¿Rayos de esperanza para Venezuela?

Juan Guaido./ Mundiario
Juan Guaidó. / Mundiario

Después de un período de desinterés, parece que medios de comunicación internacionales comienzan a prestarle nuevamente atención al país sudamericano, que sigue en la búsqueda de salidas para sus graves problemas políticos, económicos y sociales.

¿Rayos de esperanza para Venezuela?

El semanario alemán Der Spiegel publicó en su edición del 22 de febrero un reportaje titulado “El fin de la revolución”. En él se observa que están abriendo nuevos restaurantes y clubs para la población más pudiente, que las tiendas no tienen sus estanterías tan vacías como hace algunos meses y que se encuentran productos de lujo en las nuevas boutiques de los barrios como La Castellana o Las Mercedes de Caracas. Y se resalta que “hasta el New York Times se pregunta si el nuevo boom de consumo significa el fin de la revolución”.

Expertos venezolanos dan varias explicaciones para este fenómeno: primero, las remesas de 5 millones de exilados a sus parientes en el país. Segundo, la dolarización “de facto” de la economía venezolana, con la consecuencia que hay hoy en circulación más dólares que bolívares, la moneda oficial. Tercero, la liberación de las importaciones, lo que ha llevado a que por ejemplo la gama SUV de Toyota ocupe el tercer puesto entre las mercancías que entran por los puertos venezolanos. 

Cuarto, las sanciones impuestas por Washington y Bruselas, que dificultan sacar del país dineros generados por la corrupción, el narcotráfico y el comercio ilegal de petróleo, por lo que ahora circulan en la economía interna. Quinto, miembros de las mafias del poder están retransfiriendo parte de los 136.000 millones de dólares que se estiman aparcados en cuentas bancarias extranjeras. Y sexto, según informada El País el 29 de febrero, “el chavismo ha pactado discretamente una suerte de paz entre los productores y el capital nacional todavía existente en el país”.

No obstante, estas señales de reactivación no deben llevar al engaño: Venezuela ha perdido dos terceras partes de su PIB en los últimos 6 años. Con un Estado en bancarrota, sin acceso a la financiación de organismos internacionales como el Banco Mundial o el FMI, con una inflación super galopante, con 7 de sus 27 millones de habitantes sufriendo hambre y con la producción de petróleo hundida de 2,5 millones de barriles a 750.000, no sorprende que las tensiones sociales vayan en aumento. Además, la sensación de normalidad en el consumo beneficia como mucho a un 15% de la población.

Si a eso sumamos las tensiones políticas crecientes entre los dos presidentes Nicolás Maduro –sucesor de Hugo Chávez y perseguidor empedernido de la oposición– y Juan Gauidó –presidente interino elegido por la Asamblea Nacional, reconocido por más de 50 países y recibido en su última gira mundial por Trump, Macron y Merkel–, la situación en Venezuela sigue estando al rojo vivo. Con dos probables citas electorales ante puertas: a la Asamblea Nacional, dominada hoy por los partidos democráticos, y a la Presidencia.

Según todas las encuestas, Guaidó sigue siendo el político venezolano mejor valorado. Además, la oposición transmite señales de unidad. Como muestra sirva que ha consensuado un “Plan País”, con la meta de rescatar a Venezuela de la crisis social y del colapso económico en el que se encuentra. Para dar a conocer sus líneas maestras, varios representantes de la Asamblea Nacional están recorriendo actualmente Europa.

Durante su estancia en Madrid explicaron la situación actual que vive su país, así como las condiciones que ellos consideran imprescindibles para la celebración de elecciones libres y limpias: la creación de una Junta Electoral neutral y la presencia de observadores internacionales que avalen los resultados. 

Piden que los gobiernos europeos presionen al régimen de Maduro en esta dirección. Hacen bien, porque en el viejo continente el interés por el problema venezolano está más bien a niveles bajos. Es por eso tan importante que medios de comunicación europeos sigan insistiendo que hay solo una solución factible: negociaciones entre Maduro y Guaidó para poner en marcha elecciones presidenciales lo antes posible. Con todas las garantías necesarias. También con el compromiso de ambas partes que aceptarán sus resultados e intentarán una Transición, fruto de acuerdos entre todos. El ejemplo de España en la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado podría servir como modelo.

Es en esta dirección que debería presionar la Unión Europea. Por activa y por pasiva. Sería bueno que Washington tirara del mismo carro, no solo con palabras, también con hechos. Que, según Der Spiegel, el gobierno Trump haya dado un permiso especial a 5 empresas norteamericanas para seguir comerciando con petróleo venezolano, no parece la señal más adecuada en estos momentos. @mundiario

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