Los principales partidos políticos españoles se quedan sin colores y sin valores

Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, en el Congreso.
Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, en el Congreso.

¿Conocen a alguien que no quisiera ser madridista o colchonero este fin de semana? ¿Conocen a alguien que estuviera deseando ir a votar? Pues he aquí la respuesta.

Los principales partidos políticos españoles se quedan sin colores y sin valores

¿Conocen a alguien que no quisiera ser madridista o colchonero este fin de semana? ¿Conocen a alguien que estuviera deseando ir a votar? Pues he aquí la respuesta. 

Paradójico fin de semana en España. Emoción desbordada el sábado en todo el país y en Lisboa con dos aficiones que jugaban una final histórica. Escenas de cómo la sociedad se une bajo unos colores, unos valores y un objetivo: el triunfo. El fútbol invadió la redes sociales, los titulares y hasta las comidas familiares. Y precisamente esto era un buen presagio de lo que iba a suceder el domingo. 

Poco análisis queda por hacer con respecto a las elecciones al Parlamento Europeo que vivimos en la jornada de ayer. Tenemos todos los colores para analizar con toda la gama cromática: azules, rojos, verdes, morados, rosas…ya no quedan pantones para tanta “nueva marca”. 

Pero si tuviera que resumir en varios puntos lo que hoy podemos analizar con más frialdad serían los siguientes:

1.- El Partido Socialista no aguanta esta nueva embestida y tomará un nuevo rumbo, con un nuevo capitán al frente, tras el congreso extraordinario convocado para julio. El barco se hunde, la marca no resiste y la marea lleva por delante cualquier intento aislado de acercamiento con la sociedad. Sólo una llamada de atención: los que se han renovado, caso de Andalucía, resisten y ganan. Está bastante claro. El Congreso extraordinario -ya convocado- y el adelanto de las Pimarias es su opción.  

2.- El Partido Popular sigue ganando las elecciones. Con una campaña estratégicamente mal gestionada, el mapa de España sigue vistiendo de azul en su amplia mayoría a pesar de que vaya perdiendo intensidad en el color. Llamada de atención sin duda porque eso sí, el voto duro, el fiel, ese con el que siempre juega el PP se ha quedado en casa o incluso ha preferido otra opción. El que es infiel una vez, lo hace más fácilmente la segunda. Es vital recuperar lo que era por naturaleza suyo. 

3.- No sirven las extrapolaciones. ¿Cómo vamos a extrapolar una campaña a las Europeas con unas municipales? ¿A qué lista de candidatos votaría el que utilizó la papeleta de Podemos? 

4.- Las declaraciones triunfalistas de los malos resultados son incomprensibles para el ciudadano. Salvo para Podemos, no entiendo quién puede presumir de haber reducido su cuota de electorado o sus expectativas. No olvidemos que en Madrid el partido de Pablo Iglesias se ha convertido en tercera fuerza política al igual que en muchísimas circunscripciones. Las declaraciones del tipo “estamos satisfechos” y “es un buen resultado”, no tenían espacio en las intervenciones públicas de ayer. 

5.- Los ciudadanos no somos tontos. Y tratarnos como tal se penaliza y lo hará más a medida que pase el tiempo. Si los partidos siembran mensajes lejanos, se alejarán de sus votantes. Ni los “de siempre” van a votar, ni lo harán si no se cambia la forma de hacer, entender y vincular tus valores con los tuyos. Es un hecho. Sólo hay que leer los titulares de hoy. 

Cuando las marcas pierden vínculo emocional con su consumidor, se desinflan. Se entiende perfectamente en productos de gran consumo. Que Apple y Microsoft se lancen a conquistar el corazón de sus usuarios, no es casual. Que Coca Cola y Pepsi luchen porque los jóvenes prefieran el optimismo de la primera, frente al compromiso por el medioambiente y el deporte de la segunda, tampoco lo es. Pero por algún motivo, los políticos se alejan cada vez más del vínculo emocional. Tan intangible, pero tan necesario. 

Y esto es exactamente lo que pasa con las dos grandes marcas del panorama político en nuestro país. En Galicia podemos unir al BNG que también ha sufrido una caída libre en el espectro electoral europeo. No hay valores que mantener, no hay ideología a la que seguir. Se han perdido las formas y el respeto por los que tienen que refrendar la gestión política en las urnas. Y lo único que se ha conseguido es una confusión general tan grande, una situación tan fragmentada que sólo hará que la gobernabilidad del Parlamento Europeo sea insostenible y de nuevo provoque más marea antieuropeísta. Y si no, al tiempo. 

Los partidos políticos tienen que recuperar los colores, su esencia: gobernar para el ciudadano, no de espaldas a él. Y retomando el símil con el partido de la Champions. Los rojiblancos perdieron, pero la afición se quedó. Los medios felicitaron al “Cholo” y su equipo por su comportamiento ejemplar durante toda la temporada. Jugaron y perdieron. Pero fueron fieles a sus valores. Los blancos también. Se saben grandes, se crecen por momentos y muestran su superioridad en el campo. Y al final, ganan partidos. ¿Conocen a alguien que no quisiera ser madridista o colchonero este fin de semana? ¿Conocen a alguien que estuviera deseando ir a votar? Pues he aquí la respuesta.

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