De cómo las redes sociales están sembrando la polarización en el seno de la democracia

Facebook. / RR SS
Facebook. / RR SS

Las revelaciones recientes sobre cómo los agentes rusos insertaron anuncios en Facebook, en un intento de influir en un proceso de elecciones, plantean una pregunta: ¿Son las redes sociales malas para la democracia?

De cómo las redes sociales están sembrando la polarización en el seno de la democracia

Parece que las redes sociales están socavando activamente algunas de las condiciones sociales que históricamente han hecho posible la estabilidad de las naciones democráticas. El ejemplo más evidente es Estados Unidos, aunque ya ha sucedido en otras partes de Europa como Reino Unido. 

Considerando que casi la mitad de todos los votantes elegibles en los Estados Unidos recibió noticias falsas patrocinadas por Rusia a través de Facebook, este es un debate que al menos debería comenzar a plantearse. La forma específica en que las redes sociales, destacando a Facebook, están minando la toma de decisiones en democracia es por medio de su propio modelo de negocios. Este se basa precisamente en la idea de que uno puede crear un grupo de "amigos" con quien compartir información.

Este grupo es en gran medida insular, separado de otros grupos similares. Un software vigila cuidadosamente la transferencia de información a través de estas redes sociales y se esfuerza por ser el portal principal por medio del cual sus usuarios acceden a Internet. Esto hace que si en tu grupo sienten preferencia por las noticias anti-Trump por ejemplo, y las que te llegan son falsas, te seguirán llegando más y más, creando grados preocupante de polarización respecto al grupo que recibe otras noticias. 

Facebook depende de la publicidad de sus ingresos y de que la publicidad pueda explotarse fácilmente: una investigación reciente de ProPublica ha demostrado cuán fácil era dirigir los anuncios de Facebook a "los enemigos de cualquier causa". De manera más general, el sitio también quiere mantener a los usuarios conectados y sabe que es capaz de manipular las emociones de sus usuarios, que son más felices cuando ven las cosas con las que están de acuerdo.

Son precisamente estas características las que explotaron los anuncios rusos en el caso estadounidense. Todo esto se combina para significar que el mundo de las redes sociales tiende a crear grupos de individuos pequeños y profundamente polarizados que tenderán a creer todo lo que oyen, sin importar cuán divorciada de la realidad esté esa información. Los filtros de todas las redes sociales nos preparan para ser vulnerables a la polarización de noticias falsas y para volvernos cada vez más aislados en nuestros propios prejuicios. 

A este punto, dos tercios de los internautas obtienen al menos algunas de sus noticias de las redes sociales. Esto significa que esos dos tercios de personas obtienen una parte de la información que consumen de los algoritmos altamente curados y personalizados de las redes. Pensar ingenuamente que esto no tiene un impacto real en la opinión pública es como creer en Santa Claus a los 35 años. @mundiario

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