El PP arrasa en Galicia y no deja entrar a Vox pero fracasa en Cataluña, donde Vox triunfa

Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
En Galicia, el PP es un partido de base galleguista que ocupa el espacio electoral del centro derecha que tiene el PNV en el País Vasco o Junts en Cataluña. Además, Feijóo consigue conciliar con los sectores españolistas, siguiendo la estela de Fraga. ¿Debe irse a Madrid y arreglar lo de Cataluña?
El PP arrasa en Galicia y no deja entrar a Vox pero fracasa en Cataluña, donde Vox triunfa

El PP arrasó en Galicia en 2020 y no dejó entrar a Vox en el Parlamento gallego pero fracasó en 2021 en Cataluña, donde Vox hizo una entrada triunfal en el Parlament. En Madrid no lo entienden. Pero todo tiene su explicación: en Galicia, el PP es un partido de base galleguista que ocupa el espacio electoral del centro derecha que tiene el PNV en el País Vasco o Junts en Cataluña. Además, su líder, Alberto Núñez Feijóo, consigue conciliar con los sectores españolistas, siguiendo la estela de Manuel Fraga, sin suscitar rechazo en muchos socialdemócratas que en otras elecciones votan al PSdeG - PSOE. Es decir, el problema del PP en Cataluña no es solo Vox. Su problema se llama Junts, Ciudadanos e incluso el PSC.

La sensibilidad nacionalista no es tan grande en Galicia como en Cataluña o en el País Vasco pero tampoco es residual. Un 25% de los gallegos se sienten nacionalistas y muchos más, galleguistas. El PP lo sabe. Tanto es así que el exministro franquista Fraga Iribarne se reconvirtió al galleguismo como Manuel Fraga, don Manuel.

Las claves de fondo

Los dirigentes populares, en su mayoría, no son en Galicia menos de derechas ni menos españoles que en Madrid o en Cataluña, pero en Galicia se mimetizan con el ambiente: se parecen a su gente, porque son su gente. Son do país, del país gallego, claro; no son de Madrid. A menudo falan galego, por supuesto, y son genuinamente autonomistas. ¿Quiere eso decir que en el PP de Galicia no hay pijos de derechas que hablan castellano, sobre todo en Vigo y A Coruña? No. Claro que los hay, pero no son la mayoría, son una minoría a la que Feijóo no trata peor que a los paisanos con boina que solo hablan gallego. Esa es su habilidad. Y su marketing, probablemente el mejor marketing de un líder en España, superior incluso al de Pedro Sánchez, que es menos sutil y no tiene tantas exigencias.

En el PP de Galicia hay de todo, es un partido transversal, donde se puede estar al borde de la autodeterminación y se puede ser casi franquista –por eso no entra Vox– pero donde la mayoría es gente corriente, personas de centro, incluso de centro-izquierda desencantadas por el PSOE, a las que Alberto Núñez Feijóo jamás incomoda. Una mayoría absoluta exige eso y mucho más. Digamos que Feijóo juega en otra liga, y por decirlo todo: es muy superior a Pablo Casado, que en buena lógica podría ser su ayudante de comunicación pero no su jefe. Otra  cosa es que en Madrid sigan empeñados en sacarle la dichosa foto del barco con Marcial Dorado y no le dejen ser el líder ni el candidato a la Moncloa. Algo ofensivo, por cierto, para los gallegos, ya que daría la impresión de que Feijóo vale para Galicia pero no para España porque en Madrid siempre habrá algún periódico que republique esa fea foto.

Al estilo Sabina

Salvando todas las distancias ya había pasado algo así con Fraga Iribarne, que terminó marginado por AP en Madrid para resucitar –con la bendición de Felipe González– como don Manuel –don Manuel Fraga– en Galicia.

Alberto Núñez Feijóo tal vez es menos paisano que Fraga, más urbanita y moderno, sin duda, más de su tiempo –la democracia, en la que votó al entonces joven socialista Felipe González– pero no es menos político en el más amplio sentido de la palabra. Sabe que el PP y Galicia se parecen mucho y que debe contar con todo tipo de gente, sin molestar ni menos aún ofender a nadie. Como en las canciones de Sabina cabe incluso un notario de Pamplona. 

