¿Puede aportar la Galicia posterior al 5-A una salida al callejón territorial?
El Estatuto de Autonomía de Galicia fue aprobado por una ley orgánica del día 6 de abril de 1981. Es decir, el año que viene se conmemora, por tanto, el 40 aniversario de la introducción del Estatuto gallego en el ordenamiento jurídico democrático, como norma institucional básica de esta comunidad autonóma. Y, el próximo 6 de abril, es decir, un día despues de celebradas las elecciones autonómicas, sabremos con total seguridad si los ciudadanos de Galicia optaron por la continuidad de los gobiernos del PP, o, por el contrario, se decidieron por el cambio.
Echando la vista atrás, la historia de la elaboración del texto estatutario fue, como quizá desconocen las ganeraciones más jóvenes, la historia de lo que se denominó un "aldraxe". En el año 1980, cuando ya habían sido aprobados los Estatutos del País Vasco y Cataluña, gobernaba la UCD, cuya mayor parte, con Adolfo Suárez a la cabeza, no creía en el autogobierno. No obstante asumieron las reivindicaciones de aquellas dos autonomias históricas, y quedaba la tercera, Galicia. Con el Estatuto que se nos pretendía otorgar se recortaban drásticamente las competencias autonómicas y la capacidad de Galicia para definir su ordenación territorial. Se intentó aplicar una técnica de delimitación de las competencias compartidas que quedaba en manos de las Cortes Generales, sin iniciativa del Parlamento de Galicia, a la espera eterna de lo que se decidiera, y cuando se decidiera, por el legislativo de Madrid, quedando así vacío de contenido. Después de una frontal contestación social en Galicia que llevó a la supresión de aquellos recortes, el nuevo Estatuto se votó el 20 de diciembre de 1980, con un 70% de abstención; y fue el comienzo de una lamentable política antiautonomista que culminaría con la famosa LOAPA, felizmente anulada por el Tribunal Constitucional.
Ahora, muchos años después, frente al pelotón de las elecciones gallegas, recordar el pasado tiene que servir para no volver a cometer los mismos errores. Sin duda, el desarrollo del Estado de las autonomías y su funcionamiento práctico, claramente federalizante, se enfrenta hoy a nuevos retos marcados por la deriva independentista de Cataluña. Galicia tiene la oportunidad de convertirse en la vanguardia para la solucción del problema territorial de España. Se quiera o no reconocer, si España ha venido funcionando como una federación, ¿por qué no elevarlo a categoría y definir de una vez España como un Estado federal?
Creo, así, que las elecciones del 5 de abril pueden servir también para saber si los gallegos optan por esta solución o continúan por una senda regionalizante que nunca podrá colmar las necesidades de un autogobierno cada vez más amplio y tampoco a contribuir a una definitiva redefinición de cuáles son las competencias exclusivas de cada territorio, y cuales son aquellas otras que se reserva el Estado central. Sería una magnifica celebración del cuadragésimo aniversario del Estatuto, el 6 de abril de 2021, abanderar desde Galicia y mediante el diálogo y el pacto, la salida del callejón territorial en el que se encuentra España. @mundiario