¿Qué va a hacer Felipe VI con Juan Carlos I cuando regrese por fin?

Juan Carlos I y Felipe VI. / Pixabay
Sánchez deja el asunto al Rey Felipe
El presidente Sánchez ha dicho que el retorno del rey honorífico es cosa de la Zarzuela, pero que en todo caso Juan Carlos debe dar explicaciones. ¿Las dará?
¿Qué va a hacer Felipe VI con Juan Carlos I cuando regrese por fin?

Que Juan Carlos I pretenda volver a su vida de siempre como si nada, jaleado por sus partidarios (que parecen herederos de los mismos que se pusieron en lugar de las mulas que arrastraban el carro del nefasto Fernando VII cuando regresaba a España) es un insulto al conjunto de los españoles de bien que hemos asistido atónitos a sus trapacerías y desvergüenzas. Desde que dejó el trono, Juan Carlos ha pasado tres cuartos de su tiempo viajando. Y en apenas los primeros meses libre de responsabilidades, desde 2014, llegó a recorrer 100.000 kilómetros entre Arabia Saudí, Estados Unidos, México, Emiratos Árabes, Bahamas, Marruecos y otros destinos, pero siempre de fiesta en fiesta. Percibía una asignación anual de más de 194.232 euros. Sus apariciones al lado de la Reina Sofía eran puramente aparentes, sin que exista relación alguna entre ambos. Siempre solo, se le podía ver en restaurantes y hoteles de lujo, grandes eventos o fiestas de amigos. De ahí la paradoja que se haya a decir que su residencia en Abu Dabi es el exilio, cuando en realidad no es otra cosa que un periodo de vacaciones un poco más largo de lo habitual.

La propia dinámica del tipo de vida que compaginó con su cargo como primer empleado del Estado y el modo en que la misma se acentuó al ceder la Corona a su sucesor, ha conducido a situaciones como la presente. La sucesión de episodios relativos a la vida personal del rey honorífico Juan Carlos I, a la sombra y, en su caso, amparados por su condición de Jefe del Estado, y por lo tanto inviolable durante su reinado, y los lances posteriores con amantes, recepción de regalos millonarios, sospecha de comisiones, ingresos no declarados a Hacienda, cuentas opacas, paraísos fiscales, regulaciones a tiempo, previo aviso, para escapar del delito fiscal y otro tipo de conductas, fueron precipitando una especie de novela río, con numerosos afluentes a lo largo de los años 2020 y 2021, con especial intensidad en diciembre de este último año. Las evidencias conocidas de la conducta de Juan Carlos I se fueron encadenando hasta que la prueba más notable de que la misma no se había venido ajustando a los cánones de la ejemplaridad ética que él mismo reclamaba a los demás y proclamaba como guía moral en sus discursos (la última en las Navidades de 2013, antes de abdicar), al asumirla como suya su hijo, el Rey Felipe VI, y al advertirse los riesgos que tales hechos perjudicaran a la Corona misma, determinó que éste renunciara a la herencia de su padre, y a todo beneficio económico “cuyo origen, características o finalidad pudieran no estar en plena y estricta consonancia con la legalidad o con los criterios de transparencia, integridad y ejemplaridad que informan su actividad y privada” (Véase el Comunicado de la Casa de S.M, el Rey sobre la renuncia de Felipe VI a la herencia de su padre, de 15 de marzo de 2020).

El 15 de marzo de 2020, la Zarzuela hacía público un extenso comunicado, en el que el Rey Felipe daba cuenta de que había renunciado (formalmente, porque la renuncia efectiva no es posible hasta el momento de recibirla) a la herencia económica que pudiera corresponderle de su padre Juan Carlos I y le retiraba la asignación que tenía fijada en los presupuestos de la Casa del Rey (194.232 euros anuales).  Felipe trataba de desvincularse de los negocios de su padre, especialmente de su condición de beneficiarios de las fundaciones Zagatka y Lucum, esta última investigada por la Fiscalía Anticorrupción por recibir el tránsito de los 100 millones de dólares de Arabia Saudí.

La ejemplaridad como compromiso de Felipe VI

El comunicado destacaba que, en su discurso de proclamación ante las Cortes Generales en 2014, Felipe VI ya subrayó que “la Corona debe [...] preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente”. En consonancia con estos principios, agrega, “el Rey quiere que sea conocido públicamente, que ha comunicado a su padre su decisión de renunciar a la herencia que personalmente le pudiera corresponder, así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada y que deben informar la actividad de la Corona”.

Si el propio Felipe decía esto, ¿faltaba alguna evidencia más? Y ahora, cuando regrese incólume, gracias a la serie de circunstancias que le son favorables (desde su inviolabilidad a la falta de diligencia de los fiscales para ahondar en los casos abiertos), pese a las evidencias que su propio hijo ha reconocido, ¿qué va a hacer con él, dónde lo instalará, le repondrá el sueldo? El presidente Sánchez ha dicho que Juan Carlos debe dar explicaciones y que, en todo caso, el retorno es cosa de la Zarzuela. Ya. Pero como en otras ocasiones al viajero le basta con decir “Me he equivocao y no volverá a pasar”. Ya veremos. @mundiario 

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