Resuena el maldito 'por qué' de siempre: Papá, ¿por qué somos españoles?

Bandera de España.
Bandera de España.

El síndrome de los “pupas” del Atleti se extiende por la geografía humana española. Qué manera de aguantar, qué manera de sufrir, qué manera de palmar...

Resuena el maldito 'por qué' de siempre: Papá, ¿por qué somos españoles?

El síndrome de los “pupas” del Atleti se extiende por la geografía humana española. Qué manera de aguantar, qué manera de sufrir, qué manera de palmar. Qué manera de subir y bajar de las nubes llevamos siglos soportando generaciones y generaciones de españoles.

 

Desde hace unos años me asedia una pesadilla recurrente en mis sueños. Paso a recoger a mi hija, que ha sobrepasado las tres décadas de vida, se acomoda en el asiento del copiloto y guarda un impenetrable silencio mientras contempla España por la ventanilla. De repente me mira, con esa expresión de los corderos que saben que van a ser degollados, y me lanza la aterradora pregunta que me desvela cada madrugada:

- Papá, ¿por qué somos españoles?

La pesadilla dura unos segundos más, el tiempo justo para quedarme sin palabras, con la mirada perdida en el horizonte borroso y esa expresión indescriptible del padre que quedó inmortalizada en un anuncio inolvidable de esa tribu sociológica genuinamente española a la que llevamos un horror llamando “colchoneros”. No es exactamente tristeza, sino algo más y menos el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza y, ahora de la mía, según la profecía que anticipó Antonio Machado para tipos con DNI español o con carné del Atleti.

¿Por qué doblan siempre las campanas?

Entonces, me despierto sobresaltado y sudoroso. Compruebo que ya no voy en coche, que mi hija no va a mi lado y que nadie espera con expectación una respuesta a esa pregunta que deben llevar siglos formulándole españolitos que vienen al mundo a españolitos ligeros de equipaje, casi desnudos como los hijos de la mar, con billete ya reservado en la nave que nunca a de tornar. Papá, ¿por qué fuimos, por qué somos, por qué seguiremos siendo españoles? El maldito “por qué” de siempre que resonaba en la ensoñadora cabeza del Ingenioso Hidalgo Don quijote, que cabalgaba en burro en la “panza” embarazada de realidad de Sancho, que infló las velas de la Armada Invencible, que encabritó al caballo de Pavía, que inspiró a Cánovas y Sagasta a cederse amablemente el sitio, que sumió en una profunda depresión a la Generación del 98, que hizo exclamar a Ortega ¡no es esto, no es esto! y le vino a la cabeza a Ernest Hemingway cuando quiso explicarle al mundo un pedazo de la historia de España: “¿Por quién doblan las campanas?” ¿Por quién, por cuántos, desde cuándo, hasta cuándo, por qué doblan siempre las campanas en este viejo y cansado país, miradlo, que todavía sigue discutiendo si se llama España en todos sus puntos cardinales?

Mucho reírnos del por qué, por qué, por qué de José Mourinho, y resulta que el astuto portugués nos había calado hasta los huesos, oye. El gobierno suizo estudia la posibilidad de pagarle un sueldo de 2.000 euros a cada compatriota mayor de 18 años; han descubierto en Berlín pisos patera donde se oxidan los sueños de jóvenes cerebros fugados españoles; Wert ha decidido, por su cuenta y riesgo, enderezar a su manera la torre de Pisa de la Educación española que, más que inclinada, está por los suelos; 3 millones de españoles viven sin vivir en ellos con menos de 300 euros al mes… Yo creo que los jóvenes europeos de por ahí arriba deben estar preguntándose algo parecido a lo que se preguntan los jóvenes de aquí abajo: ¿por qué esos tipos serán españoles? Lo que pasa es que tampoco es que estén animando a sus mayores para que nos ayuden a dejar de serlo, la verdad.

Incluso el hipotético Felipe VI es “colchonero”

El caso es que se está haciendo de noche, se aproxima la hora de dormir y sé que volveré a escuchar la voz inquisidora de mi hija preguntándome: papá, ¿por qué somos españoles…? Y de nuevo me quedaré sin palabras, sudando a chorros resignación en la estepa congelada de la esperanza. Como un hincha de un Atleti con 47 millones de “pupas” que se aferran a los pocos momentos de luces y los muchos siglos de sombras. Tarareando el himno de Sabina que quizá se convierta en himno nacional si al Príncipe “colchonero”, algún día, lo proclaman Felipe VI: “Qué manera de aguantar, qué manera de soñar, qué manera de sufrir, qué manera de palmar. Qué manera de subir y bajar de las nubes”.

Sobre las dos Españitas
Iría al psicólogo a hacérmelo mirar, oye. Pero desde que salen en las tertulias de las teles, con sus obviedades y obsesiones sobre las dos Españitas, no acabo de decidirme.
- Mi hija me pregunta en sueños todas las noches: ¿por qué somos españoles?
- No le dé usted importancia, hombre. Va a ser que tiene genes vascos o catalanes.
- ¡Oiga, que es gallega, como un servidor!
- ¡No estará usted poniendo en duda mi profesionalidad!
- ¡Hombre…!
- Nada, nada! ¡Tómese usted una pastillita de estas  antes de acostarse y a dormir como un lirón.
Total, que entraría en la consulta con complejo de “colchonero” apaleado, y saldría de ella con complejo de “colchonero” apaleado, además de cornudo.

 

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