¿Por qué reciben tantas subvenciones patronales y sindicatos españoles?

Antiguos líderes de CC OO y de UGT. / jornadalaboral.es
Los líderes de CC OO y de UGT / jornadalaboral.es

No es fácil entender la lluvia de millones que reciben los sindicatos a través del BOE o de las comunidades autónomas. Como no se entienden las subvenciones a la patronal. 

¿Por qué reciben tantas subvenciones patronales y sindicatos españoles?

El BOE del día 14 publicaba la relación de sindicatos subvencionados “en proporción a su representatividad por la realización de actividades de carácter sindical”, correspondientes a 2012. Un total de 72 sindicatos recibieron más de 10 millones de euros, con las mayores cantidades para CC OO, 4.409.000 euros, y para UGT, 4.173.000 euros. Estas dos organizaciones se llevan, además, otra cantidad cercana al millón de euros cada una por participar en los órganos consultivos del Ministerio, concepto por el que la CEOE también percibe 1.516.212 euros. 

Aunque últimamente está de moda arremeter contra los sindicatos, sobre todo contra los dos mayoritarios que seguramente lo tienen merecido por comportamientos poco ejemplares, como en el caso de los ERE de Andalucía o el desvío de fondos de  formación de los parados que hizo UGT también en Andalucía, esas organizaciones son necesarias e imprescindibles en el modelo democrático que nos hemos dado. 

Como tales supieron actuar con grandeza de miras en momentos delicados en la vida del país, como en la firma de los Pactos de la Moncloa. Además, fueron determinantes para lograr muchas conquistas laborales y sociales que, tristemente, ahora se están perdiendo con la crisis como pretexto. 

Pero los sindicatos han de modernizarse. Antes eran organizaciones más transparentes, poco burocratizadas y estaban menos subvencionados. ¿Por qué ahora no se financian con las cuotas de sus afiliados y seguidores? No es fácil entender la lluvia de millones que reciben a través del BOE, como esta que comentamos, o de las comunidades autónomas. Como no se entienden las subvenciones a la patronal.  

Tampoco se entiende que, recibiendo recursos públicos, los sindicatos no sean diáfanos en sus cuentas, rechacen someterse a la Ley de Transparencia y tengan un comportamiento tan opaco como la patronal u otras instituciones que ellos critican. 

Son necesarios, pero si quieren sobrevivir deben iniciar el camino de la autofinanciación, acabar con las irregularidades y acometer un proceso de renovación para adecuarse a las necesidades de un mercado laboral cambiante. 

Aunque parezca una contradicción, esa renovación pasa por mirar hacia atrás para recuperar el espíritu sindical de la transición y el modelo de liderazgo moral de sus antecesores, que supieron conducir a los sindicatos alejados del burocratismo que padecen hoy. Marcelino Camacho y Nicolás Redondo, dos ejemplos de coherencia, tenían claro que su misión era el servicio y la defensa de todos los trabajadores.

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