El presidente Santos promete no rendirse pese al no al acuerdo de paz

Juan Manuel Santos.
Juan Manuel Santos.

En diferentes ocasiones Juan Manuel Santos y el jefe negociador, Humberto de la Calle, han indicado que no es posible renegociar los acuerdos con las FARC. Pero ¿qué supone el no?

El presidente Santos promete no rendirse pese al no al acuerdo de paz

Colombia: El no silencioso se impuso en las urnas. El presidente, Juan Manuel Santos, asume el resultado y promete no rendirse y buscar la paz hasta el final de su mandato. Convoca a los partidos tras derrota del "Sì" en el plebiscito, para decidir cuál es el camino.  Video de discurso.

Los colombianos queremos un proceso de paz justo, duradero y transparente. El no le ganó el pulso a Santos con 6'408.350 votos. Pese a que el sí superó el número que se estimaba mágico para refrendar el acuerdo - llegar al umbral de los 4.536.993 de votos - no logró superar en votos a la opción del no, por tanto el proceso de paz no será refrendado. 

Una votación muy ajustada que ha reflejado la reñida polarización del país. El no gana con el 50,24 % de los votos frente al 49,75 %, según la Registraduría Nacional con el 99,08 % de mesas informadas.

En diferentes ocasiones Juan Manuel Santos y el jefe negociador, Humberto de la Calle, han indicado que no es posible renegociar los acuerdos con las FARC. Pero ¿qué supone el no?

Los colombianos no estamos en contra de la paz y así dejar al planeta perplejo con la noticia. El resultado del Plebiscito es una demostración de no entender el acuerdo. Como dice el ex vicepresidente Pacho Santos, esto supone poner al mundo en la órbita de "la desconexión que hay de los medios con la realidad del colombiano promedio, brutal. Hay una desconexión con lo que sienten los estratos 1, 2 y 3. Lo que uno nota es una clase media indignada".

Lo que ha quedado claro es que para más del 50% de los votantes hay aspectos imperdonables, errores de fondo en los Acuerdos de la Habana, para un país que tras 52 años de violencia, más de 220.000 muertos y cerca de 8 millones de víctimas en las últimas décadas, merece una paz bien negociada.

Santos quiso convertir el delito del narcotráfico en amnistiable, empezar la paz cerrando la puerta de la justicia con la redención de las penas a la guerrilla y, está claro que no es justo cambiar cárcel solo por trabajo social. Tampoco es justo que Colombia se embarque en más gasto público del que puede asumir ignorando a las víctimas y sabiendo que las FARC tienen bienes fruto del narcotráfico, grandes cantidades de tierras, dinero del secuestro y la extorsión.

El pueblo no quiere un Brexit colombiano. Reaccionó para no arrepentirse. El país debe enfrentar verdad y memoria, no olvidar y evitar repetir una historia triste: la paz empieza por la justicia y 13 mil miembros de las FARC no pueden tener privilegios y garantías convirtiéndose en un partido político, como premio y ofreciendo perdón solo de palabra.

Es evidente que cualquier ciudadano quiera abrazar el futuro con la esperanza de vivir en un país estable, seguro, con beneficios sociales y respeto a la dignidad. No obstante, Si el Estado no cuenta con dinero suficiente para garantizar el derecho a la salud, al trabajo y al acceso efectivo a la justicia ¿cómo afrontará el coste del proceso de paz que se traducirá en incremento del gasto público?

Tras el Acuerdo firmado por Santos y Timochenko, los colombianos han dicho no pese al agotamiento de 52 años de violencia, quizá hay verdadera conciencia sobre cuál es el dividendo de la paz y aún necesitamos mirar en perspectiva si veremos beneficios económicos, la sociedad colombiana no está preparada para que el proceso de paz se quede en un sentimiento  aspiracional y que  Colombia, que está logrando crecimiento social, de un salto al vacío. Esta es la lectura que podría darse al no.

Hugo Palacios Mejía, prestigioso jurista colombiano,  Ex Ministro de Hacienda, representante a la Cámara y director para Colombia ante el BID, ha sido una de las voces más respetadas del No en el plebiscito. Los argumentos de “Mejor No” fundamentados en Que "el acuerdo ofrece por muchos años al partido político que organicen las FARC, dinero, curules, circunscripciones electorales especiales y otros privilegios aunque no obtengan votos". Esto sin entrar en el terreno de la siembra de cultivos ilícitos y la financiación vía narcotráfico.

Uno de los puntos clave en la construcción de un proceso de transformación social es el desarrollo rural. El campo colombiano ha sido duramente castigado, sus gentes obligadas a dejar las tierras en las que además de odio se han sembrado cultivos ilícitos que han convertido a Colombia en uno de los principales países productores de drogas. Como recientemente recogía la revista semana, "Cerrar la profunda brecha que existe entre la Colombia urbana y la Colombia rural ha sido el gran desafío de los últimos 40 años".

De corazón, deseo que este no sea un camino de espinas  y que Colombia deje de ser percibido como "un país problema". Más el destino de Colombia no puede ser una sociedad fracturada por una paz mal hecha, refrendando las palabras del jurista Alejandro Ordóñez.

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