Un Rato político, un Rato gestor económico, un Rato… ¿delincuente?

Rodrigo Rato.
Rodrigo Rato. / RR SS.

Los políticos que ocuparon puestos de responsabilidad económica en las dos últimas décadas tienen muchas deudas pendientes con los ciudadanos españoles, entre ellas, dar explicaciones.

Un Rato político, un Rato gestor económico, un Rato… ¿delincuente?

Los políticos que ocuparon puestos de responsabilidad económica en las dos últimas décadas tienen muchas deudas pendientes con los ciudadanos españoles, entre ellas, dar explicaciones. La comisión de investigación abierta en el Congreso para arrojar luz sobre algunos de los aspectos más controvertidos de su gestión –antes y durante la crisis– permanece hoy en un oscurantismo que no procede. Han comparecido ya varios de los citados pero, lamentablemente, aún no conocemos los aspectos determinantes que hicieron de la recesión española una de las más profundas de la UE.

Rodrigo Rato compareció ante la comisión con actitud chulesca, despreciando a los diputados

Y no fue por falta de esmero en la preparación. La escena se diseñó –incluso al revés de lo que convendría visualmente a su posición–, a los actores no les dolió en prendas lucirse en su exposiciones para resaltar lo que consideran que fueron los aspectos positivos de su gestión y, en última instancia, echar la culpa a otros de las decisiones que se tomaron. Asistimos a la comparecencia de un Rodrigo Rato soberbio y prepotente, que recordaba más al político todopoderoso de antaño que al presunto delincuente de hoy. Compareció ante la comisión con actitud chulesca, despreciando a los diputados. El que fuera vicepresidente del Gobierno, ministro de Economía, director gerente del Fondo Monetario Internacional y presidente de Bankia hasta su caída –o destitución– evidenció que, a pesar del tiempo transcurrido desde su última etapa de parlamentario, conserva sus dotes dialécticas y, lejos de amilanarse, dejó fuera de juego a los portavoces de los grupos políticos que tenía enfrente. Buen parlamentario, sí, ahora ¿buen gestor económico?

Al más puro estilo de aquel que activa el ventilador ante un fajo de papeles que comienzan a volar, el Rato político trató de alargar su sombra sobre alguno de sus excompañeros de partido. El “mesías” al que otrora se le atribuyó el milagro económico de España, que aún estamos pagando hoy, el omnipotente director gerente del Fondo Monetario Internacional, que renunció a su cargo después de que la auditora externa del Fondo le preguntase por sus operaciones en paraísos fiscales, y el expresidente de Bankia, hizo gala de su percepción de impunidad y obvió sus numerosas causas pendientes, para centrarse en acusar a los suyos de un complot para hundirle. La “vendetta” que preparó para justificar su último fracaso como gestor, dejó al descubierto la guerra interna por el control del último trasatlántico financiero que representaba la entidad nacionalizada y dirigió el foco directamente hacia su gran enemigo, Luis de Guindos, a quien, en el fondo, desprecia profundamente. Si alguien esperaba algo de autocrítica en su gestión habrá descubierto que esta palabra no forma parte de su vocabulario.

Pero no importa, la culpa no es de nadie y toca a poco porque pagamos entre todos

De esta comparecencia, al igual que del acto de contrición parcial que hizo Pedro Solbes –con defensa de las puertas giratorias incluida–, lo único que podemos agradecer a los intervinientes es su capacidad para devolver a la actualidad una de las grandes incógnitas financieras que está por resolver: ¿quién y cómo se organizó la reestructuración bancaria en España?. Quiero decir, los ciudadanos precisan alguna explicación sobre el proceso de decisión que conllevó la auditoría de las entidades intervenidas, con qué criterios se dotaron las provisiones –¿exageradas?–, quién tomó la decisión de vender inmediatamente Novagalicia o la de aguantar Bankia hasta mejor ocasión o, por ejemplo, qué facultativo prescribió mantener con respiración asistida al moribundo Banco Pastor, hoy en manos del Santander. Eso, de momento, nadie lo ha contado.

Lo único que tenemos es un saldo parcial del balance que arrojan las distintas oleadas de la reestructuración financiera: una elevada concentración bancaria -que dio como resultado que cinco grandes entidades controlen las ¾ partes del mercado, casi el doble que en 2007-, un tsunami que se llevó por delante más de 20.000 oficinas y 1/3 de la plantilla de bancarios. Por no saber no sabemos ni cuánto ha costado el rescate bancario, que parece alcanzó una cantidad indeterminada de dinero, por encima de los 60.00 millones de euros. Pero no importa, la culpa no es de nadie y toca a poco porque pagamos entre todos. @mundiario

Comentarios