¿Quedan políticos que miren al futuro más allá de su legislatura?

Deuda pública  / loyolaandnews.es
Deuda pública. / loyolaandnews.es

Hay decisiones políticas que benefician el presente pero complican el futuro de varias generaciones por su difícil reversibilidad, decisiones que solo miran la proxima cjta electoral  Veamos algunos ejemplos.

¿Quedan políticos que miren al futuro más allá de su legislatura?

Si unos padres se hipotecan, se llenan de deudas y disfrutan con ello de una buena calidad de vida gastándose los préstamos obtenidos y trasladando a los herederos el problema de su devolución, incluso cercenando su capacidad de endeudarse ¿diríamos que han sido buenos padres?¿y si lo hacen los políticos?¿les llamaríamos estadistas?

No hemos de dudar siempre de la buena voluntad pero como dice el refrán, de buenas intenciones están llenos los panteones. Con buena voluntad, mirando al éxito social de la legislatura, o quizás a la próxima cita electoral, se tomaron decisiones que hoy nos tienen atados de pies y manos sin poder salir del problema creado. Uno de ellos el sistema de pensiones. Cuando en España se establece un sistema de Seguridad Social que cubría al que cotizaba y el resto era caridad., se estableció un sistema de pensiones de tanto cotizas tanto cobrarás. Las cosas iban bien y para acceder a una pensión de jubilación solo era necesario haber cotizado 10 años. Eso era suficiente para cobrar los próximos 30 si se vivía para ello. Nunca se pensó en hacer una hucha donde el jubilado cobrase de sus ahorros (como había sido en el pasado) sino de los nuevos cotizantes. Era época de Franco y pensar que algo podía ir a peor no se podía pensar.

Esto duró en democracia pero la cosa se empezó a complicar cuando se toma la decisión de incluir las pensiones no contributibas en el régimen de la Seguridad Social allá por 1990. Era época de bonanza y los derechos se extendieron a toda la población hubiesen cotizado o no. Se cumplía así el artículo 41 de la Constitución que establece que los poderes públicos deben mantener un régimen público se Seguridad Social para "todos los ciudadanos". Fue una medida muy aplaudida porque se vio de justicia pero se cometió un error, en lugar de cargar ese gasto a los Presupuestos Generales como habían hecho casi todos los países europeos, nosotros los cargamos a la Caja de Pensiones porque en "aquel presente" el sistema aguantaba, nacían niños, se moría mucho antes y el paro no era significativo.

Recuerdo que en Galicia la alegría fue grande entre los campesinos. No pensaron en jubilarse porque ese concepto no existía pero siguieron trabajando al mismo tiempo que cobraban una pensión en muchos casos superior a lo que ganaban habitualmente, una miseria porque el beneficio de su trabajo se quedaba en los intermediarios. Hoy en día esas pensiones no contributivas cuestas 8.904,9 millones de euros, una cifra alta pero que se dispara si sumamos la pensión mínima para inmigrantes y refugiados, la mínima que se paga al preso que sale de la cárcel, y ahora a los parados de larga duración. Y no se trata de cuestionar su justicia que no viene al caso, sino de darse cuenta de que hay gastos que deben ir contra los PGE a costa de recortar en otros menos necesarios entre los que se encontrarían los propios políticos con su burbuja, sus comisiones de servicio, y sus dietas de ausente.

Más difícil de deshacer aún es el lío de Hacienda y la abultada Deuda Pública que ya sobrepasa ampliamente el billón de euros y supone al Estado un gasto de más de 30.000 millones al año a pesar de los bajísimos intereses que hay en estos momentos en el mercado. Si suben mínimamente, este pago se duplicaría obligando a nuevos y dolorosos recortes. Fue muy bonito mientras nos endeudábamos y gastábamos ese dinero como si el País lo produjera, como si todo fuese mejor de lo que iba. Ese mirar el hoy, acabar la legislatura bien. No desanimar al ciudadano cara a las próximas elecciones, es lo que hoy nos deja sin margen para nuevos endeudamientos si las circunstancias lo exigen. Nos hemos gastado un dinero que no teníamos y estamos agotando ya las últimas posibilidades de ir con el gasto por delante. Hacienda nos pide dinero por anticipado, pagos a cuenta que hacemos todos los ciudadanos con ingresos y también las empresas. Este años habrá nada menos que 13,7 millones de españoles cuya declaración de la renta les sale a devolver, gente que ha prestado dinero al Estado, el sueño dorado de todo empresario, cobrar por anticipado. La Administración todavía agota más las posibilidades de financiación demorando el pago de sus deudas con los subcontratistas y autónomos que contrata. 

El político que se atreva a decir que debemos gastar menos para devolver la Deuda y recobrar la capacidad de endeudarnos en caso de emergencia, para no pagar intereses y dedicar ese dinero a temas mas necesarios, para respirar como aspira cualquier persona que consigue terminar de pagar esa deuda que le atenaza, es un político que nadie apoyará. El que subirá en votos será aquel que prometa más gasto aunque ello suponga un déficit que traiga más deuda, una actitud populista que es del agrado de los que no queremos asumir la realidad. ¿Alguien cree que si el independentismo catalán, por ejemplo, confiesa que están en quiebra, que Cataluña no soporta el gasto que tiene, y que su capacidad de endeudamiento fuera de España es nula, alguien les votaría? Sería más sensato un pacto para no entrar jamás en déficit publico, en asumir la realidad, em disminuir la deuda, y que ciudadanos dirija su voto hacia aquel que en su opinión se gastará el presupuesto de forma más acertada, pero descartando al que promete gastar lo que no tiene. @mundiario

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