El primer puesto de Illa en votos no puede opacar el claro triunfo independentista

Laura Borràs, ex presidenta del Parlamento de Cataluña. / RR SS.
Laura Borràs, candidata de Junts Per Cat a la Generalitat de Cataluña. / Mundiario
Aunque Pedro Sánchez y Salvador Illa reivindiquen su triunfo (en votos, que no en escaños), solo es posible un gobierno independentista. ERC tendrá la presidencia de la Generalitat, pero no podrá escoger más socios que JuntsxCat y la CUP.
El primer puesto de Illa en votos no puede opacar el claro triunfo independentista

Estas elecciones catalanas se jugaron con las cartas marcadas. Las anteriores, en diciembre de 2017, fueron fijadas por el 155 de Rajoy, Rivera y Pedro Sánchez. La mayoría independentista (70 s/ 135 entonces ) no pudo investir ni a Puigdemont, ni  a Jordi Sánchez por las decisiones del Tribunal Supremo (TS) español. El final de la legislatura también lo señaló el TS con la insólita condena penal del president Torra.  Incluso la fecha de estas elecciones fue determinada por los tibunales españoles. Le convenía al Gobierno del Estado que Salvador Illa fuese investido president de una forma o de otra y hubo que votar con grave riesgo para la salud de las personas. Como muestra, veamos los datos de participación, con un corto 53,45%, el más bajo de unas elecciones nacionales catalanas.

PSC, ERC y JuntsxCat alcanzaron resultados muy parejos (33 diputados y 23%, empatado con los republicanos de Junqueras-21,35%-, mientras que el soberanismo transversal de Puigdemont y Laura Borrás obtenía 32 escaños con un 23,10% de votos). Isla y Pedro Sánchez son los primeros en votos, con trs escaños menos, por cierto, que los alcanzados en 2017 por Arrimadas como candidata de Cs, pero lo cierto es que, como aquella, no tendrán ninguna posibilidad de gobernar. Porque a esos 33 diputados solo podrían añadir los 8 de los comunes, con lo que solo representarían el 30% del nuevo Parlament.  Por eso, aunque Illa había recibido anticipadamente el apoyo de los comunes y de Vox no tiene ninguna oportunidad real.

El independentismo obtiene 4 diputados más (74/135 ahora) y, por primera, vez, alcanza el 51,15% de los votos, añadiéndole al 6,7% de la CUP (quinta fuerza, con sus 9 diputados) el 0,21% de Primaries y el 2,72% del PdeCAT, que no obtuvo diputado ninguno y cierra definitivamente la historia del autonomismo hegemónico de la Convergência i Uniò  de Pujol y Duran i Lleida. Un PdeCAT que hubiera obtenido representación si no se hubiera escindido de JuntsxCat, que pierde el primer puesto entre los independentistas por sólo un escaño y 50.000 votos, precisamente en razón de la presentación por separado del PdeCAT.

De todos modos, la auténtica revelación de estas elecciones ha sido Laura Borràs (JuntsxCat). Porque en un escenario en el que solo estaban previstos ERC y PSC, JuntsxCat, con su candidata, con su referente Puigdemont y con sus dirigentes presos (Sánchez, Turull, Rull, Forn) han llegado a casi empatar el partido. Laura Borràs no será la presidenta, lo será sin duda Aragonés. Pero el inteligente planteamiento de campaña del soberanismo transversal ha inutilizado la vieja aspiración de Junqueras a escoger una opción tripartita con PSC y Comunes que ahora, gracias al compromiso obtenido en campaña por Laura Borrás de Junqueras y Aragonés, no constituye una opción probable.

En el ámbito del unionismo los comunes repiten resultados (8 diputados), a pesar de los más de nueve puntos de avance socialista, que recoge la mayor parte de la debacle de Cs, que baja de 36 a 6 diputados. Una bajada que hace crecer el voto de Vox hasta 11 diputados con el 7,66% de votos, más que duplicando en escaños a la suma de Cs (5,55% de votos y 6 escaños ) y PP, que baja de 4 a 3 escaños. La derecha española pierde la mitad de la representación, de 40 a 20 escaños, y sin duda el efecto del sorpasso producirá efectos inmediatos efectos en la sede del PP de la madrileña calle Génova. La probabilidad de que se abran conversaciones inmediatas entre el PP y CS para unir fuerzas es muy relevante.

Ha ganado con claridad, por tanto, el independentismo, con casi todo a la contra. Pero también los soberanistas han sufrido la desafección abstencionista, sin duda generada por sus reyertas internas. El electorado soberanista catalán quiere soluciones, también en el ámbito de la gestión  y es muy probable que no le de más oportunidades en esta generación a  la falta de entendimiento entre sus partidos.

Aragonés y Borràs, Junqueras y Puigdemont, pues, tienen que cambiar el chip y avanzar en la soberanía desde la coordinación entre las fuerzas independentistas. Y desarrollando, además, una gestión transformadora. En cuanto a la fortalecida CUP le ha llegado el momento de hacerse mayor y construir la gobernabilidad soberanista. @mundiario

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