El PP se arriesga a que su reforma electoral se vea como una maniobra ventajista

Susana Díaz, en su toma de posesión como presidenta de la Junta de Andalucía.
Susana Díaz, en su toma de posesión como presidenta de la Junta de Andalucía.

El PSOE busca formar un frente de oposición a la reforma electoral y su número dos ya califica de "pucherazos" los cambios que propone el PP para la elección directa de alcaldes.

El PP se arriesga a que su reforma electoral se vea como una maniobra ventajista

El PSOE busca ahora formar un frente de oposición a la reforma electoral y el número dos de los socialistas ya califica de "pucherazos" los cambios que propone el PP para la elección directa de alcaldes.

Los socialistas se ponen las pilas contra el intento del PP de cambiar la ley electoral. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, exige “diálogo” y “consenso” ante la reforma, partiendo de que "las normas de juego en democracia no pueden estar sujetas al abuso de la mayoría absoluta de nadie". El PSOE busca ahora formar un frente de oposición a la reforma electoral y el número dos de los socialistas ya califica de "pucherazos" los cambios que propone el PP para la elección directa de alcaldes.

Cambiar sin consenso el sistema de elección de alcaldes es una pura maniobra ventajista. Así de claro lo ve el diario El País. Pero el PP parece interesado en que se sepa que su presidente, Mariano Rajoy, está dispuesto a cambiar la ley electoral en lo que afecta a la elección de los alcaldes, aunque no haya acuerdo con la Oposición; ni siquiera con los socialistas. ¿Prefiere correr el riesgo de una ruptura del consenso sobre las reglas de juego antes que el de perder algunas alcaldías importantes, posibilidad que podría darse, en efecto, ante la dificultad de su partido para repetir las mayorías absolutas que le mantuvieron protegido frente a alianzas más o menos heterogéneas que intentaran desplazarle? Podría ser.

Rajoy adelantó a comienzos del verano su intención de proponer una reforma en favor de la elección directa de los alcaldes: que lo fuera el cabeza de lista del partido más votado. Es una idea que ha aflorado varias veces desde hace años, casi siempre ante situaciones en las que fuerzas minoritarias y frecuentemente muy alejadas entre sí se concertaban para impedir gobernar al partido ganador si no alcanzaba la mayoría absoluta. Con derivaciones -explica también El País- como el reparto de cuotas de poder a la italiana y efectos como los conchabeos para tapar manejos irregulares.

La reforma favorecería la gobernabilidad de los municipios y una relación más directa entre representantes y representados, según se ha venido argumentando desde que el PSOE propuso en 1998 una medida de ese tipo, como ahora le recuerda el PP. Sin embargo, aplicada en crudo plantea problemas obvios: con la creciente fragmentación del voto, podría darse el caso de un alcalde elegido con menos del 30% de los votos (y con más de un 70% en la oposición) lo que en absoluto favorecería la gobernabilidad, ni tampoco la representatividad de la autoridad municipal. Por eso los socialistas, contrarios a la propuesta, responden que la suya incluía un sistema de doble vuelta, de forma que si ningún partido tenía mayoría absoluta los dos más votados se enfrentasen en una nueva votación decisiva que garantizaría un alcalde legitimado por una mayoría de electores. Todo es discutible menos una simple operación política para que un partido conserve ciertas alcaldías.

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