En la sede de Génova no lo entienden –tampoco en el PP de Cataluña– porque no saben hacer política en democracia, saben confrontar pero no integrar. Y eso que les ha dado algunas lecciones Ana Pastor, pero ni con eso. Es más, ni siquiera Mariano Rajoy logró explicarse, entre otras cosas porque Mariano es solo medio gallego, en el sentido de que conecta con una parte de su país: no habla gallego y aunque en el fondo es muy gallego, no sabe fingir que lo suyo es ser de Pontevedra y como mucho de Sanjenjo; léase Sanxenxo, claro.

Palmou y Romay no fueron una casualidad

Manuel Fraga arrasó porque sabía que los gallegos son –somos– complicados y supo rodearse de buenos asesores, de boina y de birrete, pijos y no pijos. Galleguistas (Xesús Palmou) y no galleguistas (Romay). Es decir, de lo que en Galicia se llama xente do país. Del país gallego. Alberto Núñez Fejóo, que por sus orígenes era de Romay, se hizo políticamente galleguista y trufó sus discursos de ilustres galeguistas, entre ellos Castelao. Para unos fue un osado –incluso un impostor– pero sus éxitos electorales prueban que fue inteligente, puede que audaz, pero a la postre ganador.

En el PP en Madrid andan debatiendo bravuconadas como las que dice la derechista Cayetana Álvarez de Toledo y cosas por el estilo para cargarle ahora el muerto de Cataluña a Pablo Casado. No es eso, no es eso.


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Si el PP quiere ser un gran partido en Cataluña, al menos al nivel del PSC, tiene que ser catalanista, no facha. Ca-ta-la-nis-ta. Y dejarse de competir con Vox. Si el PP solo aspira a los votos de algunos militares desplazados a Cataluña, doce polis de Tarragona, cinco taxistas de la Diagonal, tres gallegos que tienen un bar en el cinturón, dos notarios de derechas –uno de Lleida y otro de Girona– y un empresario ultraliberal de Sabadell puede seguir donde está. Va bien. Pero si quiere ponerse a la altura del PSC para poder competir con el PSOE en España tiene que empezar por hacerse autonomista, hablar catalán, respetar a los indepes –no meterles el dedo en el ojo, sino desmontar sus discursos con altura intelectual– y ser del país. Del país catalán. De Catalunya. Y eso no se hace en una reunión, sino que requiere años y años, pero cuanto antes empiece, antes llegará a la tierra prometida.

La solución la tienen en casa

Pensando en Catalunya, el PP puede crear, por ejemplo, dos almas, como el PSC, que tiene una profundamente catalanista –muy pesecé– y otra solo socialista –más pesoe–; en su caso, una también catalanista –tipo pepecé– y otra de centro-derecha, más pepé. ¿Con quién al frente? Con alguien que sea muy inteligente, muy político, con mando en plaza para gestionar bien la llegada a todo el mundo. Alguien como Alberto Núñez Feijóo, que comenzó de funcionario y se hizo líder. Tal vez con nadie de los que tiene ahora mandando.

En realidad, lo mejor para el PP sería refundarse y convertirse en un partido de amplio espectro, integrando Ciudadanos y creciendo sin confrontar tanto, al amparo de un buen discurso propio. Hay gente que dice que José María Aznar es un facha echado al monte, radicalizado y cabreado con el mundo, pero aunque tras la guerra de Irak cometió graves errores, no puede olvidarse que en el 2000 hizo un gran PP, con tendencias, bastante plural, donde el flequillo de Piqué gustaba en Barcelona. No es imposible seguir sus pasos en todo aquello que hizo bien. Seguramente Alberto Núñez Feijóo sabría sacar adelante el PP en España y buscar la manera de levantarlo de la lona en Cataluña. Allá ellos, si le dejan o no, siempre que él (todavía) quiera. @J_L_Gomez

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