Que el Islam asuma los valores de la sociedad occidental es una utopía

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El presidente de Castilla-La Mancha junto a una mujer con Niqab.
En España se ve con frecuencia en actos públicos a mujeres ataviadas con el atuendo que se teme regrese a Afganistán.
Que el Islam asuma los valores de la sociedad occidental es una utopía

La conmoción que ha provocado en todo el mundo la victoria plena de los talibanes en Afganistán, rematada con la toma de Kabul y el temor que provoca en Occidente el retroceso histórico del país en cuanto que la aplicación del rigorismo islámico suponga especialmente la pérdida de identidad de la mujer como ser humano y otras consecuencias terribles (el éxodo y el intento salir del país de miles de familias ofrece escenas desgarradoras), merece alguna reflexión sobre la propia convivencia entre nosotros de colectivos, cuyas ideas se aproximan mucho a la de los propios vencedores.

Cabe recordar ahora que varios cientos de jóvenes árabes, en su mayoría marroquíes y argelinos, en las fiestas de fin de año de 2015, en Colonia y otras ciudades alemanas, agredieron sexualmente a las mujeres que encontraron en su camino. Pero lo más insólito de este caso fue que el imán de Colonia Sami Abu-Yusuf, declaró en una entrevista que la responsabilidad de las violencias sexuales de Nochevieja no se debían atribuir a los jóvenes, sino a las mujeres que iban por la calle medio desnudas y perfumadas. El imán llevaba decenios en Alemania, pero no había dado un solo paso hacia la cultura que lo había acogido, mostrándose como un invasor arrogante. “¿Se puede dialogar con un troglodita que ve un demonio en la feminidad?", se preguntaba el profesor Giovanni Sartori a propósito de estos hechos. 

Hace veinte años, el profesor Sartori publicó uno de sus más famosos libros, “La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros” en el que advertía de la absoluta incompatibilidad entre los valores y principios de la sociedad occidental y el Islam. Profesor en Florencia, su ciudad natal, y en Stanford, Harvard, Yale y Columbia, con nueve laureas honoris causa y numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2005), reconocido como uno de los grandes pensadores del siglo XX y XXI, nos legó alguna de las más documentadas reflexiones sobre el problema al que Europa tendría que haberse enfrentado hace tiempo.

Incompatible con Occidente 

Explicaba Sartori que el Islam es incompatible con Occidente. Y como prueba de que Europa había renegado de su propia cultura, en casos como cuando varias estatuas desnudas fueran cubiertas en los Museos Capitolinos de Roma para no molestar al presidente de Irán, Hasan Rohani. Decía Sartori que episodios como el de Colonia ponía de manifiesto que la relación del islam con las mujeres es un asunto devastador y que existe un abismo cultural insalvable entre la Europa rica y liberal y algunos de países musulmanes.

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Una mujer con Niqab, presidenta de una mesa electoral en Ceuta. / Mundiario

¿Es posible entonces que un inmigrante, educado en una cultura o una religión distinta de la nuestra, como el islam, se pueda integrar, negando los principios que forman parte de su educación, de su sensibilidad? Para el profesor Sartori la integración ético-política es imposible: “el islam es incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular”. ¿Qué significa integrarse? Angela Merkel lo ha dicho claramente: “Queremos que los inmigrantes absorban los fundamentos culturales de nuestra convivencia; es decir, el sistema de valores, de reglas y de comportamientos que rigen entre nosotros”.

Según Sartori, la integración de musulmanes en sociedades no islámicas no se ha logrado porque el Islam no tiene capacidad de evolución. “Los musulmanes de tercera generación no solo no se han integrado, sino que son los más rebeldes”. Una encuesta entre jóvenes alemanes de origen árabe y de religión musulmanas, educados en el sistema general de la República Federal, dejó resultados aterradores sobre su mentalidad con respecto a la subordinación y desigualdad entre el hombre y la mujer. En definitiva, sostenía tempranamente Sartori que Occidente y sus valores están en peligro porque no se está dando una respuesta adecuada al fundamentalismo islámico. En este contexto, algunos casos resultan sorprendentes: la alcaldesa socialista de Lille estuvo a punto de atender la exigencia de la comunidad musulmana, cuyos votos precisaba, para imponer la separación de sexos en las piscinas.

El deber de extender el Islam

El Islam, la verdadera religión, ordena a sus miembros que la expandan por mandato del mismo Alá. Veamos el Corán 9:28-29: “¡Creyentes! Los asociadores [cristianos trinitarios por asociar Jesús con la divinidad] son mera impureza. ¡Que no se acerquen, pues, a la Mezquita Sagrada después de este su año! Si teméis escasez, Alá os enriquecerá por favor Suyo, si quiere. Alá es omnisciente, sabio. ¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura [judíos y cristianos], no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado [Muhámmad] han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!”.

El gobierno de Arabia Saudita imprime libros, construye y financia mezquitas por todo el mundo, cuando simultáneamente, enviar una felicitación cristiana por Navidad puede ser un delito. Más de 40.000 escuelas alrededor del mundo son financiadas por el gobierno saudita. En los textos que se entrega a los niños se enseña el odio a los infieles, se afirma que los judíos y cristianos han pecado por aceptar el politeísmo, por lo que Alá les castigará a convertirse en monos y cerdos, respectivamente, y se alienta a los niños a convertirse en shahids –islamikazes. Estos libros también se distribuyen en Occidente con la aquiescencia de las autoridades educativas. No olvidemos que hay un abismo entre el dar al-islam (el territorio del Islam) y el dar al-harb (territorios habitados por infieles). El deber de todo musulmán es extender aquel territorio. El islamismo pretende instaurar un Califato Mundial, bajo las reglas y normas de la Sharía –ley islámica-. El Islam no concibe la separación de religión y Estado. El estado tiene que regirse por la Sharía. Es la regla total para todos los órdenes de la vida.

Según el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, el fracaso de la integración de los musulmanes en Europa es una bomba de tiempo que ya ha contribuido al terrorismo y puede llegar a convertirse en una amenaza para la democracia. En un artículo publicado en el diario El País, el sábado 11 de agosto de 2007, titulado, El fin de la utopía multicultural, señalaba: “El fracaso europeo del intento de crear una mejor integración de los musulmanes es una bomba de tiempo que ya ha contribuido al terrorismo, que por cierto provocará una reacción más firme de los grupos populistas y que posiblemente llegue a convertirse en una amenaza para la democracia europea misma. La solución del problema requiere un cambio del comportamiento de esa minoría inmigrante y de sus descendientes, pero también del de la comunidad nacional dominante”.

De momento, en un acto público presidido por el presidente de Castilla-La Macha, Emiliano García-Page, del PSOE, éste no tuvo inconveniente en retratarse junto a una mujer cubierta con el niqab. O en elecciones generales, en las mesas de votación en Ceuta iba ataviada con el mismo atuendo, y se le permitió, pese a que no se le veía el rostro. Según la Delegación del Gobierno, antes de embozarse, mostró su DNI y se dio por válido. @mundiario 

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