El reloj sigue parado en España tras el 22 de enero

Recepción del Rey a Pedro Sánchez en Cuatro.
Recepción del Rey a Pedro Sánchez en Cuatro. / LBP

Tormentas de palabras e imágenes susurra el discurso mediático español actual deseoso de encontrar el país real que buscan los súbditos de un joven rey Borbón.

El reloj sigue parado en España tras el 22 de enero

El 22 de Enero, gracias al telescopio espacial que es mi pantalla de televisor, pude contemplar el fenómeno político más caliente ocurrido en España este año que, según auguran especialistas del tiempo meteorológico en la Tierra, podría destronar al 2015 de su jerárquico título de “año más cálido desde que arrancaron los registros en 1880”. Mi perspectiva es “alienígena” y la defino así, “natural de otro planeta”, porque es la forma óptima de ver y escuchar a  terrícolas desde “otro” punto de vista. Y quiero compartir con los internautas hispanos y todos aquellos que entiendan el español, mis impresiones sobre lo que percibí el 22E, que en casi nada coinciden con la interpretación de los hechos que escuché por boca de una buena parte de los analistas políticos a quienes tuve oportunidad y tiempo de brindarles mi atención. Ellos o ellas han explicado lo que entienden ocurrió ese día y sus consecuencias. Y continúan haciéndolo como es lógico pues es trabajo que les ayuda a sobrevivir. Pero decidí cederme turno de palabra a mí mismo para decir lo que yo vi y sentí en las tres conferencias de prensa que ofrecieron los líderes de Podemos, PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y PP (Partido Popular), después de concluir sus respectivas sesiones consultivas con el Rey, y lo que en días posteriores está provocando: algo que podría significar “una segunda transición después de 38 años”, cuando España pasó de la dictadura de Franco –llamada por él “democracia orgánica”- a constituirse como monarquía parlamentaria bajo tutela del Rey Juan Carlos l, del cual el rey actual, Felipe Vl heredó el trono hace 19 meses.

Titulares en mi mente

Mal se ajustan dos viejos refranes (“Las cosas de palacio van despacio” y  “Vísteme despacio que voy de prisa” –no sé si proceden del español, el inglés o, quizá del francés cuando no del alemán o un latín italianizado-), a la velocidad y premura con que el siglo XXI está exigiendo se solucionen problemas, conflictos y/o dilemas de la realidad que incomodan y hacen sufrir. Y que además de esclavizar a quienes llevan vida de subordinados tampoco perdonan a elites dirigentes y autoridades –sean políticas, económicas, religiosas e incluso “famas artísticas, literarias y musicales”-, porque les castiga  a todos más allá de la clase en que estén incluidos con el látigo de las Nuevas Tecnologías de Comunicación. Y cuando ‘Amo Tiempo’ les ve  “dormidos en los laureles”, Don Desarrollo -cruel dueño de las expectativas excesivamente exigentes- comienza a pedir a las “fuerzas productivas” de que dispone, que mantengan vivo el  Poder Imantador de la Esperanza Humana que aspira a alcanzar un futuro mejor. Así, azota conmovedoramente a todos sin distinción. Eso fue lo que vi en los rostros sonrientes de Pedro Sánchez y Mariano Rajoy –respectivas “cabezas” del PSOE y PP españoles-. Y sentí compasión por ambos pues supuse -extraigo mi impresión de sus propias palabras-, que sus relojes biológicos personales no marcaban el ritmo del tiempo a que ellos deseaban que funcionara, por razones diferentes seguramente, para resolver “los asuntos que les preocupaban”. Pedro pidió más lentitud y cumplimiento de las normas y Rajoy, sencillamente, optó por congelar las manecillas indicadoras de horas, minutos y hasta segundos: “ni me presento a una investidura para presidente, ni renuncio a hacerlo no digo cuando”. La causa de esas actitudes de ambos es solo una: la simple, sencilla y transparente proposición para dar forma a un posible gobierno hecho por un joven vestido decentemente con camisa blanca y calzón, pero arropado por representación de quienes le siguen en su proyecto –solo seis pues todos no cabrían en el escenario mediático donde ocurrió el hecho-. Su nombre Pablo Iglesias. Líder de Podemos.

Antes de preocupar a los ciudadanos con la unidad territorial, se debe anteponer la unidad estomacal y de vivienda y agregar la calefacción, si el lugar geográfico que toco al país en el planeta no tuvo la suerte de ser templado o tropical.

