Putin presiona militarmente a los países europeos: la política española no sabe, no contesta
La frialdad en las relaciones con EE UU se intenta superar mediante el ofrecimiento de medios aéreos, navales y terrestres en el marco de la OTAN.
Mientras la política española debate sobre vacas y otros animales sin datos, ni análisis, sustituidos por fotos y declaraciones masivas a cargo de quienes solo han visto la carne en el supermercado, en el Este de Europa, en el Norte y allende el Atlántico se discuten los riesgos de conflicto militar. Rusia ha movilizado un ejército del tamaño del español para presionar a Ucrania, Suecia está desplegando efectivos en el mar Báltico, Finlandia debate su futuro y los países bálticos temen su aislamiento entre otras noticias de los últimos días. Incluso España ha ofrecido medios aéreos a un hipotético despliegue.
Para tratar de agotar los cauces diplomáticos, Joe Biden y Vladimir Putin han conversado por teléfono. Posteriormente representantes de ambos gobiernos se han reunido en Ginebra y después en Bruselas, asistiendo a esta última reunión los mandos de la OTAN. Como en Yalta hace ya ocho décadas, el destino de Europa se ha debatido con escasa presencia europea. La UE ha sido excluida, aceptándolo sin excesivas protestas, consciente de que cuando se habla de defensa, la Comunidad Europea ha delegado la suya en Estados Unidos. La OTAN no pasa de ser la representación de esa delegación. Todas las conversaciones han sido infructuosas hasta la fecha.
visión estratégica de Europa
Solo el presidente de Francia está defendiendo una visión estratégica de Europa al margen de Estados Unidos aunque coordinada con ese país, asumiendo que el análisis de los riesgos de seguridad en el continente debe hacerse desde la perspectiva de quienes conviven con ellos en lugar de aceptar acríticamente las tesis del Gobierno norteamericano, que hace un análisis mundial de sus amenazas y actúa en consecuencia. Hasta ahora, Emmanuel Macron no ha logrado adeptos a sus tesis.
Las razones de Rusia no son inextricables. El propio Putin se ha preocupado de divulgarlas a través del canal Sputnik. Debe recordarse que Rusia tiene 20.000 kilómetros de fronteras terrestres con dieciséis países. Dichas fronteras carecen de límites naturales por lo que su defensa en términos militares se ha basado en la disuasión nuclear y en el cinturón de países que conformaban el Pacto de Varsovia. Actualmente Rusia reclama que la OTAN se abstenga de nuevas ampliaciones, es decir que no incluya a países limítrofes para seguir disponiendo de ese margen territorial. Tanto Estados Unidos como la OTAN o los países afectados se han negado a aceptar esa condición que entienden limitadora de su soberanía. El temor ruso es que la OTAN, es decir Estados Unidos, despliegue sistemas de armas avanzados en las fronteras de Moscú, aumentando su vulnerabilidad sin posibilidad de equilibrar esa amenaza mediante un despliegue con similar capacidad ofensiva.
Putin se ha preocupado de ganar terreno por la vía de los hechos. En Bielorrusia y en Kazajistán, pero también en Crimea y Donbás para debilitar a Ucrania, en Abjasia y en Osetia del Sur a costa de Georgia, en Transnistria contra Moldavia y en Nagorno-Karabaj en perjuicio de Azerbaiyán. Todo ello en una coyuntura internacional en la que Estados Unidos ha priorizado la contención de China y por tanto las alianzas con países del Pacífico.
La Unión Europea y Estados Unidos amenazan con importantes sanciones económicas si Rusia actúa militarmente en Ucrania. Por otra parte, el suministro de gas ruso podría verse afectado por las sanciones lo que situaría a Alemania en una situación muy delicada tras el cierre de centrales nucleares. En esas condiciones, es previsible que la escalada sea de baja intensidad persiguiendo más la desestabilización que las operaciones armadas a gran escala.
La salida del Reino Unido de la UE ha privado a esta de un actor principal en asuntos internacionales y de uno de los pocos países que aún mantiene ejércitos con capacidad de combate demostrada, como Francia, mientras los demás Estados han optado por ejércitos de cascos azules. Además, el Reino Unido es el país más atlantista, lo que redunda en el menor interés de Estados Unidos por un continente que ha renunciado a sostener fuerzas armadas con capacidad disuasoria.
La política española no sabe, no contesta
En un escenario tan preocupante, los principales países europeos han mostrado su voluntad o al menos sus deseos. En España los emocionantes asuntos ganaderos ya citados y el bajo nivel habitual del debate parlamentario no han dejado espacio para hablar de defensa y seguridad... al menos hasta ahora. El ministro de Exteriores ha solicitado comparecer "de urgencia" en el Congreso “ante la situación extraordinaria” que se desarrolla en el este de Europa. Mientras, toca ir de gregarios con otros países aunque a veces las soluciones produzcan sonrojo: pagar generosamente a Turquía para que contenga a los inmigrantes o subarrendar a milicias libias el control de las costas, confundiendo a veces al vigilante con el traficante.
Aunque bien mirado tampoco se ha dedicado tiempo alguno a debatir la baja calidad de las relaciones con algunos de los países de mayor importancia estratégica para España. La frialdad en las relaciones con Estados Unidos se intenta superar mediante el ofrecimiento de medios aéreos, navales y terrestres en el marco de la OTAN. Mientras que las relaciones con México o Marruecos no pasan por su mejor momento. Es posible que el canciller alemán haya hablado de esto con el presidente Sánchez. Como es sabido, Estados Unidos, Francia y Alemania están respaldando la solución marroquí para el conflicto del Sahara Occidental, un régimen de autonomía muy limitado.
Por una vez, el PP ha respaldado la iniciativa del Gobierno en la crisis de Ucrania. Teniendo en cuenta que pagaremos las consecuencias de las decisiones que se adopten por otros, como ya ha ocurrido en el pasado con las exportaciones agrarias a Rusia, la política española debería reservar tiempo al debate y a la explicación pública de las líneas estratégicas de la acción exterior y de nuestras capacidades de defensa y seguridad. Sería un ejercicio de pedagogía política para mejorar la percepción ciudadana de las políticas de defensa y seguridad. Y al tiempo para elevar el nivel del debate político. @mundiario