonó los pecadillos de juventud en el momento en que reconquistó la Xunta y encadenó sus rotundas victorias electorales. Y se esforzaron en agrandar las mayorías, aprovechando el tirón del albertismo, para afianzar la hegemonía popular en base a los resortes de poder de la maquinaria partidista que algún día heredaría el sucesor de Don Alberto.

Los que le conocen y le tratan de cerca aseguran que no tardaremos en descubrir en Alfonso Rueda a un político vocacional y de raza, experimentado, que conoce el terreno y el oficio, que por ello sabrá estar a la altura de las circunstancias y que imprimirá su propio estilo al PP gallego y a la Xunta. Sin estridencias, pero marcando terreno y siendo muy fiel a los postulados ideológicos de un partido de amplio espectro, conservador mucho más que liberal, con un tenue barniz galleguista y por tanto autonomista, laico ma non troppo y comprometido sin ambages con el sistema. El grueso del tradicional votante popular no se verá defraudado por su nuevo referente. A decir de los suyos, con Rueda en San Caetano no habrá duda de que en Galicia gobierna la derecha, gallega y moderada, pero derecha. @mundiario

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