La prensa europea subraya el desastre español

Pedro Sánchez. / TVE
Pedro Sánchez. / TVE
Los calificativos van de fracaso a irresponsabilidad, pasando por debilidad y falta de líderes. De la moción de censura  no podrá salir ni el necesario cambio de rumbo que la coyuntura reclama ni posición constructiva alguna sobre los problemas que nos afligen. Solo ruido y furia a beneficio de tertulianos.
La prensa europea subraya el desastre español

En vísperas de la moción de censura se han producido dos hechos íntimamente relacionados con ella. De un lado, la reacción generalizada contra el proyecto del Gobierno de alterar unilateralmente la composición del Consejo del Poder Judicial, ha llevado a un pronunciamiento de las autoridades comunitarias, el segundo en pocos meses, a consecuencia del cual el Presidente del Gobierno se ha mostrado dispuesto a retomar las negociaciones, poniendo el mayor énfasis en explicarlo. Es decir, manteniendo el palo de la posible reforma y mostrando la zanahoria del posible acuerdo. Un cambio de actitud meramente cosmético, más destinado a Bruselas que al PP. Éste ha recibido el anuncio con indiferencia.

El segundo hecho es más preocupante. Durante las últimas semanas se han amontonado los análisis de periódicos europeos que consideran muy grave la situación de España, con calificativos que van de fracaso a irresponsabilidad, pasando por debilidad, falta de líderes, y, en general, poniendo de manifiesto que el diseño del Estado autonómico de un lado y la polarización política de otro impiden adoptar las políticas necesarias para superar tanto la crisis sanitaria como la crisis política.

Extractos de artículos relevantes de las principales cabeceras europeas han sido reproducidos en algunos medios españoles, como los de Frankfurter Allgemeine Zeitung (Frankfurt), The Economist (Londres), Le Monde (París), Financial Times (Londres), La Stampa (Turín), The New York Times (Nueva York), entre otras. Las coincidencias no pueden ser casuales y nos devuelven una imagen turbadora del país. Siendo los medios más leídos por quienes adoptarán decisiones en los Gobiernos de los países de la Unión o en las instituciones comunitarias, la opinión que se está conformando sobre España no es la que nos conviene como país. 

Podemos avanzar sin temor a equivocarnos que no hará mella en los dirigentes españoles pues, como ya hemos explicado en MUNDIARIO, carecen de incentivos para desarrollar políticas inclusivas en lugar de la estéril confrontación actual. Así, aunque en todos los medios españoles de mayor tirada se publican editoriales y artículos de fondo lamentando la situación actual, en muchos de ellos la política de la crispación encuentra un reflejo más que amplio, siendo mucho mayor el número de artículos y colaboraciones que ahondan en la confrontación que la suma de las opiniones moderadas o constructivas.

Posiciones maximalistas

En esas condiciones es un sarcasmo que Vox lidere el debate político durante la próxima semana, con posiciones maximalistas destinadas a arrinconar cualquier veleidad moderadora que aún pudiera subsistir en el PP y provocando al tiempo un cierre de filas en la frágil coalición que sostiene al Gobierno. De la moción de censura no podrá salir ni el necesario cambio de rumbo que la coyuntura reclama ni posición constructiva alguna sobre los problemas que nos afligen. Sólo ruido y furia a beneficio de tertulianos y de las más bajas pasiones será el legado de Abascal y los suyos.

Es curioso constatar que el mundo político estatal y autonómico, está soslayando el debate sobre los posibles proyectos estratégicos para presentar a los fondos europeos, como si fuese un tema menor. Se deja en manos de los respectivos Ejecutivos sin ahorrarles críticas pero sin aportarles ideas o propuestas. Es el sino de la actual política, vociferante e inútil en lugar de propositiva y eficaz. El pensamiento, las ideas, cuando existen, son tan breves como un mensaje en las redes sociales y tan efímero.

Vamos tan mal, tan desnudos, que desde fuera todos lo ven. Mientras, discutimos como orates, sin el menor interés por lo que diga el otro. Haciendo política sonámbula. @mundiario

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