Si se repiten las elecciones, hay diputados que no tienen asegurada la renovación del contrato

El Congreso de los Diputados.
Congreso de los Diputados.

En tiempos donde la escasez de puestos de trabajo y el aumento del paro constituyen una de las mayores preocupaciones, alargar esa sombra del desasosiego sobre los padres de la patria parece algo demasiado cruel...

Si se repiten las elecciones, hay diputados que no tienen asegurada la renovación del contrato

En la mayoría de las encuestas, a los ciudadanos les produce bastante pereza repetir las elecciones, pero en el Congreso de los Diputados y en el Senado ésta opción se convierte en algo desagradable que habría que evitar por todos los medios, y cuando un político dice "por todos los medios", hay que echarse a temblar.

Este entusiasmo por los pactos, que no parece corresponderse con la actitud de los líderes de los grupos parlamentarios, tiene que ver bastante con la estabilidad laboral. Al fin y al cabo, ser diputado es ocupar un puesto de trabajo temporal, pero temporal por cuatro años, que, a estas alturas de la reforma laboral, casi parece un contrato indefinido. Si se repiten las elecciones, hay muchos que no tienen seguro si les volverán a renovar el contrato, y eso produce una sensación de inestabilidad.

En tiempos donde la escasez de puestos de trabajo y el aumento del paro constituyen una de las mayores preocupaciones, alargar esa sombra del desasosiego sobre los padres de la patria parece algo demasiado cruel. A lo mejor les informaría de la realidad que quieren transformar, qué se yo, y se podrían dar cuenta de que hablar no arregla los problemas, lo que les iba a producir tanto pasmo como desconcierto.

El caso es que, una de esas personas que convive y conversa con ellos, me ha trasladado que el estado de opinión de muchos de los diputados y senadores es que comience la legislatura y termine dentro de cuatro años, tal como rezaba la letra teórica del contrato laboral que firmaron después de las elecciones.

Lo comprendo. Al fin y al cabo, han tenido que afrontar un montón de entrevistas personales, a través de mítines, visitas, reuniones, viajes, comidas, esa paliza de la campaña electoral que parece que no va a terminar nunca. Y, después de esa dura prueba, que les digan "¡Hala! a empezar otra vez!".

Están en su derecho de recelar. Igual no entran en las listas. O entran, pero no salen. Así que comienza a aumentar el número de los partidarios de que salga un pacto de investidura, a favor o en contra, cualquiera que sea, todo menos volver a la carretera, otra vez, a opositar.

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