El significado de un discurso político solo se hace real en la mente de los votantes a los que alcanza cuando metáforas y uso de palabras abstractas o referencias a entidades sagradas es sustituido por hechos concretos, tangibles e identificables clara y simplemente en lo que atañe a cómo afectan a la mayoría de la sociedad particular donde se hace la puesta en escena de este o aquel llamado a una unidad de propósitos. Y antes que los éticos, morales y/o políticos y religiosos, son los económicos y necesarios para la sobrevivencia los que las audiencias priorizan. Antes de preocupar a los ciudadanos con la unidad territorial, se debe anteponer la unidad estomacal y de vivienda y agregar la calefacción, si el lugar geográfico que toco al país en el planeta no tuvo la suerte de ser templado o tropical. Esas tres “líneas rojas”, junto al derecho al trabajo y la educación, son “principios constitucionales naturales” todavía no garantizados en la Carta Magna. Y lo que asombra es que esa “Magna Constitución” continuamente es socavada por enfermedad a la que todos temen y de la que quieren librarse -¡no solo en su país sino en todos! La Corrupción. Tal morbosidad, mejor y más tangiblemente explicada, se llama robar. Así de sencillas son las cosas del Mundo Real. Usar el lenguaje evitando en lo posible las muchas veces sospechosas metáforas de las formas, es requisito que no siempre entienden líderes políticos y/o de opinión de cualquiera de las fuerzas que intentan obtener el favor real de los votantes. Y cuando los discursantes dicen “nuestro partido”, no siempre es legítimo, ni convincente pues se esconde en la frase el amparo “sesgado invisible” del procedimiento al uso para elegir  autoridades, donde se “cuentan de modo diferente los votos de un partido u otro”, favoreciendo y/o desfavoreciéndolos en virtud de una legislación que pretendía equilibrios territoriales” Tampoco la poética expresión “romper España” –suena muy dramático-, alude con seriedad  y capacidad de comprensión de ciencias sociales a ese fantasma bautizado como “actitud independentista”, que más que problema real es asunto de percepción de un derecho del que debería disfrutar cada territorio a calificar como propia una identidad en la que se reconoce particularmente -¡la economía y distribución de la riqueza que producen estos en el conjunto de la nación, es harina de otro costal!-. Algunos de los problemas sobre los cuales se hacen girar las polémica de “líneas rojas” en "las Españas", no son reales. Más bien están provocados por la manera en que unos u otros los perciben.  No se puede romper algo que está hecho de “partes físicas” y están correcta y equilibradamente engarzadas entre sí por la geografía -¡así se aprecia la península ibérica desde el Espacio en la vista que ofrece el famoso buscador Google!-.

Península Ibérica. / Google
Península Ibérica. / Google

 

Esto solo puede hacerse en la mente de quienes son parte de esas partes. Desde mi punto de vista como otro, el discurso político que no asuma el asunto de las diferencias en el Estado Plurinacional que es el Reino de España actual, está condenado a convertirse en perdedor. No es tema solo nacional, ni siquiera europeo, es planetario, del género Homo. Y así lo confirma el estómago y el cerebro de cada uno de sus miembros de la especie sapiens, aunque solo un 1 % de ellos dispongan de riqueza equivalente a la que posee el otro 99 % de ellos -¡dentro del cual, por suerte, no me encuentro yo!-.

Exorcismo

Según viejos ritos de antiquísimas civilizaciones terrícolas, hay dos maneras de curarse en salud, usadas desde aquel tiempo cuando enfermedad y demonio eran sinónimos. Y desde hace 400 años, cuando la Iglesia católica documentó por escrito cómo hacerlos en Rituale Romanun. Podrían los españoles aplicarlo a su cuerpo social en la circunstancia actual, haciendo lo siguiente: a) dirigirse al Diablo –mediante su nombre real de pila bautismal y/o registro de nacimiento-, y pedirle “sal de la competencia por el gobierno del cuerpo”; b) pedir a Dios –o sea, al Poder real constituido, que libere a la sociedad del mal. Ambos caminos suponen las viejas formas de La Siniestra y La Diestra –Izquierda y Derecha, que poco o ningún margen dejan al idílico lugar llamado Centro-. Pero mejor que seguir ritos para deportar demonios, más rápido, eficiente y útil sería cambiar el lenguaje, con lo cual La Confusión, microbio que produce El mal, se esfumaría. En él se enmascara, esconde y refugia no el demonio, sino su expresión concreta y tangible: el error de aceptar la desigualdad como mal necesario o, como menos postergar su solución. Pecado que, por suerte, comete, sobre todo, solo el 1 % de sapiens. El otro 99%, tienen más o menos idea clara de cómo se cura la enfermedad.

Algunos de los problemas sobre los cuales se hacen girar las polémica de “líneas rojas” en "las Españas", no son reales. Más bien están provocados por la manera en que unos u otros los perciben.  No se puede romper algo que está hecho de “partes físicas” y están correcta y equilibradamente engarzadas entre sí por la geografía.

