Un quinquenio perdido en Perú

Pedro Pablo Kuczynski y sus vicepresidentes en 2016. Ninguno llegó al 2021.
Pedro Pablo Kuczynski y sus vicepresidentes en 2016. Ninguno llegó al 2021.
"La clase política peruana -esto el presidente Castillo y el Congreso- debe entender que hay dos prioridades inmediatas: derrotar a la pandemia y reflotar la economía", dice el autor. 
Un quinquenio perdido en Perú

El 5 de junio de 2016, la formula presidencial que ganó las elecciones generales en Perú fue la liderada por Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz. Según la Constitución, los tres iban a quedarse hasta el 28 de julio de 2021. Cinco años de gobierno. Sin embargo, ya en esta fecha, ni uno entregará el poder al maestro de izquierdas Pedro Castillo, quien será el nuevo mandatario. Lo hará Francisco Sagasti que, en enero del 2020, fue elegido como congresista y, en noviembre pasado, tuvo que asumir el Ejecutivo. 

Este quinquenio ha sido perdido. La clase política peruana se ha desprestigiado en los cinco años que se van porque, más allá de los lazos de colaboración para resolver los grandes problemas en el país, lo que proliferó más fueron los pedidos de interpelaciones, censuras y renuncias hacia los ministros. Además, procesos de vacancia contra presidentes: tuvimos cuatro. Se incluye, como no, un cierre del Parlamento y la elección de otro que fue el más mediocre y populista en dos décadas. Un factor externo resultó el escándalo de corrupción Lava Jato. 

La pandemia de la Covid-19 contribuyó a la debacle institucional de Perú. Esto porque se mostraron las grandes falencias del Estado para enfrentar una crisis sanitaria de una magnitud desconocida. Los resultados: hasta ahora 187 mil fallecieron por el virus, la economía se desplomó y la pobreza le llegó a tres millones de peruanos que perdieron sus trabajos por la alta informalidad y la falta de oportunidades. Las recientes elecciones generales le añadió un punto más: una polarización ideológica que no se había visto desde 1990.

Con este panorama, este 28 de julio, se inicia una nueva etapa en Perú. Nuevamente se presenta el mismo escenario de 2016: el Ejecutivo y el Legislativo tienen diferentes liderazgos: el oficialismo controla el primero, mientras la oposición lo segundo. Por ahora, resulta incierto cómo vaya ser la relación entre ambos poderes. Sin embargo, un asunto sí podría caldear los ánimos: la Asamblea Constituyente.


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Esta propuesta fue enarbolada por el izquierdista Castillo durante su campaña electoral. Como buen antisistema, responsabilizó a las élites de ser los culpables de las grandes brechas sociales. Por eso, con una agrupación socialista y marxista, Castillo amenaza con llevar a cabo una plataforma constituyente para redactar una nueva Constitución. No obstante, un gran bloque integrado por la derecha -que aún no asimila haber perdido contra un maestro rural que, al inicio señalamos, no tenía opción para ser presidente- no permitirá esta iniciativa al considerarla el inicio de un régimen comunista. 

Los próximos meses, entonces, podríamos vivir en Perú lo mismo que se empezó en 2016. Ataques entre el Gobierno y la oposición. Con ello, una vez más, estaríamos rumbo a un quinquenio donde la necesidad de gobernabilidad sería un buen chiste para contar o lamento permanente. La clase política -esto va al presidente Castillo y la derecha  en el Parlamento- debe entender que hay dos prioridades inmediatas: derrotar a la pandemia y reflotar la economía. Sería un despropósito que no tengamos un quiquenio, sino una década pérdida sin progreso y más con enfrentamientos. @mundiario

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