El Rey de España soslaya de forma deliberada cualquier indicación de negociar

Felipe VI. / Mundiario
Felipe VI. / Mundiario

Felipe VI, como hiciera su padre con motivo de la intentona golpista del 23-F, ha reafirmado su lealtad a la Constitución y reforzado la credibilidad de la Monarquía parlamentaria

El Rey de España soslaya de forma deliberada cualquier indicación de negociar

El Rey Felipe VI ha demostrado valentía, coherencia y una defensa sin fisuras del Estado de Derecho. La impunidad con la que actúan los cabecillas del levantamiento secesionista, la revuelta in crescendo en las calles de Cataluña, con grupos de ciudadanos exaltados acosando a las fuerzas policiales y, quizás más determinante, el paroxismo temerario del Gobierno de Rajoy, han forzado la intervención del monarca. Y lo ha hecho con solemnidad, con firmeza y sin ninguna concesión a la galería, consciente de que solo después de restablecer la legalidad y aplicar el ordenamiento jurídico es posible una oferta de diálogo.

Para el Rey, al igual que para millones de españoles, el Estado no puede negociar con los que pretenden destruirlo. Por eso ha soslayado de forma deliberada cualquier indicación en ese sentido y ha acusado al Gobierno de la Generalitat de “deslealtad inadmisible” y de “quebrantar los principios democráticos”, ha pedido a los distintos poderes que restituyan el orden constitucional y ha garantizado su compromiso con la unidad de España.

Felipe VI, como hiciera su padre con motivo de la intentona golpista del 23-F, ha reafirmado su lealtad a la Constitución y reforzado la credibilidad de la Monarquía parlamentaria. Y, además, se ha significado como un creíble y capaz hombre de Estado en un momento de grave desolación política, con un ramillete de dirigentes incapaces o corrosivos. El Rey, sin sobrepasarse un ápice en sus atribuciones, ha indicado al Gobierno y a los partidos constitucionalistas el camino a seguir, el único posible cuando alguien rompe las puertas de la Ley, y lo ha hecho a sabiendas del innegable riesgo que conlleva su decidida actitud.

Dispuesto frente a los golpistas, los irresponsables, los oportunistas y los que se han dejado llevar por la depravada corriente de la confrontación, que no han tardado en desatar su furia contra la Corona. Pero, por contra, las firmes, nítidas y juiciosas palabras del Monarca han rescatado del desaliento a los muchos millones de españoles que desde antes del 1-O creían otra vez perdido el tren de la libertad y la convivencia.

Ahora toca a Rajoy, mientras sea presidente, ejercer su plena responsabilidad, y también deberían ejercerla sin grietas cuantos se ubican bajo la bandera constitucional, empezando por el líder del primer partido en la oposición, Pedro Sánchez, hombre dado a gestos y propuestas que para nada casan con el PSOE que hemos conocido desde la instauración de la Democracia. ¿Verdad que no, señor presidente González?

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