Mi mundo tangible y el otro, sobre el cual me llegan noticias de todo tipo, está interconectado como un todo en mi mente. Y aunque asuntos de la política y deportes  ocupan espacio notable en los medios –además de la publicidad sobre todo lo que oferta el mercado, que mucho “suena y deslumbra”-, poco espacio ocupa en mi disco duro si lo comparo con lo que me pide entender mi vida inmediata y directa dentro de la que estoy felizmente condenado a existir. Soñar es bueno y, a veces, hasta útil, pero es solo uno de los muchísimos momenticos de mi vivir -¡ese cuando escucho la canción que me embelesa y erotiza, o leo novela que antes disfrutaba en la noche después de comer, o como ahora mientras veo la peli y/o serie que me transporta a vidas que podría usar!-. Y en ese “caldo cerebral” que me vive, encontré en estos días idea que, no por general y abstracta, deja de describir con inteligencia y sagacidad lo que está ocurriendo en Las Españas: “ …el problema no es como reconciliamos las antiguas instituciones con este mundo emergente sino cómo evitamos que mueran las antiguas instituciones y nos arrastren con ellas …”T Ben Hammersley, editor de ‘Wired’ en Reino Unido.

Titulares de “otros”

Más -¡y mucho!- podría seguir escribiendo de lo que pienso sobre lo visto y escuchado con mi telescopio después de aquel 22E. Pero quiero ahórrame el trabajo de recordar titulares, ideas preestablecidas y la carga de manipulación de un lenguaje contaminado de prejuicios y perjuicios, con que se les ha informado e informa a las audiencias “lo que está sucediendo en el reino de España”. Un solo ejemplo me basta para ilustrar hasta donde pueden crecer los equívocos y distorsiones de la realidad real que anida en “la opinión pública”  (argumentos usado con frecuencia por los “profesionales” de la industria informativa, son, además de descalificaciones personales, insultos, furias partidistas y rumores, las encuesta y estadísticas, que se auto estiman cuasi objetivas y para algunos hasta “científicas”). Vea el lector esta noticia y saque sus propias conclusiones: Titular “Albert Rivera se afianza como el líder político más valorado”.

Otros ejemplo:

> El PP ganaría con un 30,1 por ciento de los votos y sumaría 169 escaños con Ciudadanos

> Encuesta XI legislatura

> Disposición de los españoles a los pactos políticos

Ejemplos de los contrario

> El dilema común de Rajoy y Sánchez: "O César o nada"

> El Gobierno del cambio

España -¡y por qué no, también Europa y La Tierra!-, necesitan más que nunca gobierno de calzón y camisa holgada como la de Sancho, y no de peto, coraza y corbata lanza de Quijote porque Barataria está en riesgo de quedarse siendo estado medieval que confunde molinos de viento con gigantes que imagina representan el mal.

Cuando en mi planeta, hijas o nietas me acusan de la pobreza del paradigma con que entendí la vida, siento cumplida la encomienda que me trajo aquí. E intento callar en mi el error más grave que puede cometer una generación con respecto a las que le suceden: frenar el momento en que, por ley natural, le corresponde acceder, noble y ordenadamente, al Poder de conducir el destino de su sociedad. Lamenté escuchar a Alfredo Pérez Rubalcaba –ex secretario general del PSOE, al que Pedro Sánchez sustituyó en ese cargo-, decir que "Es la primera vez que oigo en mi vida ofrecer un acuerdo de gobierno insultando gravemente al partido con el que quieres acordar" –refiriéndose a la proposición de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para formar gobierno-,  y calificó de “humillación y falta de respeto” la diáfana, precisa, práctica y detallada proposición que hizo Iglesias para intentar “mover el reloj que mueve el tiempo para elegir gobierno”. Quienes descienden de “genes” semejantes, sean físicos o mentales, jamás, tienen intención en  lo que dicen o hacen de denigrar a sus progenitores –a menos que lo provoquen razones oscuras o aberraciones mentales, lo cual no creo sea el caso-.  Y sí, pueden incurrir en percepciones equivocadas, o dejar llevarse por esa energía o voluntad que padres o abuelos ya han gastado en sus luchas propias -¡gracias a las cuales PUEDEN, los que deben mejorar su obra, hacerlo!-. Los asuntos políticos son complejos de entender y enfocar. Pero más aún lo son los de “consanguinidad ideológica”. El objetivo a alcanzar, que siempre no es otro que llegar a El Poder para cambiar las cosas -siempre dentro de lo posible-, en ocasiones nubla los sentidos. Y si ello ocurre a edad avaanzada, resulta más doloroso aún. Esto me recuerda a la trágica situación de lo ocurrido en el planeta donde nací. Y por ello, guardando distancias y rechazando cualquier parecido con otras realidades y/o ficciones digo: “Más se perdió en Cuba en aquel 98, que se repitió 51 años después”. El reloj  hispano sigue parado en aquellos tiempos.

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