Requiem por el Partido Socialista ¿francés?

Emmanuel Macron, presidente de Francia. / Facebook.
Emmanuel Macron. / Facebook

Lo más sorprendente de un editorial de Le Monde sobre el PS, tan frío como duro, es que sus tesis son aplicables casi literalmente a España.

Requiem por el Partido Socialista ¿francés?

El diario francés Le Monde, habitualmente considerado como próximo a la izquierda, publicó un editorial  sobre la muerte del Partido Socialista en Francia, donde las encuestas le otorgan la quinta posición en las próximas elecciones presidenciales. La pasada semana, Manuel Valls, primer ministro socialista hasta el momento de las elecciones primarias que perdió, anunciaba su respaldo a Macron, otro escindido del socialismo galo. El editorial  se preguntaba si ese partido habría regresado a los años 70 cuando Mitterrand lo recuperó de las cenizas, reconstruyó la base social y  diseñó una estrategia de gobierno con la izquierda.

El pesimismo del rotativo lo documenta en las varias crisis que azotan al socialismo, desde la política errática cuando gobierna, subordinada a macropolíticas que puede defender cualquier partido conservador, hasta el cambio sociológico de sus votantes tradicionales, pasando por las luchas cainitas en su seno. Y lo más sorprendente de ese editorial, tan frío como duro, es que sus tesis son aplicables casi literalmente a España.

Poca duda cabe de que la respuesta de la Unión Europea a la crisis reciente, liderada por Alemania con el respaldo de los países con superávits presupuestarios, la mayoría con gobiernos conservadores, ha destrozado a la izquierda europea. Condenada a respaldar una política de ajuste que ha laminado derechos sociales, precarizado el empleo y disminuido el nivel de vida, sin ningún logro tangible a la vista, excepto los beneficios astronómicos de las grandes corporaciones, su crédito electoral se ha diluido.

El pacto social tácito de la posguerra mundial, mercado libre y estado de bienestar, se ha resuelto unilateralmente con la reducción de éste sin nuevas contrapartidas

El pacto social tácito de la posguerra mundial, mercado libre y estado de bienestar, se ha resuelto unilateralmente con la reducción de éste sin nuevas contrapartidas. La devaluación de salarios y el resquebrajamiento de la meritocracia frente a los nuevos privilegios de clase, han hecho el resto. El estudio, el esfuerzo, el rendimiento, cotizan poco. Lo relevante son las conexiones, los títulos académicos selectivos, las experiencias formativas que dependen del origen social. La clase social, de nuevo. La amplia clase media, construida durante décadas, artífice y a la vez beneficiaria de ese estado social, está hoy menguando. Sus hijos ya no pueden mantener ese nivel económico. Y aunque lo envuelvan en diseño, tendencias, y publicidad, sus rentas reales son más bajas y sus oportunidades inferiores. La desigualdad se ha ensanchado, en una orilla la inmensa mayoría y en la otra una exigua minoría.

Ante esa situación, desde hace años, muchos dirigentes han planteado adaptar la socialdemocracia clásica al contexto actual, para hacer frente a las consecuencias de la globalización y de la nueva desigualdad. Felipe González lo decía de nuevo estos días. Sin embargo nada se ha avanzado en ningún país europeo mientras los retrocesos electorales se multiplican. Una fracción de la enorme energía consumida en los procesos de elecciones primarias, bastaría para fraguar una alternativa de largo alcance. Sin embargo en Francia esa energía sólo ha servido para acelerar la catástrofe. ¿Y en España?

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