Rosario Murillo, el poder tras las sombras en Nicaragua

Rosario Murillo y Daniel Ortega.
Rosario Murillo y Daniel Ortega.

Una serie de correos enviados por la vicepresidenta de Nicaragua demuestran que ella fue quien se puso al frente para controlar la crisis generada por la movilización masiva de personas opositoras contra el Gobierno sandinista.

Rosario Murillo, el poder tras las sombras en Nicaragua

El pasado 20 abril, la esposa del presidente Daniel Ortega y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Morillo, ordenó a los secretarios políticos del Frente Sandinista en las instituciones públicas del país “la toma inmediata” por parte de los funcionarios del Estado o simpatizantes del Gobierno de los puntos más importantes de Managua con el fin de contrarrestar las protestas que habían iniciado dos días antes y que exigían la dimisión tanto del presidente como de ella.

Las protestas contra el Gobierno habían iniciado gracias a la reforma de Seguridad Social que Ortega había iniciado sin ningún consenso y que estaba siendo rechazada por las empresas privadas, estudiantes y jubilados. Así, un grupo de ancianos y jóvenes empezaron a manifestarse en Managua y otras ciudades contra las reformas de Ortega. Como respuesta, el Gobierno envió a la Juventud Sandinista para reprimir a lo manifestantes, lo que terminó desatando una ola mayor de lucha luego de que salieran a la luz fotos de los ancianos y jóvenes ensangrentados.

La respuesta del Gobierno no se hizo esperar. Contrario a lo que se cree, no fue Ortega quien ordenó más represión contra los opositores, sino su esposa. Una serie de correos presentados por El Confidencial de Managua, demuestran que Morillo fue quien ordenó responder con dureza contra los manifestantes. Esto no sorprende pues desde hace años se cree que es ella quien tiene el control del FSLN y en distintas ocasiones ha asumido las funciones de presidenta.

El 19 de abril la vicepresidenta envió los correos a los secretarios políticos del FSLN donde les pedía iniciar una estrategia para contrarrestar las manifestaciones. La reunión fue realizada en el Parque Japonés de Managua en horas del mediodía y en ella participó Fidel Moreno, secretario de la Alcaldía y un fiel seguidor de Murillo. Desde allí ordenaron la permanente movilización de los empleados públicos y más propaganda para fortalecer al régimen y dar una sensación de tranquilidad ante sus seguidores.

Desde entonces, el Gobierno nicaragüense ha intentado manejar una situación inédita que hasta ahora ha dejado un saldo de 325 muertos constatados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La mujer del presidente fue enfática al orientar los medios para la propaganda haciendo que sus seguidores denunciaran cada vez que los manifestantes destrozaran bienes públicos, centros importantes, hospitales… incluso llegó a presentar las etiquetas que esparcirían por las redes sociales como: #NOALSAQUEO!, #NOALAVIOLENCIACRIMINAL!, #NICARAGUAQUIEREPAZ!, #TRABAJOYPAZ!

Aunque no ha sido el mejor, la vicepresidenta ha demostrado el poder que tiene desde las sombras asumiendo problemáticas que aun así, le han hecho mucho daño al Gobierno de su esposo. En su búsqueda por permanecer en el poder, ha movido todos los hilos para que los seguidores sandinistas se muestren cada vez más violentos contra los manifestantes sin importar los distintos niveles de torturas que se han registrado hasta ahora.

Pero las respuestas extremas de Morillo solo han ocasionado más división y molestias entre los nicaragüenses que el pasado 18 de noviembre cumplieron ya siete meses de protestas donde han resultado 400 mil desempleados, más de 400 presos y un éxodo de 40 mil nicaragüenses que buscan refugio en Costa Rica. Todo esto a pesar de que Ortega retiró la reforma de Seguridad Nacional, aceptando que la propuesta no contaba con vialidad. La decisión llegó muy tarde y luego de mucha represión, que terminó ocasionando el gran estallido social que parece, seguirá perdurando. @mundiario

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