¿A qué viene el gesto de chulería borbónica de "explicaciones de qué"?

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¿Qué quiere decir este gesto de la victoria?
Alfonso XIII confiaba en la generosidad de los españoles al juzgar sus culpas, cosa que a Juan Carlos I parece traerle al fresco.
¿A qué viene el gesto de chulería borbónica de "explicaciones de qué"?

Dice un viejo aforismo que “Para quedar como un señor, hay que ser un señor”. Y en la vieja Roma, el título de “Maiestas” era un atributo que pertenecía a las personas o cosas a las que correspondía “la mayor dignidad y elevación”. El pueblo español es un pueblo generoso, dado al perdón cuando se le pide y se muestra arrepentimiento sincero. Lo sabía y creía en ello Alfonso XIII, en que su carta de renuncia al trono y salida del país dice, entre otras cosas: “Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia”.

Luego del escándalo del viaje con una de sus barraganas a Botswana, Juan Carlos I se disculpó, pese a que luego conoceríamos otros detalles de su comportamiento nada ejemplar, que él había reclamado para sí mismo en el mensaje de despedida de la Nochebuena de 2013.

Pero esta vez, pese al alcance de sus enredos, de cuyas consecuencias se ha librado gracias a la inviolabilidad o la conjura a tiempo del delito fiscal en el que incurrió por no declarar a tiempo sus ingresos no computados, esta vez ha respondido con chulería borbónica a las explicaciones que debe al pueblo español, atónito testigo de sus trapacerías.

Evidencia de sus efectos es la caída en la valoración de la Corona, cuando el CIS preguntaba a los españoles al respecto, y que alcanzó la cuota del 3,68 por ciento en abril de 2013 de valoración, poco antes de abdicar. El 15 de marzo de 2020, la Casa Real daba cuenta de que, al trascender en los medios los comportamientos de Juan Carlos I, la Corona reafirmaba su propósito de atenerse con rigor a ejercer sus funciones conforme los principios morales, éticos y ejemplares presidieran su actuación y, en consecuencia, se renunciaba a toda herencia del rey abdicado fruto de sus cuentas en paraísos fiscales, al tiempo que le era retirado el suelo que percibía de la Zarzuela. ¿Es precisa alguna evidencia más?

En lugar de regodearse en olor de multitudes como si aquí no hubiera pasado nada, disfrutando frívolamente de la adhesión pintoresca de tan leales súbditos, hubiera sido más digno que, al regresar a España, se presentara ante su hijo y ante el pueblo español, diciendo, como la otra vez “Me he equivocao. No volverá a pasar”. Pero no, dado el éxito de esta excursión ya se anuncia la próxima para dentro de unas semanas. Este hombre parece que se ha vuelto un inconsciente.

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Caída de la monarquía poco antes de la abdicación. / Mundiario 

El daño que no ya con su conducta pasada, sino con los actos presentes es bien fácil computable, y no se debería engañar por el jaleo con que lo envuelven algunas docenas de entusiastas que ignoran o disculpan los actos que su propio hijo ha condenado de forma bien manifiesta. Y en este momento, el Gobierno expresa, a través de su portavoz, lo que sentimos muchos ciudadanos, conscientes de que “ha perdido una oportunidad, que los españoles esperaban, de dar explicaciones y de pedir perdón”.

“Explicaciones ¿de qué?”, contestó el rey emérito el domingo en Sanxenxo. La Fiscalía del Tribunal Supremo archivó en marzo la investigación a Juan Carlos I pese a constatar numerosas irregularidades fiscales. Esa chulería típicamente borbónica es una evidencia más de que el mal llamado rey emérito no tiene la menor conciencia de sus actos, sino que quiere seguir su vida de siempre, como siempre y como le ha ido de maravilla.

La ejemplaridad no que pide su hijo no le afecta

La ejemplaridad que reclama y proclama su hijo no parece afectarle. No sabemos lo que dará de si su encuentro con Felipe VI, pero es evidente que Juan Carlos pretende vivir como siempre ha vivido.

Conviene recordar que, desde que abdicó, y contando la más prolongada estancia en un país que frecuenta en toda ocasión, ha pasado tres cuartas parte del año de fiesta en fiesta por todo el mundo. ¿Quién paga sus viajes, de qué vive si ya no cobra sueldo alguno de la Casa Real?

Quizá conviene recordar que según el prestigioso The New York Times y la revista económica Forbes, la fortuna personal de Juan Carlos rebasaba los 1.700 millones de euros, donde habría que anotar diversas comisiones en otras tantas operaciones como la venta del Banco Zaragozano al Barclays Bank, de sus amigos los “Albertos” y otras muchas en ámbitos diversos, donde tiene amigos como el traficante de armas Abdul Rahman El Assir, que huyó de la Justicia española, que comparte refugio con su antiguo amigo en Abu Dabi, y que figura en la lista de los más buscados, por varios países, por delitos comunes y fraude fiscal.

¿Cómo se puede llegar a acumular tal fortuna con un sueldo anual que no llegaba a los 200.000 euros? La respuesta parece obvia. @mundiario

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