El problema catalán, prioritario durante el resto de la legislatura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, firmando el acuerdo de la primera fase de la reforma de pensiones en el Palacio de la Moncloa, junto a los agentes sociales. Twitter @CEOE_ES
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, firmando el acuerdo de la primera fase de la reforma de pensiones en el Palacio de la Moncloa, junto a los agentes sociales.

La aparente estabilidad parlamentaria incluye un desgaste de la imagen del Gobierno en otras Comunidades ante lo que juzgan ruptura del marco autonómico común.

El problema catalán, prioritario durante el resto de la legislatura

Se confirma que la política catalana dominará la agenda del Gobierno durante el resto de la legislatura siendo los indultos el primer paso de un largo camino sobre cuyo éxito nadie, ni siquiera el Presidente del Gobierno, se muestra excesivamente optimista. Se plantea como un proceso de distensión que debería de tender a la normalización de las actuales tensiones antes que a su resolución.

El camino emprendido refuerza la estabilidad del Ejecutivo en una forma de equilibrio inestable, visible en el último Pleno de las Cortes, en el que los partidos que apoyan al Gobierno se han mostrado muy críticos. Su apoyo en las votaciones y en el sostenimiento del Gobierno no evita un desgaste de imagen notable para el Ejecutivo estatal. ERC, que actualmente preside el Gobierno catalán, es el mejor exponente de esa ambivalencia. No bien logrados los indultos, está planteando la paralización y en su momento anulación de las sanciones pecuniarias, siendo previsible que pronto planteará la situación procesal de otros muchos cargos políticos investigados en varias causas derivadas de la principal que encarceló a gran parte del anterior Ejecutivo catalán.

Pedro Sánchez se ha adelantado a las críticas, censurando abiertamente al Tribunal de Cuentas mediante un extraño argumento, pues considera que está politizado. Es como descubrir el Mediterráneo. Desde su origen, los partidos políticos cuya actividad presupuestaria en las instituciones es analizada por el citado Tribunal, han puesto el máximo cuidado en designar como miembros del mismo a cargos políticos o especialistas de la máxima confianza. Un esquema que se repite en los órganos autonómicos similares. Bien está que ahora se descubra que el procedimiento está viciado, pero previamente sería conveniente un acto de contrición.

La situación es tan precaria que el diálogo con el Gobierno catalán para abordar los asuntos de fondo, se ha retrasado inicialmente hasta septiembre, acumulando casi dos años de retrasos. La razón principal es la desunión entre los partidos catalanes nacionalistas, que mueve a ERC a ganar tiempo y lograr algunos resultados tangibles en un proceso de diálogo paralelo sobre asuntos competenciales. Que en ambos niveles de diálogo se adopten decisiones que puedan comprometer el marco autonómico, como la financiación territorial o nuevos procesos de transferencia, preocupa a otras Comunidades y provocará nuevos conflictos.

Para compensar el predominio de la política catalana sobre la agenda del Gobierno, éste ha reactivado el calendario legislativo, casi paralizado durante la actual legislatura. Los asuntos más importantes, como la reforma de la Seguridad Social, se han aligerado aplazando aspectos nucleares por falta de consenso suficiente. En su lugar, se ha dado prioridad a leyes más simbólicas como la relativa a la condición sexual, de carácter minoritario,  o la ya inminente de libertad sexual.

En ese escenario, los propagandistas del Gobierno se han apresurado a proclamar que la legislatura está consolidada y que durará hasta 2024. Es totalmente incierto. Al subordinar la estrategia global del Gobierno a la cuestión catalana, el Gobierno pierde libertad de acción y acepta que una dinámica diferente, la interna de la política catalana, mediatice prioridades y calendario. A corto plazo facilitará la aprobación de los Presupuestos Generales que al incluir las transferencias europeas harán posible contentar las demandas más variopintas. Pero nada garantizan sobre la estabilidad futura. Como es normal, el Gobierno decidirá la fecha de las elecciones a la vista de las previsiones electorales.

En el nuevo escenario político, la oposición sólo puede confrontar radicalmente. No tiene capacidad de influir en la dinámica catalana, será mantenida al margen de cualquier acuerdo y por consiguiente se instalará en la descalificación constante. Una posición difícil de mantener durante mucho tiempo si no se acompaña de proposiciones constructivas sobre otros escenarios. El PP considera superado el objetivo de absorber a Ciudadanos y ahora se encamina a contener a Vox, mediante una línea muy beligerante. Ahora bien, no puede descuidar mucho tiempo a su propio electorado moderado pues, entre otros motivos, el próximo año habrá elecciones autonómicas en Andalucía, donde está actualmente en la mejor posición.

Como siempre, la política española está ausente del exterior. Los problemas con Marruecos siguen ahí, la relación con EE.UU. parece muy mejorable e incluso la reorientación de la Unión Europea tras la marcha de Merkel, parece cuestión de otros. El extraordinario recibimiento brindado a Mario Draghi en el reciente cónclave empresarial barcelonés, es en sí mismo una reflexión sobre el liderazgo político y la confianza. Cualquier comparación con lo de aquí, está fuera de lugar. @mundiario

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