El PSOE recupera la posición institucional y política que tradicionalmente ha ocupado

Ignacio Urquizo. / El Español
Ignacio Urquizo. / El Español

El incremento del límite de déficit y el salario mínimo, dos pactos relevantes. En el ámbito parlamentario conviene seguir al diputado Ignacio Urquizu, profesor universitario con brillante curriculum y uno de los pocos políticos con aportación teórica sobre los problemas actuales.

El PSOE recupera la posición institucional y política que tradicionalmente ha ocupado

Discretamente el Partido Socialista está recuperando la posición institucional y política que tradicionalmente ha ocupado. Bajo la dirección prudente y eficaz de Javier Fernández, se han producido dos acuerdos relevantes con el Gobierno, el incremento del límite de déficit  para 2017 y la mejora sustantiva del Salario Mínimo Interprofesional. Si el primero mejora la financiación de los programas de las Comunidades Autónomas, el segundo incide directamente en muchos trabajadores e indirectamente en muchos más, al ser una cifra de referencia para distintos indicadores. En paralelo se ha fraguado el acuerdo de gobierno del País Vasco. Con esas actuaciones, Ciudadanos queda descolocado y Podemos ausente. Regresa la política realista, que mejora las condiciones de vida de las personas,  y queda atrás la política de titulares y gestos. Y aún cabría añadir la práctica liquidación de la LOMCE, asumida por el Gobierno como contrapartida inevitable.

En el ámbito interno comienza a existir acuerdo para celebrar un congreso que ponga fin al período de interinidad, previsiblemente en julio. Y también fragua la candidatura de la presidenta andaluza para dirigir la organización. Otras decisiones relevantes se han postergado: la sustitución del portavoz parlamentario, desdibujado actualmente, o los conflictos agudos que afectan a las organizaciones territoriales de Galicia y Madrid, ambas con pésimos resultados electorales.

La candidatura de Susana Díaz tiene la fuerza de representar a la mayor organización territorial más el peso institucional de presidir la Junta de Andalucía. Tiene también algunos riesgos: hipotecar aquella presidencia en aras de ganar las elecciones generales, objetivo más que incierto,  implica la posible desafección del electorado andaluz si percibe la instrumentalización del gobierno autónomo. Por otra parte,  la presión para optar entre la política estatal y la autonómica será constante. Además, liderar la oposición desde fuera de las Cortes tiene dificultades evidentes.

La probable candidatura de Pedro Sánchez ha empezado a apelar a la democracia directa, con mucha actividad en las redes sociales. La división de la organización entre una propuesta entendida como institucional y otra emanada de la base de afiliados, no facilitará el consenso básico para ofrecer una imagen externa unitaria. Unos y otros deberían de tratar de situar la confrontación de candidaturas en un marco común, el debate de estrategias políticas y no en posiciones maximalistas o abstractas, que persiguen la identificación emocional antes que la decisión reflexiva.

En el ámbito parlamentario conviene seguir a Ignacio Urquizu, diputado por Teruel, profesor universitario con brillante curriculum y uno de los pocos políticos con aportación teórica sobre los problemas actuales. Y en el ámbito territorial, los seis presidentes socialistas de Comunidades Autónomas actualmente alineados con la gestora, serán la columna vertebral de la recuperación electoral. El proceso será largo pero se están sentando las bases para que sea sólido y efectivo.

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