El retrato del director general de la Guardia Civil resulta insólito desde las normas de protocolo

Retrato de Arsenio Fernández de Mesa. / eldiario.es
Retrato de Arsenio Fernández de Mesa. / eldiario.es

El cuadro de Arsenio Fernández de Mesa transgrede todas las reglas de atavío protocolario y de los usos habituales de condecoraciones y símbolos, con atributos y elementos que no le corresponden o usa mal.

El retrato del director general de la Guardia Civil resulta insólito desde las normas de protocolo

Acaba de celebrarse en A Coruña un encuentro de ceremonial y protocolo, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en la que el insólito retrato oficial del director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, fue analizado desde la perspectiva de su peculiar contenido, hasta el punto de ser calificado como una auténtica charada, por no decir una memez.

En la medida de que este asunto se ha convertido en un recurso viral en las redes, el citado personaje se ha disculpado indicando que el retrato es particular que está en su casa y que no tiene otra pretensión. El aludido vive en el Ferrol y su casa de momento es el pabellón vinculado a su cargo, y además, el formato del cuadro es el mismo que el resto de los directores generales que ha tenido la institución y que figuran en una galería.

Si en su momento su currículum fue causa de general choteo, es evidente que hay personajes que se superan a sí mismos. Este hombre convierte su modesto empleo de ayudante de jardinero del puerto de Ferrol (en el apartado de Parques y Jardines, grupo D, con la categoría de oficial administrativo de segunda) en “funcionario del Estado en excedencia forzosa”; su trabajo como comisionista y representante de pinturas para barcos ,en experto en revestimiento navales, y el asistir a par de conferencia en el Centro Superior de estudios de la Defensa en “Diplomado” (porque le dieron un diploma de asistencia) y gran experto en “Altos Estudios Militares”, que ni son carrera alguna ni tienen reconocimiento por parte del Ministerio de Educación; es un diploma que le darían a cualquiera que asistiera.

Este hombre sin oficio conocido real, come la sopa boba de la política desde hace 33 años, pues era muy servicial dentro del PP, especialmente con Aznar. Comienza su imparable carrera nacional en 1983, como concejal en el Ayuntamiento de Ferrol. Inolvidable delegado del gobierno en Galicia (cargo que ocupa en el año 2000). sus manifestaciones cuando la catástrofe del “Prestigie son de antología. Por lo que la Gran Cruz al Mérito Naval que ostenta parece sencillamente una broma. Diputado sin solución de continuidad desde la Legislatura IV a la X.

Y ahora sale con esto, como un general del siglo XIX. Observar el retrato ofrece numerosos elementos para la perplejidad, por lo que a nuestro entender esta efigie evoca más al presidente de una república bananera que a un director general español. Viste chaqué y se atavía con una doble fila de miniaturas de medallas diversas. Lleva la banda de la Gran Cruz del Mérito Naval y la placa correspondiente, pero encima de ésta (y no debajo, en todo caso) luce una peculiar placa de una orden religiosas que el Vaticano no reconoce.

Se trata de la llamada “Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge”.  Que se reclama como “Orden caballería dedicada a san Jorge y consagrada a la glorificación de la Cruz, la difusión de la Fe y la defensa de la Santa Madre Iglesia”. Una de tantas como por ahí existen. Pero sus miembros reclaman el abolengo de proceder, nada menos, que del emperador Constantino y del modo en que éste adoptó la cruz como símbolo para la batalla. Vinculada a una de las tantas ramas de los Borbones, eternos aspirantes a tronos que no existen. Hay dos ramas, la franco-napolitana y la hispano-napolitana. Pese al boato y a la experiencia, este tipo de órdenes son irrelevantes. La Santa Sede no reconoce otras órdenes que la Soberana de Malta, la Orden de caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén y las de los estados.

Si se observa bien el retrato, parece que este personaje duplica alguna de sus medallas (placa y miniatura); pero lo que más sorprende a todos los expertos es que aparezcan con bastón de mando, cosa que no corresponde a los directores generales. Puede que otros directores generales lo usaran, pero por su rango militar.

Como es sabido, el bastón es una insignia de mando, no un adorno. Tienen bastón los coroneles, generales, capitanes de navío, comandantes de buques de guerra a partir de cierto rango, alcaldes, presidentes de diputaciones y rectores. ¿De dónde ha sacado el bastón este personaje?

El retrato de Fernández de Mesa ha provocado que el grupo parlamentario socialista haya presentado una batería de preguntas en el Congreso para que el ministerio del Interior aclare entre otras cosas si existe realmente el cuadro y cuanto ha costado. El PSOE quiere saber además con cargo a que partida presupuestaria se ha pagado, qué condecoraciones ostenta el Director General en este cuadro y en base a qué méritos se han concedido dichas condecoraciones.

Colocarse la banda de la Gran Cruz de Mérito Naval sobre una prenda civil no es lo habitual, sino siempre se ha reservado a colocarla sobre el uniforme militar. El director general es un cargo administrativo, por lo que sorprende que se retrate con el bastón de mando. En cuanto a la pechera, el uso consagrado es no colocarse, aunque se tengan, más allá de tres miniaturas. Tampoco se admiten grandes cruces con sus bandas ni placas, lo único que se puede bordar son las veneras de las Órdenes de Caballería en costado izquierdo, así como la Soberana Orden de Malta y Santo Sepulcro".

El retrato ha caído muy mal en la institución, sobre todo por lo estrambótico de su contenido como por el hecho de que todos los directores generales civiles se han retratado con un simple traje de calle. El jardinero ferrolano vuelve a dar la nota.

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