PP, PSOE y Ciudadanos compartieron una represión en Catalunya, iniciada ya antes del 1-O

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. / Mundiario
Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. / Mundiario

Rajoy, al final apoyado por PSOE y Ciudadanos, desarrolló una activa represión sobre el soberanismo catalán que activaron instituciones no suficientemente independientes del Gobierno.

PP, PSOE y Ciudadanos compartieron una represión en Catalunya, iniciada ya antes del 1-O

En Catalunya, PP, PSOE y Ciudadanos compartieron una represión iniciada ya antes del 1-O. Mariano Rajoy, al final apoyado por PSOE y Ciudadanos, desarrolló una activa represión sobre el soberanismo catalán que activaron la Fiscalía, la Audiencia Nacional y los tribunales Constitucional y Supremo, no siempre independientes del Gobierno. Pero vayamos por partes.

En el 2006 la ciudadanía catalana aprobó plebiscitariamente un nuevo Estatut. El PP presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional, llegando a pedir firmas, cuando sólo había un 10% de independentistas en Catalunya. En junio del 2010 el TC decretaba la inconstitucionalidad parcial del Estatut y proclamaba que no existen competencias exclusivas autonómicas en el Derecho Constitucional español y que no es posible una evolución de la Constitución cara un estado plurinacional.

Desde entonces, una onda ciudadana soberanista llenó calles y plazas y se impuso desde la sociedad civil a los partidos políticos. Hitos de este procès fueron las Diadas entre 2012 y 2017, la consulta ciudadana del 9-N del 2014 y el triunfo por mayoría absoluta de las elecciones del 27-S de 2015 y del último 21-D con sus respectivos 47,7% y 47,5 de votos.

Frente esta realidad y a pesar de que más del 70% de los catalanes querían decidir plebiscitariamente su futuro, Rajoy preparó un choque de trenes que entendió habría de beneficiarlo para recuperar la marea de votos perdidos, basándose en las instancias jurídicas que controlaba directamente: Fiscalía General del Estado, TC y Salas del Pena de la Audiencia Nacional (AN) y del Tribunal Supremo (TS).

Olvidó que las necesidades de seguridad pública estaban perfectamente cubiertas por los Mossos y, dejando inermes muchas villas y ciudades del Estado frente a amenaza yihadista, ocupó el país catalán con millares de policías y guardias civiles, que en la jornada del reférendum del 1-O agredieron por orden del Gobierno de Rajoy millares de ciudadanos pacíficos, en un espectáculo inédito en la Europa democrática de los últimos treinta años.

Luego Rajoy vulneró el artículo 155 de la Constitución, disolviendo Govern y Parlament, a pesar de que esa Cámara se limitara a declarar de manera puramente simbólica y no ejecutiva la República catalana. Medio Govern fue encarcerado preventivamente, en una aplicación absolutamente anticonstitucional del Derecho Penal del Enemigo.

Aún en estas circunstancias de desigualdad, el soberanismo siguió transitar por los canales de la no violencia y revalidó una mayoría absoluta con la que nadie contaba. Y muy enseguida el unionismo tentó bloquear esta mayoría aprovechando el cárcel y exilio de ocho diputados.

El soberanismo catalán cometió errores, alguno de ellos quizás graves. Pero comprenderán que, ante esta serie de actuaciones, un demócrata no pueda ser equidistante. @mundiario

 

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