¿Es posible, y acaso cómo sería una Rusia post-Putin?

Vladimir Putin. / RRSS
Vladimir Putin. / RRSS

El 21 de julio, a Vladimir Putin se le preguntó lo que hará cuando se retire. Él respondió: "Todavía no he decidido si dejaré la presidencia".

¿Es posible, y acaso cómo sería una Rusia post-Putin?

Si bien todo el mundo está obsesionado con seguir los giros de los lazos entre Vladimir Putin y Donald Trump, es importante tener en cuenta que la relación entre los dos países va a durar mucho más que estos dos hombres.

Putin volverá a correr en las elecciones presidenciales de marzo de 2018, y es muy probable que vaya a ganar. Su índice de aprobación es superior al 80 por ciento, y la oposición ha sido cooptada, rechazada, o reprimida. El mandato de Putin terminaría en 2024, momento en el que tendrá 72 años.

Recordando que el  fracaso para desarrollar un mecanismo efectivo que rotara a los líderes políticos contribuyó al estancamiento y al colapso final de la Unión Soviética, uno se pregunta, ¿Podría ocurrir una situación similar pronto? Dados los problemas que enfrenta Rusia, es comprensible por qué Putin podría no sentirse cómodo entregando las riendas del poder a un sucesor el próximo año.

Con el precio global del petróleo atascado en $50 el barril, la economía rusa apenas está creciendo, y Rusia sigue sujeta a las sanciones occidentales impuestas después de su anexión de Crimea en 2014. Pero para el 2024, el "Proyecto Sucesor" seguramente volverá a estar en la agenda de la élite rusa.

La Constitución rusa requiere que Putin dimita después de dos mandatos consecutivos. Putin resolvió ese problema en 2008 haciéndose a un lado para convertirse en primer ministro mientras que su protegido, Dmitri Medvédev, asumía como presidente. Putin decidió regresar a la presidencia en 2012.

Las opiniones están divididas respecto a si el régimen político que Putin ha creado sobrevivirá más allá de su mandato. Muchos creen que el poder está tan profundamente arraigado en la red de relaciones informales de Putin que es imposible imaginar que otro individuo sea capaz siquiera de entrar en sus zapatos.

Hay tantas cosas en juego, y muchas fortunas adquiridas ilegalmente que necesitan protección del Estado, que al día siguiente de su descenso, el Kremlin podría estallar en combates de facciones del tipo que asoló a Rusia en los años noventa y que plaga a Ucrania hasta el día de hoy.

Sin embargo, el sistema de Putin no tiene ningún mecanismo para elegir un sucesor: un fallo estructural muy pero que muy importante. En los diecisiete años en los que Putin ha estado en el poder, China ha circulado suavemente a través de tres líderes. En la exrepública soviética rica en petróleo de Azerbaiyán, Gaidar Aliev preparó a su hijo Ilham, quien asumió la presidencia tras la muerte de su padre en 2003. Pero Putin no tiene hijo, sólo hijas, que tradicionalmente no son vistas como sucesoras del poder.

 Los presidentes Karimov en Uzbekistán y Niyazov en Turkmenistán, que gobernaron durante décadas, tampoco tenían hijos a quienes pudieran entregar el poder, y eso en este tipo de regímenes, complica las cosas. Es cierto que esos países son más pequeños y más homogéneos que Rusia, y sus líderes ejercían mucho más poder personal que Putin.

Pero es prueba del argumento de que los regímenes autoritarios que surgieron del colapso de la Unión Soviética pueden ser más estables de lo que parecen a los extranjeros, a pesar de que no han desarrollado las instituciones de una democracia liberal. A pesar de los graves problemas con que se enfrenta Rusia, Putin sin duda ha aportado cierta estabilidad al país, especialmente si se compara con el caos de los años noventa.

En los 17 años desde que asumiera el poder en el año 2000, los niveles de vida se han más que duplicado, el problema del terrorismo islamista y la secesión chechena se ha contenido, y Rusia ha resurgido como un actor influyente en la escena internacional. Podemos decir entonces que con lo bueno y con lo malo, una Rusia post-Putin es posible, aunque para eso falta bastante.

Aunque sí debe decirse también que Putin y la propia Rusia estarían mejor si este se retirara antes que después, estableciendo un precedente para una transición pacífica del poder como parte de su legado.

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