Requiem por el Brexit

Ilustración alegórica del Brexit. / RR SS
Ilustración alegórica del Brexit. / RR SS
La UE asiste, desconcertada y confusa, al desmembramiento de uno de sus miembros más emblemáticos: Gran Bretaña, la segunda economía de los 28, sumida desde hace casi cuatro años en el proceso del Brexit.

Podemos imaginar la frustración y el dolor que sentía Ludwig van Beethoven al no escuchar bien el piano por el avance de su sordera, casi total en la madurez. Cuando el mundo celebra el 250 aniversario del nacimiento del gran compositor, en diciembre de 1770, en Bonn, la Unión Europea asiste, desconcertada y confusa, al desmembramiento de uno de sus miembros más emblemáticos: Gran Bretaña, la segunda economía de los 28, sumida desde hace casi cuatro años en el proceso del Brexit.

Parece una ironía del destino que el himno de la UE sea la excelsa Oda a la Alegría del genio alemán, inspirado en la obra del mismo nombre de Friedrich Schiller; un gozoso canto a la solidaridad universal contenido en el verso “Alle Menschen werden Brüder” (“Todos los seres humanos serán hermanos”), extraordinario colofón a la Sinfonía nº 9, en re menor, la última que compuso el gigante del Clasicismo y del Romanticismo. La principal razón esgrimida por Londres para su salida es frenar la libre circulación de personas entre los países comunitarios, uno de los principales acicates para el dinamismo y el progreso de la UE. Pero el populismo y la xenofobia  han incubado bajo una pretendida recuperación de soberanía, como si en la era de la globalización fuera posible afrontar desafíos con la envoltura del glorioso aislamiento.

Mientras el mundo ensalce el inmenso legado de Beethoven, con magnas exposiciones en Bonn y en Viena, el Reino Unido seguirá sin saber en qué va a consistir su salida de la Europa comunitaria. La famosa frase de la anterior primera ministra, Teresa May, “Brexit means Brexit”, significaba nada más que el país saldría de la UE de cualquier forma.  Pero ni la pregunta del referendum ni las negociaciones con Bruselas se apoyaron en estudios técnicos que previeran las consecuencias de una decisión tan trascendental, y el modelo a seguir tras 46 años de pertenencia. A partir del 31 de enero de 2020, una vez ratificado el divorcio, debe empezar una nueva negociación para definir la futura relación del Reino Unido con los 27, que deberá finalizar el 31 de diciembre.

La victoria contundente de Boris Johnson, en las elecciones del pasado día 12, provocó la subida de la libra esterlina y de las bolsas. Está claro que a los mercados no les gusta la incertidumbre. Por fin, con la mayoría absoluta conservadora, el parlamento aprobaría el acuerdo de salida. Los sucesivos rechazos parlamentarios habían provocado un periodo de inestabilidad y la dimisión, entre lágrimas, de May. Pero de nuevo, las alertas se han disparado en el Continente: Johnson ha anunciado que no habrá nuevas prórrogas al Brexit porque las va a prohibir por ley; lo que podría desembocar en la retirada sin acuerdo. Es evidente que once meses es poco tiempo para alcanzar un tratado comercial entre las dos partes. Nada más conocerse la intención del premier, la libra volvió a caer frente al dólar y el euro. La inquietud sobrevuela una vez más al otro lado del Canal. Tampoco va a ser fácil negociar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, en año de elecciones presidenciales. A pesar de que Donald Trump aplaude el Brexit, y aunque Johnson y Trump parezcan clónicos, no se espera que el líder que abandera la guerra comercial con el resto del mundo vaya a apearse de su “America first” en materia de suprimir o reducir barreras arancelarias.

Abogados londinenses expertos en Unión Europea vaticinaron en 2017 que el Brexit podría durar díez años. El exministro de Economía británico, el tory Philip Hammond, ha manifestado a los principales diarios europeos, entre ellos El País, que “lo mejor será alcanzar un primer acuerdo simple con la UE, no tan ambicioso, y dejar las cuestiones complicadas para negociaciones futuras. Debemos pensar en un proceso en varias fases. Quizás tres rondas en un periodo de 6 o 7 años o algo similar.” Por lo tanto, la nueva Comisión de Úrsula von der Leyen se prepara para un periodo difícil, cuando la coyuntura económica además muestra signos de debilitamiento. Sin embargo, el Brexit ha operado como un gran agente cohesionador entre los 27. No ha habido ningún movimiento centrífugo por mimetismo con los británicos. Las dos partes, Bruselas y Londres, tendrán que ser generosas porque saben que se necesitan. El Reino Unido es el aliado europeo más importante de la Alianza Atlántica. La UE es la organización supranacional que más respeta el Estado del Bienestar, los Derechos Humanos y el medio ambiente. Se separan dos socios muy valiosos. Lo vamos a sentir.

Beethoven no fue ajeno a la Revolución Francesa ni a las guerras napoleónicas que reflejó magistralmente en la Heroica, la Quinta Sinfonía o en la Missa Solemnis. Quizás ahora, como hombre de su tiempo, no dejaría la sublime Novena como su testamento espiritual, estrenada casi tres años antes de morir en Viena, en 1827. Tal vez compondría un Réquiem por el adiós a Britania, sin olvidar que él tenía vocación de trascendencia y quería llegar a las generaciones futuras. Que su Oda a la Alegría siga siendo el himno oficial y real de la Unión Europea, será una forma de honrarle. @mundiario

     

Comentarios